Los vampiros de Franz
Narrativa. Dijo una vez Octavio Paz que la originalidad primero era una imitaci¨®n. Esta idea ser¨ªa una contradicci¨®n de la noci¨®n de "origen" como "principio" o "existencia sin antecedente". En cambio, la palabra "originalidad" significa pensar con independencia o creativamente (diccionario Oxford).
La novela de Carlos Franz Almuerzo de vampiros reconoce algunos temas y obras precedentes. La car¨¢tula nos muestra al vampiro de vampiros, Dr¨¢cula interpretado por Bela Lugosi, en el acto de clavar los dientes en el cuello de una bella adormilada. Hay una referencia a la pel¨ªcula de Fritz Lang, M, el vampiro de D¨¹sseldorf. Creo que ¨¦stos son inteligentes enga?os con los que Franz distrae nuestra atenci¨®n para sorprendernos con un acto de prestidigitaci¨®n literaria y pol¨ªtica desprevenido.
Estamos en un restor¨¢n de Santiago de Chile, el Flaubert, donde el narrador come con un amigo, Z¨®sima, en el Chile de la democracia restaurada. De repente, el narrador descubre, en otra mesa, a un hombre que cre¨ªa muerto, el "maestrito", una especie de buf¨®n del hampa cuya misi¨®n era divertir a los malvivientes que medraban a la sombra de la dictadura de Pinochet, sin pertenecer a ella.
?Es este hombrecito bufonesco, escu¨¢lido, contrahecho, el maestrito de la pandilla de Lucio, el Doc Fern¨¢ndez, la juvenil Vanesa y la Mariscala (porque com¨ªa mariscos)? Este primer enigma conduce al narrador a rememorar su juventud en los a?os de la tiran¨ªa como mero ap¨¦ndice de la banda de rufianes. El narrador se pregunta qu¨¦ hace en esa compa?¨ªa, ¨¦l que es estudiante de d¨ªa y taxista de noche. Rememora sus a?os de estudio como joven hu¨¦rfano y becario en el curso del profesor de humanidades V¨ªctor Polli y la exaltaci¨®n intelectual de esos a?os mozos. Pero la promesa impl¨ªcita se rompe, como se quiebra la vida entera del pa¨ªs y el narrador es succionado al bajo mundo de la trampa, el crimen y la gigantesca broma que lo envuelve todo, d¨¢ndole a la novela de Franz un doble car¨¢cter, repugnante y creador, malsano e imaginativo, que depende, para ser todo esto (y m¨¢s) de un uso extraordinario del habla popular de Chile, una de las m¨¢s ricas, huidizas y defensivas de Hispanoam¨¦rica.
En esta comedia negra, Franz acude a un lenguaje que es a la vez expresi¨®n y disfraz de un prop¨®sito: provocar la hilaridad, convertirlo todo en "talla", es decir, en broma descomunal, "una broma que nos har¨¢ re¨ªr no s¨®lo a nosotros. Que har¨¢ re¨ªr al pa¨ªs entero. Que transformar¨¢ toda esta ¨¦poca en un chiste". "La talla", claro, tiene un origen en el ingenio del "roto" chileno, primo hermano del "pelado" mexicano y proveedor tradicional del habla que el narrador llama "cantinfleo": la capacidad de hablar mucho sin decir nada o decir mucho sobre lo que no se habla. Es el "relajo" mexicano, que da la medida de nosotros, como la "talla" la de los chilenos.
En este sentido, Almuerzo con vampiros es una extraordinaria oferta y transfiguraci¨®n del habla chilena, en la que todo se disfraza verbalmente a veces como disimulo, a veces como agresi¨®n, siempre como talla, broma, hilaridad, tomadura de pelo a nivel colectivo. Pololo (novio), Fome (aburrido, let¨¢rgico) y si¨²tico (rid¨ªculo, cursi) son originales palabras chilenas que aqu¨ª se engarzan con los vocablos sexuales que van directo al ¨®rgano de la potencia masculina, convirti¨¦ndola en "la palabra m¨¢s escrita en los muros (y retretes) de Chile": pico (polla en Espa?a, pito en M¨¦xico) al grado de que en elecciones libres, "el pico ser¨ªa elegido como presidente de la rep¨²blica".
Dedo sin u?a, cara de haba; en M¨¦xico, "chile": el sexo masculino se convierte en s¨ªmbolo de la vida y del poder, fantasma privado de la realidad p¨²blica, como el "maestrito" arratonado y servil lo es del eminente profesor de humanidades V¨ªctor Polli. Pocas figuras de la miseria humana se comparan, en nuestra literatura, a la de este hombrecito raqu¨ªtico, Rigoletto del hampa, robachistes, adulador, servil, impotente, el "maestrito" que acaso ha usurpado la persona del "maestro" como el dictador ha usurpado la persona del "poder".
La novela de Franz propone varios enigmas cuya soluci¨®n depende -o no- de la lectura del lector. ?Ha confundido el narrador a un esperpento grosero con un humanista "que sab¨ªa lat¨ªn"? M¨¢s, ese esperpento, ?se salva acaso gracias a su vulgaridad misma? ?Es la ordinariez, al final de cuentas, una forma de supervivencia en una ¨¦poca hoy "indefensa", en el sentido de que nadie la defiende ya, excepto quienes la usurparon?
Carlos Franz no da soluciones f¨¢ciles. No es tierno con el pasado. Tampoco lo es con un presente en el que "s¨®lo se premian las ambiciones" y la ciudadela empresarial "se lo traga todo". No hay que preguntar demasiado, concluye el narrador: el silencio fue el agua de esa ¨¦poca y "aun cuando sea un pasado miserable, es el ¨²nico que tenemos".
No revelo el final de esta hermosa y original obra. S¨®lo me admiro ante el gran talento literario de Franz y le auguro un gran porvenir. Su anterior novela, El desierto, demostr¨® que es posible crear una novela tr¨¢gica en un continente melodram¨¢tico. Almuerzo con vampiros es un libro inclasificable porque al imitar una tradici¨®n literaria (Dr¨¢cula) y una realidad pol¨ªtica (Pinochet) da origen a formas de narrar absolutamente ¨²nicas, independientes y creativas. -
Almuerzo de vampiros. Carlos Franz. Alfaguara. Madrid, 2008. 248 p¨¢ginas. 15,50 euros.
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