Perera sigue escalando
Victoriano del R¨ªo ha sido una de las vacadas triunfadoras de las ¨²ltimas ferias isidriles. El buen comportamiento de sus ejemplares, que contribuy¨® entre otros al clamoroso triunfo de Jos¨¦ Tom¨¢s en Las Ventas el 5 de junio, no se repiti¨® ayer en Illumbe, donde lidi¨® una corrida desrazada y falta de fuerza, que limit¨® enormemente el espect¨¢culo.
Con siete ver¨®nicas recibi¨® Perera al tercero, en las que se advirti¨® la clase en su embestida por el pit¨®n izquierdo. Demostr¨® ser torero en racha. Vibrante inicio por estatutarios, y autoridad y mando en dos series por la diestra con la muleta barriendo el albero.
Actuaci¨®n de torero poderoso cimentada en una doble virtud: aprovechar la movilidad del animal cit¨¢ndolo en la larga distancia y plantear la lidia, en todo momento, con la pa?osa en la cara del burel.
Victoriano del R¨ªo / Juli, Perera y Manzanares
Seis toros de Victoriano del R¨ªo. De insuficiente presentaci¨®n y muy desiguales de hechuras.
El Juli (de grana y oro): media estocada y cinco descabellos (aplausos tras escuchar un aviso); y estocada casi entera y un descabello (oreja).
Jos¨¦ Mar¨ªa Manzanares (de prusia y oro): estocada tendida y cinco descabellos (silencio tras un aviso); y estocada (silencio).
Miguel ?ngel Perera (de rosa y oro): estocada de efecto fulminante (oreja); y media estocada en los altos (ovaci¨®n tras un aviso).
Plaza de toros de Illumbe. Tres cuartos de entrada.
Desrazados se presentaron los seis toros de Victoriano del R¨ªo
Exhibici¨®n de dominio, seguridad, solvencia, con los pies atornillados en la arena y demostrando qui¨¦n era el que mandaba. El toro, al verse sometido por la pericia con la que le estaban lidiando, rompi¨® a mejor, siendo incluso aplaudido en el arrastre.
Destac¨® la ¨²ltima serie al natural, con muletazos profundos rematados con un templad¨ªsimo pase de pecho. Estocada de efecto fulminante y merecido trofeo al esport¨®n.
El sexto, incierto, con incre¨ªble propensi¨®n a rajarse, se ech¨® a la arena desfondado al inicio de la faena de muleta, lo que es claro indicativo de su falta de raza y fuerza. En tal tesitura, si bien el extreme?o pod¨ªa haberse aliviado, sac¨® tes¨®n, y por la v¨ªa de embeber al animal en la muleta y de administrar tiempos para resucitarle tras cada serie, aprovech¨® las escasas embestidas de un toro desclasado que no pasaba porque no pod¨ªa con su humanidad. Ante la inmovilidad de la res, debi¨® ejecutar la suerte suprema al volapi¨¦, cobrando una media estocada en lo alto que sirvi¨® para apiolar al animal.
El Juli, ¨²nico espada que ha salido por la puerta grande en el ciclo, demostr¨® ante el cuarto, feo de hechuras y con presentaci¨®n indecorosa para una plaza de primera, que es torero de poder. Tras un dubitativo inicio por la descompuesta embestida del burel, el madrile?o, en papel dominador y tapando en todo momento a la res para evitar que se rajase, fue tirando del toro para ir alargando una embestida que se quedaba corta. Expeditivo como acostumbra con la tizona, remat¨® con el descabello para cobrarse un trofeo.
Antes se hab¨ªa enfrentado al toro que abri¨® la tarde, que enga?¨® con su gran son en el capote para mudar de comportamiento a partir de su visita al piquero, momento en el que cant¨® su falta de gasolina. Juli¨¢n practic¨® un toreo de expulsi¨®n, ejecutado en l¨ªnea y sin cruzarse, abusando del pico de la muleta, sobre todo en la primera tanda al natural.
Se echaron de menos frescura e intensidad en la actuaci¨®n de Manzanares. Ante su primer oponente nobl¨®n, pero desrazado como sus hermanos, cuaj¨® naturales de bella factura aprovechando la profundidad en la embestida, que en sus inicios mostr¨® su oponente. Toreo en l¨ªnea, sin cruzarse y sin ligaz¨®n.
Ciment¨® su actuaci¨®n en su extraordinaria t¨¦cnica, pero adoleci¨® de coraz¨®n y ya se sabe que cuando no hay emoci¨®n no hay transmisi¨®n a los tendidos. Tras estocada tendida, un sainete con el descabello y la puntilla.
Result¨® animal incierto y abanto en los primeros tercios el quinto de la tarde, pegando arreones, en uno los cuales estuvo a punto de calar al pe¨®n de brega Juan Jos¨¦ Trujillo, otrora matador. Fue el preludio del canto a la mansedumbre protagonizado por el astado en el ¨²ltimo tercio, ante lo que Manzanares se limit¨® a abreviar.
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