"O¨ª un ruido horrible y sal¨ª despedida"
Relato de Ligia, una m¨¦dica del Samur que se salv¨® de la cat¨¢strofe
Los sedantes y la conmoci¨®n casi le imped¨ªan decir algo comprensible. Pero Fernanda, su hermana, y su madre, Ligia, como ella, le consolaban y daban sentido a su historia.
Ligia les explic¨® c¨®mo, a las 13.20, hora prevista del vuelo, el comandante del avi¨®n se disculp¨® y les inform¨® de que hab¨ªa un problema t¨¦cnico. Y que, casi en el mismo instante del despegue, se asust¨® al sentir los extra?os ruidos que empez¨® a hacer el avi¨®n. Se agarr¨® al brazo de Jos¨¦, su pareja, y mir¨® a Gema, su cu?ada, que iba sentada en la fila de delante. Los tres iban a pasar una semana de vacaciones a las islas Canarias, para celebrar su 42 cumplea?os, el pr¨®ximo domingo.
El avi¨®n dio una brutal sacudida y Ligia cuenta que oy¨® "un ruido horrible" antes de salir despedida. Choc¨® contra el cauce seco de un r¨ªo lleno de piedras y tierra reseca. Qued¨® aturdida, casi inconsciente durante un tiempo que no es capaz de recordar. De repente, una enorme explosi¨®n la despert¨®. Eran los tanques de combustible del avi¨®n, que acababan de convertirse en una gran bola de fuego.
Alarg¨® el brazo hacia un cuerpo ennegrecido, por si era su pareja
Pero el reloj que luc¨ªa aquella mu?eca no le result¨® familiar
Gir¨® la cabeza en busca de Jos¨¦ y a su lado vio una persona con la ropa y la piel ennegrecidas. "?Jos¨¦, Jos¨¦!", grit¨®. Alarg¨® el brazo para tocarle y se dio cuenta de que en aquella mu?eca luc¨ªa un reloj que no le resultaba familiar. Un instante m¨¢s tarde, ese cuerpo cay¨® a un lado y Ligia vio que estaba muerto. Palp¨® el rostro y descubri¨® que no era Jos¨¦.
Volvi¨® a levantar la cabeza y mir¨® a su alrededor. Vio varios cuerpos esparcidos sobre el terreno rojizo, rodeados de todo tipo de objetos humeantes. Muy cerca sent¨ªa el enorme calor que sal¨ªa del fuselaje del avi¨®n, sobre el que se elevaba una gigantesca columna de humo y fuego. Cuando la direcci¨®n del viento cambi¨®, un aire ardiente le hizo imposible respirar y la ceg¨®. Se tumb¨® a un lado y levant¨® un brazo para protegerse, esperando a que la lengua de fuego amainara. Casi al instante se dio cuenta de que muchos de los que la rodeaban, entre ellos una ni?a de corta edad, lloraban y gritaban pidiendo ayuda. M¨¦dica del Samur y apasionada de la asistencia a v¨ªctimas de accidentes, Ligia trat¨® de ponerse en pie y empezar a ayudar. Apenas logr¨® levantarse un palmo sobre el suelo antes de caer. Tras dos o tres intentos, se dio cuenta que su f¨¦mur derecho estaba roto.
Al fondo empezaron a o¨ªrse las primeras ambulancias de los equipos de emergencia. Grit¨® otra vez el nombre de Jos¨¦ y el de Gema. No obtuvo respuesta.
Cuando los m¨¦dicos del Samur llegaron para atenderla, se produjo el encuentro m¨¢s extra?o que jam¨¢s hubieran imaginado ella y sus compa?eros del servicio de emergencias del Ayuntamiento de Madrid. "Primero se miraron extra?ados, luego lloraron", relata Fernanda, su hermana.
A bordo de la ambulancia, camino del hospital Ram¨®n y Cajal, los trabajadores del Samur le dejaron un tel¨¦fono m¨®vil. "Son¨® mi tel¨¦fono y era ella. Me dijo que el avi¨®n hab¨ªa explotado, pero que ella estaba bien, que no nos preocup¨¢ramos", recuerda Fernanda. "Hablaba con una lucidez y una tranquilidad asombrosa".
En esos mismos instantes, la madre de Ligia se enter¨® del accidente ocurrido en el aeropuerto de Barajas. "Me asust¨¦ much¨ªsimo. Era un avi¨®n que iba a Canarias, como mi hija", recuerda esta periodista colombiana.
"?Fernanda, te has enterado", le grit¨® la madre. "Casi no pod¨ªa hablar por la intensidad del momento", recuerda Fernando. "Acababa de hablar con mi hermana y entonces me di cuenta de que aquello era un milagro, que Ligia hab¨ªa sobrevivido".
La superviviente ten¨ªa anoche el rostro hinchado, amoratado y lleno de heridas superficiales. Pero estaba milagrosamente bien de salud. Tendida en una camilla, y con el brazo derecho vendado por las quemaduras, se desped¨ªa de su familia antes de someterse a un TAC. Poco despu¨¦s los m¨¦dicos decid¨ªan operarla de la fractura del f¨¦mur y las lesiones en una rodilla. Ligia, la madre, alternaba las risas nerviosas y los lloros agarrada a la mano de su hija. Periodista colombiana, huy¨® de su pa¨ªs hace 20 a?os tras recibir m¨²ltiples amenazas. Lleg¨® a Madrid y logr¨® traerse poco despu¨¦s a Ligia, Fernanda y a su tercera hija. "Este pa¨ªs nos lo ha dado todo. Ahora, incluso, ha visto a mi hija volver a nacer", dijo entre susurros.
La angustia y el dolor, sin embargo, no terminaron para ellos al ver que Ligia hab¨ªa sobrevivido a la cat¨¢strofe. Antes tuvieron que pasar horas sin saber nada de Jos¨¦, hasta que supieron que hab¨ªa sido ingresado en el hospital de La Paz, en cuya UVI permanece ingresado con lesiones en las v¨¦rtebras, aunque sin peligro para su vida.
De Gema, en cambio, segu¨ªan sin saber nada minutos antes de las 11 de la noche. Ni los compa?eros del Samur de Ligia la hab¨ªan localizado.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.