Las novelas son para el verano
Y la ciudad imita a la novela. Oscar Wilde es una fuente inagotable de citas que te hacen parecer inteligente. Una de las m¨¢s famosas es la de la naturaleza que imita al arte. Este verano estuve 10 d¨ªas de vacaciones en La Habana. Y mir¨¦ a la ciudad no s¨®lo con los ojos propios, los de alguien dedicado profesionalmente a la ciudad, al urbanismo, a sus procesos de transformaci¨®n, a la vida social que se refleja en el espacio p¨²blico. Al tiempo que segu¨ªa el consejo de Musil -la ciudad se conoce con los pies- y recorr¨ªa La Habana Vieja, Centro Habana, El Vedado... iba viendo la ciudad con los ojos de los novelistas.
El verano y los largos viajes en avi¨®n te permiten retomar los libros que desde la mesa o el estante donde los dejaste el d¨ªa que los compraste te culpan por el abandono posterior. La existencial obra de Pedro Juan Guti¨¦rrez Trilog¨ªa sucia de La Habana (Anagrama); El inventario secreto de La Habana que nos descubre Abilio Est¨¦vez y La neblina del ayer, encantadora novela entre policial y bibliogr¨¢fica de Leonardo Padura (ambos t¨ªtulos editados por Tusquets), o el premio Bruguera de Wendy Guerra, Todos se van, son novelas que te permiten ver lo que tus ojos solos no ver¨ªan.
En Catalu?a no se ha valorado como se merece la gran obra de Joan Sales: 'Incerta gl¨°ria'
La Habana es una ciudad fant¨¢stica. Con sus barrios abandonados o deteriorados y sus palacios y paseos cuyo pasado de esplendor a¨²n impresiona. Con la belleza que ha explotado en La Habana Vieja por obra de la Oficina del Historiador y la vitalidad inagotable que transmiten sus habitantes en el Malec¨®n. Una presencia humana que te recuerda la definici¨®n de Cort¨¢zar: un puente es una persona cruzando un puente. El Malec¨®n: unas cubanas recostadas all¨ª y un cubano sentado en el mismo lugar mirando al mar. El Caribe rendido a los pies de la ciudad, excepto cuando se huracana. Una ciudad permanentemente agitada por miles de turistas que se divierten y por miles de cubanos imaginativos que se afanan en cualquier negocio que les permita obtener pesos convertibles, es decir, divisas. Porque como dicen ellos "en Cuba nada es f¨¢cil".
Sin las novelas que le¨ªa cuando no paseaba o no escuchaba m¨²sica no tendr¨ªa ahora el conocimiento vivencial, sensual, afectivo, que exige una ciudad. Las ciudades no son los edificios ni las calles, son las gentes compartiendo espacios y deseos, necesidades y negocios varios. En un bello pr¨®logo al libro de Aaron Soazig El no de la Klara (Emp¨²ries), Jorge Sempr¨²n explica que s¨®lo el arte, por medio de la ficci¨®n, puede ir m¨¢s all¨¢ de la memoria, de la observaci¨®n, de los estudios cient¨ªficos. El arte descubre lo que hay detr¨¢s de la realidad visible. Y en la ciudad lo no visible es mucho m¨¢s que lo aparente, y ¨¦ste s¨®lo se entiende si puedes imaginar qu¨¦ hay detr¨¢s de las caras y de las palabras, del tr¨¢fico y de los almacenes, de las plazas y de los monumentos.
Regreso a Barcelona. Otro libro hace algunos a?os que me espera. Lo descubro en una habitaci¨®n en la que entro pocas veces. Una de las grandes obras de la literatura catalana: Incerta gl¨°ria, de Joan Sales. Hab¨ªa le¨ªdo la primera versi¨®n en los primeros a?os sesenta. En Par¨ªs una amiga, la historiadora N¨²ria Sales, me hab¨ªa guiado en el descubrimiento de los novelistas catalanes contempor¨¢neos que publicaba El Club, entre los que se encontraban su padre, Rodoreda, Villalonga y Ferran de Pol.
Lo empec¨¦ a leer con escepticismo. El joven cuadro del PSUC que era entonces desconfiaba, algo normal, de un autor converso al cristianismo que hab¨ªa combatido en el frente en defensa de la Rep¨²blica pero que, aun siendo radicalmente catalanista y antifascista, denunciaba tambi¨¦n la violencia gratuita y los abusos de los "nuestros". Pero su lectura me subyug¨®. Sent¨ª que estaba leyendo no una excelente novela, sino una gran obra -un cl¨¢sico- que transmitir¨ªa sentido a distintas generaciones en los tiempos futuros. Como Dostoievski. Y superior a Bernanos, por citar dos autores con los que se le ha comparado. En definitiva, una obra ¨²nica en la literatura catalana.
Reconozco la importancia del debate sobre la financiaci¨®n de Catalu?a, pero creo que s¨®lo puedo aportar irritaci¨®n ante la arrogancia de los gobernantes del Estado que parecen querer agudizar el conflicto para imponer unilateralmente su posici¨®n.
Intuyo que la emergencia espectacular de China y la respuesta contundente de Rusia ante la irresponsable provocaci¨®n de Georgia y de Estados Unidos inicia una nueva etapa en las relaciones internacionales. Pero reci¨¦n llegado de vacaciones, no es un tema sobre el que pueda improvisar.
He retomado con fervor la obra de Joan Sales. Es tres veces m¨¢s extensa que la que hab¨ªa le¨ªdo hace 45 a?os. No es s¨®lo un libro sobre la Guerra Civil, es un libro sobre el ruido y la furia que recorre la historia, sobre las contradicciones de la naturaleza humana, la mezcla inextricable del bien y del mal en nuestras vidas.
Un libro metaf¨ªsico escrito sobre algo tan material como la violencia y la miseria cotidiana en la guerra, sobre la lucha por sobrevivir y el af¨¢n de encontrar la raz¨®n de vivir. Luego supe que el libro publicado entonces en plena dictadura era s¨®lo un conjunto de fragmentos de una obra mayor que la censura de la ¨¦poca no toleraba y que el autor continuaba ampliando.
Es posible que est¨¦ equivocado, pero tengo la impresi¨®n de que en Catalu?a no se ha valorado lo suficiente un texto que como me dec¨ªan recientemente unos amigos franceses, intelectuales exigentes y materialistas dial¨¦cticos, es una de las grandes obras del siglo XX.
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