Un congreso prefabricado
Los socialistas madrile?os comienzan su renovaci¨®n en un c¨®nclave de escaparate y fluorescentes, con todo acordado, pero "informal" y "sin corbatas"
"A ver", dice Virginia, "un poco desangelado s¨ª que est¨¢. Pero es porque este palacio es muy grande", asegura una joven invitada con un tarjet¨®n con el lema del congreso al cuello. El Palacio de Exposiciones y Congresos de la Castellana no parece que albergue a las m¨¢s de 1.000 personas que asisten al congreso socialista, la mayor¨ªa de ellos son delegados (unos 850).
Un dirigente: "Est¨¢ ya todo decidido aqu¨ª, como en un encefalograma plano"
El palacio ardi¨® en marzo de 1995 y desde entonces no es el mismo. Ya no es el principal centro de convenciones de la ciudad, y eso se nota. Las cornucopias doradas y grandes espejos del hotel Auditorium, donde se celebr¨® el anterior congreso, han dado paso a sillas desvencijadas, barandillas consumidas y luz fluorescente de escaparate. Precisamente en esto se ha convertido el XI Congreso Regional del Partido Socialista de Madrid (PSM), en un escaparate para que el nuevo socialismo que propugna su reci¨¦n renovado secretario general, Tom¨¢s G¨®mez, presente sus credenciales.
En la entrada, un grupo de delegados, que se han escabullido de las comisiones para debatir el jugo ideol¨®gico del partido, hablan sin preocupaci¨®n de los ¨¦xitos del tenista Nadal o la carrera de Fernando Alonso. Ni rastro de las camarillas de pol¨ªticos frecuentes en otros tiempos. Ayer s¨®lo un grupo de disidentes o cr¨ªticos con la nueva direcci¨®n permanec¨ªan reunidos en la cafeter¨ªa. Son los llamados simanquistas, dirigentes nombrados en la ¨¦poca del anterior secretario general, Rafael Simancas. Aunque ellos rechazan ese nombre, cruzan con los nuevos dirigentes miradas fr¨ªas. A¨²n tienen, sin embargo, la esperanza de colar a alguno de sus miembros en la nueva ejecutiva regional.
En esta ocasi¨®n no hay pasillos. Ni f¨ªsicos ni metaf¨®ricos. Casi todo est¨¢ acordado de antemano. S¨®lo restan algunos ajustes para definir la relaci¨®n de nombres que ocupar¨¢n con G¨®mez la direcci¨®n. Algo que les queda muy lejos a la mayor¨ªa de delegados. "He visto a Zapatero", asegura con ilusi¨®n una joven con pocas ganas de seguir las ponencias. "?Lo m¨¢s vendido?", preguntan al un¨ªsono tres chicas con cara de aburridas. "El chocolate, pero tambi¨¦n tenemos ron", ofrecen entre risas.
Junto a la entrada, un hist¨®rico dirigente observa sentado en una silla el goteo de idas y venidas de delegados. "Est¨¢ bien, ha mejorado en algunas cosas y otras se echan de menos", comenta con sorna gallega. "No digo nada, pero este congreso es de los m¨¢s tranquilos que he vivido", desliza mientras recorre con su mano derecha un extremo de su bast¨®n de madera. "Pues a m¨ª me ha gustado la camiseta de G¨®mez", comenta una militante. "Yo prefiero el estilo de Zapatero, con camisa", apunta su compa?ero. Las corbatas est¨¢n vetadas en la reuni¨®n socialista. "Hay que venir informal; yo me he tenido que quitar la m¨ªa hace un rato", dice un chico de la organizaci¨®n.
Se discute sobre la estrategia pol¨ªtica del partido para pr¨®ximos a?os en los despachos del ¨¢rea restringida. En uno de ellos, el secretario general pasa consulta, al estilo de Vito Corleone en El Padrino: escuchando a todos aquellos pobres hombres que acud¨ªan a ¨¦l a pedirle alg¨²n favor inconfesable. Es su momento. Toma nota mentalmente y atiende al siguiente. La decisi¨®n est¨¢ casi tomada, aunque los nombres corran de boca en boca. Lo dice otro alto dirigente: "No es lo de otros congresos. Esto est¨¢ como un encefalograma plano. Ya est¨¢ todo decidido".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.