La catarata de Walt Disney
Hace dos a?os, el dise?ador y arquitecto barcelon¨¦s Juli Capella -cuyo nuevo libro, Made in Spain. Cien iconos del dise?o espa?ol (Ediciones Electa), se publica el 26 de septiembre- recorri¨® Honduras durante un mes.
?C¨®mo arranc¨® el asunto?
Volamos a Tegucigalpa, la capital. Su nombre aparece tanto en los tebeos de Mortadelo y Filem¨®n que hay gente que piensa que es un lugar imaginario. Pero existe y tiene uno de los aeropuertos m¨¢s peligrosos del mundo, Toncont¨ªn. La pista es muy corta y est¨¢ enclavada entre montes y casas. Aterrizar ah¨ª es una experiencia extrema.
?Vale la pena el riesgo?
Vale la pena por el santuario de Nuestra Se?ora de Suyapa, la patrona nacional. Es de los a?os cincuenta y uno de los mayores de Latinoam¨¦rica. Y en el valle de los ?ngeles, cerca de Tegucigalpa, se encuentra la mejor artesan¨ªa de Honduras.
Y a¨²n queda mucho pa¨ªs.
Cierto. Visitamos, entre otros sitios, la antigua ciudad maya de Cop¨¢n, que es impresionante; el lago Yojoa, que de lo grande que es parece un oc¨¦ano, o las cataratas de Pulapanzac, que cautivaron a Walt Disney.
?Walt Disney en Honduras?
Era muy minucioso al documentarse, y por eso viaj¨® hasta aqu¨ª para dibujar personalmente esta catarata que luego apareci¨® en El libro de la selva.
Una historia curiosa.
Sin embargo, para m¨ª lo m¨¢s curioso fue nuestra estancia en una poblaci¨®n de la etnia gar¨ªfuna, cerca de La Ceiba, en el norte del litoral caribe?o.
?Gar¨ªfuna?
Una etnia que surgi¨® de la mezcla de ind¨ªgenas con africanos procedentes de barcos esclavistas. Tienen su propio idioma y sus ritos animistas, cargados de percusi¨®n, y un baile que llaman punta. Y beben una bebida alcoh¨®lica llamada gifiti, mezcla de ca?a fermentada con ajo y hierbas.
Menuda bomba.
Sabe a rayos, pero aun as¨ª me traje una botella.
S¨ª que fue un viaje intenso.
Por eso lo concluimos en la isla de Roat¨¢n, un para¨ªso en el litoral caribe?o donde es t¨ªpica la famosa sopa de caracol, que se hace con una caracola de mar grande troceada.
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