Europa luchar¨¢ por flexibilizar el tiempo de trabajo
La propuesta de directiva europea que permitir¨ªa ampliar la jornada laboral hasta 65 horas semanales ha suscitado en Espa?a una avalancha de opiniones contradictorias. Los empresarios observan con atenci¨®n y cautela semejante iniciativa. Los sindicatos y el Gobierno manifiestan su total rechazo. Son las posturas que cabr¨ªa esperar de cada uno de ellos. Lo que es evidente es que esta propuesta no es fruto de la casualidad y es previsible que sea cuesti¨®n de dura controversia en los pr¨®ximos a?os. Se discutir¨¢ intensamente en los foros europeos y es l¨®gico pensar que, finalmente, se configurar¨¢ una directiva que en gran medida flexibilice el tiempo de trabajo y permita superar, no las 40 horas de jornada m¨¢xima semanal establecida en Espa?a, sino las 48 horas vigentes en otros pa¨ªses miembros de la Uni¨®n. ?Tiene sentido mantener en este escenario una posici¨®n de total rechazo a la flexibilizaci¨®n de la jornada de trabajo? Pienso que no por m¨²ltiples razones.
Un rechazo total del Gobierno espa?ol a la flexibilizaci¨®n de la jornada frenar¨¢ nuevas inversiones
Se podr¨ªa crear la modalidad de horas extraordinarias complementarias
Los pa¨ªses europeos que asumen la ampliaci¨®n del tiempo de trabajo van a pelear denodadamente por ¨¦l. No podemos ignorar que para ellos es vital atraer inversi¨®n en industria y para conseguirlo necesitan presentar un marco jur¨ªdico-laboral atractivo. Por otra parte, seguro que en el ¨¢mbito personal hay muchos trabajadores por cuenta ajena en nuestro pa¨ªs que est¨¢n dispuestos a ampliar su jornada para as¨ª aumentar sus ingresos y atender mejor sus necesidades. Tampoco podemos olvidar que Europa tiene que competir, en un mundo globalizado, con otras econom¨ªas emergentes que operan con gran flexibilidad y muy bajos costes sociales.
En definitiva, por encima de las ideolog¨ªas, parece evidente que la extensi¨®n de la jornada hay que afrontarla con un enorme sentido pragm¨¢tico, pues el modelo id¨ªlico de trabajar poco y percibir una generosa retribuci¨®n que permita vivir desahogadamente en una sociedad consumista no parece que tenga mucho futuro. Hay que recalcar que un rechazo total del Gobierno espa?ol a la flexibilizaci¨®n de la jornada frenar¨¢ nuevas inversiones industriales y acelerar¨¢ la deslocalizaci¨®n de las existentes, ya de por s¨ª muy intensa en los ¨²ltimos a?os. Asumido el escenario de la previsible flexibilizaci¨®n del tiempo de trabajo en la Uni¨®n Europea, la posici¨®n m¨¢s inteligente es la de luchar porque se formule en t¨¦rminos razonables, o sea, que no se vulnere el principio de la autonom¨ªa de la voluntad individual, que no se pueda imponer la extensi¨®n de la jornada de forma unilateral e imperativa por el empresario.
La realidad en Espa?a es que en multitud de empresas se supera ampliamente el m¨¢ximo anual de horas extraordinarias, que se camuflan de las formas m¨¢s variopintas. ?No habr¨¢ llegado el momento de replantearse con seriedad esta situaci¨®n? Lo m¨¢s adecuado es que el Gobierno y los interlocutores sociales reconozcan, de una vez por todas, esta realidad y acometan la flexibilizaci¨®n de la jornada en t¨¦rminos de razonabilidad.
La jornada m¨¢xima anual en Espa?a es de 1.826 horas y 27 minutos (40 horas semanales menos las vacaciones, los descansos semanales y anuales y los festivos). Y la legislaci¨®n vigente permite la realizaci¨®n de 80 horas extraordinarias por trabajador y a?o, lo que da un total te¨®rico de 1.906 horas y 27 minutos. Pero resulta que en los convenios colectivos la jornada, como resultado de las sucesivas negociaciones, se ha rebajado sensiblemente y est¨¢ muy por debajo de 1.826 horas. Una soluci¨®n para flexibilizarla ser¨ªa considerar la diferencia de horas de trabajo entre la jornada establecida en el convenio colectivo (por ejemplo 1.740 horas) y el m¨¢ximo legal (1.826 horas) como horas ordinarias complementarias, acotando en qu¨¦ supuestos ser¨ªan de obligado cumplimiento para el trabajador cuando fuese requerido a realizarlas. Con una compensaci¨®n econ¨®mica adecuada por estas horas, un poco de imaginaci¨®n y buena voluntad negociadora, los interlocutores sociales pueden encontrar f¨®rmulas que incrementen el tiempo de trabajo y as¨ª mejore la competitividad de la empresa espa?ola, situ¨¢ndonos, sin traumatismos, en una l¨ªnea de paulatina flexibilizaci¨®n de la jornada de trabajo.
En conclusi¨®n, en la Uni¨®n Europea existe una clara tendencia a reconsiderar la reducci¨®n del tiempo de trabajo; se necesitan unas econom¨ªas competitivas y negar esta realidad no es positivo para nadie. Estoy seguro de que los europeos encontraremos f¨®rmulas para resolver la cuesti¨®n.
Alfonso Caldevilla es socio de Dutilh Abogados.
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