"Pido a Dios librarme de Kar¨¦nina"
La correspondencia de Tolst¨®i, in¨¦dita en Espa?a, refleja su gran tormento interior
"Ahora me voy a poner a la aburrida y trivial Anna Kar¨¦nina y le ruego a Dios que me conceda la fuerza que necesito para sac¨¢rmela de encima lo m¨¢s r¨¢pidamente posible". La carta est¨¢ fechada en su hacienda de Y¨¢snaia Poliana, el 25 de agosto de 1875, y va dirigida a su gran asesor en temas filos¨®ficos y religiosos, Nikol¨¢i Str¨¢jov. ?Se ha vuelto loco Le¨®n Tolst¨®i para hablar as¨ª de una de sus novelas, de las mejores de todos los tiempos? La cosa parece grave, porque tampoco se salva Guerra y paz: "Me resulta repugnante. Es un sentimiento semejante al que experimenta una persona cuando ve las huellas de una org¨ªa en la que particip¨®". ?Secuela de las heridas de cuando, como oficial, estuvo en el sitio de Sebastopol? ?Efecto secundario de vegetariano estajanovista? ?Demencia senil avanzada? Nada de eso: "Est¨¢ ya en otro momento de su vida, vive por y para la pedagog¨ªa, la revisi¨®n de Evangelio, sus escritos religiosos... y entonces se pregunta c¨®mo puede haber escrito tanta mentira y tanta ficci¨®n superficial. F¨ªjese que desde entonces ya no volver¨¢ a hacer ninguna gran novela", afirma Selma Ancira, responsable de la Correspondencia del escritor ruso, in¨¦dita en Espa?a y que ahora publica Acantilado.
El volumen recoge cerca de 400 cartas de las m¨¢s de 10.000 que escribi¨®
De 'Anna Kar¨¦nina' dice que es "trivial"; 'Guerra y paz' le parece "repugnante"
Con s¨®lo 386 cartas de las m¨¢s de 10.000 que escribi¨® el graf¨®mano Tolst¨®i (32 tomos de los 90 que conforman su obra completa), Ancira se basta para trazar el dibujo poli¨¦drico del autor ruso, al que ya conoce por haber editado en Espa?a sus diarios en dos vol¨²menes (Acantilado, 2002-2003). "Como est¨¢n escritas en funci¨®n de quien va a leerlas, muestra cosas muy distintas a las de otras piezas autobiogr¨¢ficas".
Las 800 p¨¢ginas del libro no tienen desperdicio. Todo episodio de Tolst¨®i (1828-1910) da para una sorpresa al hilo de un hombre que hizo de su paso por este mundo una b¨²squeda constante de una v¨ªa espiritual que diera sentido a su vida. Y eso empieza ya en el joven de 21 a?os que ha de escribir a su hermano para que agilice, si es necesario, la venta de uno de los bosques familiares para poder costearse el tratamiento de sus enfermedades ven¨¦reas o sus apuestas de juego, pero que lamenta ante su t¨ªa (la que les cri¨® unos a?os tras la muerte de sus padres) no "mantener vivo un coraz¨®n bueno, sensible, capaz de amar". "La vida es una prueba y para m¨ª, m¨¢s que eso, la expiaci¨®n de mis faltas. (...) Dios mismo lo ha querido as¨ª", suelta en otro momento.
El gran punto de inflexi¨®n llega con la primera prometida, Valeria Ars¨¦nieva, con la que mantiene una correspondencia m¨¢s filos¨®fica que amorosa. A la joven, que sue?a con tener piso en la chic Petersburgo y lucir los hombros en las mejores fiestas, le dise?a una vida de anacoreta en su hacienda. Quien se define ya como "hombre moralmente viejo" le escribe: "Todo se consigue en este mundo a base de privaciones y trabajo". O le pregunta: "?No entiende la abnegaci¨®n?" en un mundo en el que "muchos no conocen ni el placer ni el sufrimiento morales". El discurso no cal¨® y la relaci¨®n se rompi¨®, claro.
Pero Tolst¨®i fue consecuente hasta pocos meses antes de morir, cuando escap¨® de su casa a los 82 a?os y dej¨® a su mujer con una misiva brutal (14 de julio de 1910), donde le recrimina su car¨¢cter "desp¨®tico e incontrolable", pero, sobre todo, por su "concepci¨®n diametralmente opuesta del sentido y finalidad de la vida", as¨ª como esa "propiedad privada" que para ¨¦l "era un pecado" y para ella "una condici¨®n indispensable". Hab¨ªa mucho m¨¢s, es cierto: la nula relaci¨®n marital, la salida a la luz de intimidades de la familia con la divulgaci¨®n de los diarios y la influencia sobre el escritor de su disc¨ªpulo Chertkov, a quien Tolst¨®i quiso dejar como seudoalbacea de su obra.
"Pagar el mal con el bien" y "perdonar a todo el mundo" se convirtieron en divisas que rigieron todas las acciones de Tolst¨®i, entre ellas las de construir una escuela en su hacienda para sus siervos y a las que asist¨ªan 50 alumnos, para los que realiz¨® diversos cuadernos y abecedarios.
Tanta afabilidad para con sus siervos, ?a los que les arrendaba sus tierras!, y tanta cr¨ªtica a la rusia imperial -"contin¨²a la misma barbarie patriarcal, la misma robadera y ausencia de leyes"- atrajeron a la polic¨ªa zarista. No se amedentr¨®: se quej¨® al mism¨ªsimo zar Nicol¨¢s II.
Como era defensor del "no hacer frente al mal", acab¨® interesando a Gandhi. ?ste le hab¨ªa le¨ªdo y mantuvieron una peque?a correspondencia, que Tolst¨®i aprovech¨® para animar a Gandhi a no abandonar la no violencia. Y as¨ª, en todo: con el Nobel -"me dio una inmensa alegr¨ªa que no me lo concedieran, me libr¨® del aprieto de disponer del dinero" (en 1902, a unos acad¨¦micos suecos)-; con el final -"hace unos d¨ªas sufr¨ª unos s¨ªncopes [...] te hace pensar en la muerte"- o con la alimentaci¨®n -"un plato de avena cocida caliente dos veces a d¨ªa, sopa de col de cena y compota"-. As¨ª era el gran Dislate.
Misivas bajo la b¨®veda de acero
"Tolst¨®i era un peligro para cualquier r¨¦gimen: con tanto poder y popularidad le segu¨ªa el mundo entero; en su casa de Y¨¢snaia Poliana iba todo el mundo y todos le escuchaban", testimonia Selma Ancira. Y tanto es as¨ª que a¨²n hoy su mirada del mundo sigue vigente: unas 150 escuelas en Rusia estudian con sus libros, al igual que sobreviven colonias tolstoianas, donde no se bebe nada de alcohol, no se fuma, la alimentaci¨®n es espartana y frugal e impera el ascetismo m¨¢s riguroso. Un tipo de comunidad de la que M¨¤xim Gorki, ferviente admirador, quiso ser ap¨®stol.
El respeto por Tolst¨®i pervive hoy... dentro de las posibilidades de la contradictoria Rusia. La mayor¨ªa de los originales se conservan en la "habitaci¨®n de acero" del Museo Tolst¨®i de Mosc¨². "Los vigilantes est¨¢n tres minutos para desconectar todas las alarmas antes de abrir las puertas con anclajes de un lugar que es como la caja fuerte de un banco", dice Ancira, que trabaj¨® all¨ª entre 1999 y 2007, los mismos a?os que ha necesitado para su tr¨ªptico tolstoiano.
Las cartas no est¨¢n digitalizadas y cada una debe buscarse en un fichero, que remite a una carpeta donde est¨¢ cada misiva protegida por papel antihumedad. Gracias a Ancira, la edici¨®n espa?ola es la primera que no tiene fragmentos censurados con el pretexto de ser "incomprensibles". "La tranquilidad es una bajeza moral", dec¨ªa Tolst¨®i.
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