Kore-eda anima el concurso con la felicidad y el engorro de la familia
Cualquier objeto puede provocar una catarata de sentimientos. Al franc¨¦s Proust le sirvi¨® una magdalena para construir un manual sobre los recuerdos. El cineasta japon¨¦s Hirokazu Kore-eda no se queda atr¨¢s: "Con objetos cotidianos como una sand¨ªa, un pijama o una ba?era logro expresar las relaciones familiares y los conflictos generacionales". Ah¨ª queda eso. El realizador de la espectacularmente dram¨¢tica Nadie sabe (2004) y de After life (1998) y Hana (2006) -ambas a concurso en anteriores ediciones del certamen de San Sebasti¨¢n- present¨® ayer Aruitemo, aruitemo (en su t¨ªtulo internacional, Still walking), un drama familiar que se desarrolla durante un d¨ªa de verano, en el que se re¨²nen dos hijos (y sus respectivas familias) con sus padres ancianos por el 15? aniversario de la muerte del hijo mayor.
Kore-eda -pausado, claro en sus explicaciones y candidato a premio en el palmar¨¦s del certamen, visto el nivel medio de la secci¨®n oficial- asegur¨® que quer¨ªa "liberarse de todo sentimiento melodram¨¢tico", ya que "¨¦sta es una pel¨ªcula muy personal". Al escribir el gui¨®n, se inspir¨® en la muerte de su madre hace tres a?os y en la figura de su abuelo paterno, un m¨¦dico que intent¨® convencerle durante su infancia para que se dedicara a la misma profesi¨®n.
Por eso, en Still walking el patriarca es un m¨¦dico retirado que no perdona a su hijo haber renunciado a la medicina. M¨¢s a¨²n, el padre proyecta en el hijo "la angustia e incomodidad que siente en el hogar despu¨¦s de haber trabajado toda su vida fuera de casa, una cuesti¨®n cada vez m¨¢s frecuente en la sociedad japonesa", seg¨²n su autor.
Dicho todo lo anterior, el cineasta japon¨¦s confes¨®: "No he permitido que los sentimientos personales mermaran la objetividad del filme". Y todo ello con un barniz de humor y una cierta melancol¨ªa sobre la extra?a mezcla de felicidad y engorro que despiertan las relaciones familiares. Ozu ser¨ªa feliz.
Un juego parecido, el de realidad m¨¢s cercana vista a trav¨¦s de una distante iron¨ªa, que tambi¨¦n defendi¨® el palestino Rashid Masharawi en su Laila's birthday, apenas 70 minutos de un bosquejo de pel¨ªcula y otro filme que transcurre en solo d¨ªa, la jornada laboral de un juez obligado a trabajar como taxista en el veh¨ªculo de su cu?ado para sacar adelante a su mujer y a su hija en una ca¨®tica Palestina. "Tras 60 a?os de ocupaci¨®n israel¨ª, es mejor mirar al resultado de dicha ocupaci¨®n m¨¢s que analizar el conflicto en s¨ª", asegura Masharawi. Lo del director tiene m¨¦rito: "En mi pa¨ªs hay una ¨²nica sala de exhibici¨®n para 4,5 millones de habitantes. As¨ª que cada nueva pel¨ªcula se convierte en una aventura". El juez-taxista, al m¨¢s puro estilo Un d¨ªa de furia, se va calentado hasta que estalla hasta contra sus amigos. "Si no somos capaces de lograr la paz entre nosotros, ?c¨®mo vamos a hacerlo con otra naci¨®n?". Desde luego, al juez lo sacan de quicio."Con un pijama, una sand¨ªa o una ba?era muestro los conflictos"
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