Cruce de miradas
Desde la ya lejana d¨¦cada de 1970, en que se dio a conocer con una propuesta anal¨ªtica bastante ins¨®lita en nuestro pa¨ªs, Soledad Sevilla (Valencia, 1944) no ha dejado de insistir en un trabajo exploratorio, que ha exhibido con regularidad y general reconocimiento. As¨ª se corrobora en la obra reciente, fechada entre 2006 y 2008, donde nos presenta tres propuestas diferentes en lo t¨¦cnico y en lo est¨¦tico. Hay una, eso s¨ª, dominante, que acapara nuestra atenci¨®n, porque ha acaparado la de su autora hasta el punto que bien podr¨ªa haber sido presentada en solitario: la que forma una serie con el nombre gen¨¦rico de Ap¨®stoles, pues no en balde est¨¢ inspirada en la que con tal t¨ªtulo pint¨® Rubens. Obviamente, salvo alg¨²n retazo del pintor flamenco en cuanto el aprovechamiento de su escult¨®rico tratamiento de los ropajes o pa?os, Soledad Sevilla se ha limitado a dejarse llevar por unas sugerencias prestadas para desarrollar su propio mundo, que ha reflexionado siempre sobre lo pict¨®rico en el sentido m¨¢s amplio; esto es: la trama del espacio y de todos los componentes f¨ªsicos que intervienen en un cuadro. Lo ha hecho de una manera sistem¨¢tica y concienzuda, pero dejando la holgura necesaria para no agostar un imprescindible aliento po¨¦tico, que da una nota de frescura, libertad y hasta fragancia a sus reflexiones. En el caso que nos ocupa, no s¨®lo ha replicado la idea de una serie en que un mismo tema tiene cada vez un planteamiento diverso, sino que ha aislado, por un lado, la singular plasticidad volum¨¦trica de cada ropaje, y, por otro, el efecto de los barnices sobre la madera, que es como confrontar lo figurativo y lo abstracto, la ilusi¨®n y el plano, el gesto y lo mec¨¢nico, o, en fin, si se quiere, lo visible y lo invisible en lo pict¨®rico. Curiosamente, donde la huella de Soledad Sevilla se hace m¨¢s patentemente personal, desde el punto de vista sensible, es en el entintado de los tablones, cuyas bastas vetas a la vista dejan bien marcadas a guisa de una caligraf¨ªa natural. Con una entonaci¨®n crom¨¢tica refinada y sutil, logra adem¨¢s generar un aut¨¦ntico delicado diapas¨®n de transparentes gamas como acuareladas. De manera que, en efecto, la exigencia conceptual de esta reflexi¨®n sobre la pintura no enroma el libre curso corporal sin el que lo art¨ªstico no es nada o muy poca cosa.
Soledad Sevilla
Galer¨ªa Soledad Lorenzo. Orfila, 5. Madrid
Hasta el 18 de noviembre
A esta serie protagonista, muy exigente, y de realizaci¨®n material ardua y fatigante, Soledad Sevilla la ha hecho acompa?ar por dos aliviaderos relajantes: uno, m¨¢s espont¨¢neo y gratificante, de unos paisajes, en los que ha utilizado la impresi¨®n l¨¢ser y el ¨®leo sobre lienzo, y el otro, titulado Un a?o de memoria, donde proyecta la secuencia de la grabaci¨®n de la visi¨®n de la luna a lo largo de un a?o, con la sucesi¨®n de todas sus fases. En cualquier caso, rep¨¢rese que ambos caminos est¨¢n centrados en la memoria, que e4s fijaci¨®n espacial y animaci¨®n temporal, elementos interdependientes. De manera que, al final, se piensa si esta exposici¨®n es, por decirlo de alguna manera, uno por tres m¨¢s que tres por uno, un mismo resultado, pero con diferente singladura mental. -
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