El tiempo de Fuentes
Naci¨® en Panam¨¢ pero es mexicano hasta el tu¨¦tano, con todas las consecuencias. Si rastreas sus libros, y ahora que cumple 80 a?os lo est¨¢n haciendo estudiosos y lectores, en M¨¦xico y en muchos lugares del mundo, encontrar¨¢s a Carlos Fuentes volviendo del rev¨¦s y del derecho esa patria para descubrir el secreto que la convierte en un enigma y en una energ¨ªa. Detr¨¢s de esa energ¨ªa est¨¢ tambi¨¦n ¨¦l, como una met¨¢fora literaria del pa¨ªs sobre el que comenz¨® a interrogarse en La regi¨®n m¨¢s transparente, de cuya aparici¨®n se cumplen tambi¨¦n ahora cincuenta a?os. As¨ª que ¨¦l ten¨ªa entonces treinta a?os y ahora tendr¨¢ ochenta el 11 de noviembre pr¨®ximo. Se le preparan homenajes en su pa¨ªs y en Espa?a, donde recibir¨¢ el 13 de octubre el Premio Internacional Don Quijote creado por la Junta de Castilla-La Mancha y la Fundaci¨®n Santillana. Y ahora aparece su nueva novela, La voluntad y la fortuna (Alfaguara). Esta conversaci¨®n se produjo al final del ¨²ltimo verano, en Formentor, Mallorca, versa sobre toda su obra, en busca siempre de ese secreto que siendo mexicano es doble, o triple, inextricable, y que por tanto quiz¨¢ s¨®lo se explica con la leyenda o con la literatura.
"Tener seguridad con democracia va a ser el gran desaf¨ªo de M¨¦xico. Temo realmente por una soluci¨®n autoritaria, no la quiero"
PREGUNTA. M¨¦xico est¨¢ en toda su obra.
RESPUESTA. Como podr¨ªan estar Espa?a, Francia, Argentina
... M¨¦xico es el nombre de un pa¨ªs que constituye mis ra¨ªces, aunque he podido tener otras. Estaba leyendo las memorias de G¨¹nter Grass y claro que es una experiencia alemana, pero cuando escribe El tambor de hojalata se convierte en una experiencia universal con ra¨ªces alemanas. ?se es el secreto de la literatura. Si te quedas en lo puramente local, desaparece pronto, si te vas voluntariamente a lo universal no vas a lograr la base real que te da la sociedad. De manera que es una mezcla de las dos cosas: lo universal y lo local van juntos, uno no puede prescindir del otro y, si se prescinde, la obra fracasa.
P. Lo local y lo global que resume Rulfo. Pedro P¨¢ramo es tan local...
R. Lo m¨¢s local de la tierra. Rulfo conoc¨ªa M¨¦xico cent¨ªmetro a cent¨ªmetro. Fue agente de ventas de los neum¨¢ticos Goodrich y gracias a eso recorri¨® el pa¨ªs vendiendo llantas y hablando con la gente, oyendo las historias m¨¢s extra?as en los pueblos m¨¢s apartados de M¨¦xico, y le sali¨® Pedro P¨¢ramo, una gran novela universal basada en cosas muy locales. ?ste es el secreto.
P. ?C¨®mo conoci¨® usted M¨¦xico?
R. Lo conoc¨ª de lejos. Era hijo de diplom¨¢tico, en consecuencia viv¨ªa casi siempre fuera de M¨¦xico, salvo los veranos, que me enviaban all¨ª a cargo de mis dos abuelas. Ellas me dieron lo que de otra manera no habr¨ªa sabido y lo que al morir ellas desapareci¨®, las historias m¨¢s viejas de los antepasados: de d¨®nde venimos, qui¨¦nes somos, c¨®mo se llamaba el abuelo, el bisabuelo... Todo esto me lo fueron contando poco a poco. Y eran mujeres muy distintas, una era del golfo de M¨¦xico y la otra del Pac¨ªfico. Una era hija de alemanes, la otra descend¨ªa de mercaderes de Santander y de indios yaquis
... Yo preguntaba cu¨¢ndo llegaban las vacaciones para ir con mis abuelitas y aprender a escribir.
P. A lo mejor esa manera de contar est¨¢ detr¨¢s de Los a?os con Laura D¨ªaz...
R. Est¨¢ en el ritmo de todo porque, claro, nadie puede decir que escribe como habla. Primero hablas y luego escribes y aprendes a distinguir el ritmo del habla cotidiana, en el que circulan los cobres de la vida, y luego te instalas a buscar el oro de la literatura a fin de crear no la realidad, ni siquiera una reproducci¨®n de la realidad, que ser¨ªa una realidad redundante, sino a crear una realidad paralela, que antes no exist¨ªa. Antes del Quijote no exist¨ªa la realidad de Don Quijote; pod¨ªa haber novelas de caballer¨ªas y novelas picarescas, pero no hab¨ªa Don Quijote de La Mancha como obra de arte.
P. Como autor de ficci¨®n, ?M¨¦xico le sigue diciendo lo mismo que como ciudadano?
R. No, porque ha habido una enorme cat¨¢strofe (yo lo llamo as¨ª) en M¨¦xico. Cuando yo ten¨ªa veinte a?os hab¨ªa una gran confianza en el destino del pa¨ªs. No hab¨ªa democracia pero hab¨ªa desarrollo. Desarrollo sin democracia era la f¨®rmula de los gobiernos de la revoluci¨®n que se congelaron en el PRI, finalmente, pero hac¨ªan carreteras, educaci¨®n, urbanizaci¨®n, y la vida era segura. En 1946-1947 pod¨ªa salir de un cabaret de mala muerte a las dos de la ma?ana e ir caminando a mi casa. Hoy no me atrevo a salir a la esquina de mi casa a pie. Ha habido una explosi¨®n demogr¨¢fica. Cuando nac¨ª, Ciudad de M¨¦xico ten¨ªa un mill¨®n de habitantes, y el pa¨ªs ten¨ªa veinte. Hab¨ªa un eslogan que dec¨ªa: "Veinte millones de mexicanos no pueden estar equivocados". Se refer¨ªan al pa¨ªs, hoy se referir¨ªan a la ciudad, que tiene veinte millones, en un pa¨ªs que ya alcanza una poblaci¨®n de cien. Es un cambio demogr¨¢fico que no se ha encauzado por v¨ªas creativas. Ha habido crisis econ¨®micas, empobrecimiento, subproletariado, proletariado gansteril que ha surgido al amparo de la droga... De manera que hoy la situaci¨®n es mucho m¨¢s dif¨ªcil, m¨¢s peligrosa, hay asesinatos, hay secuestros y hay un clamor, un "basta", un "hasta aqu¨ª hemos llegado", y una enorme demanda de seguridad. Esto es muy peligroso porque a veces la seguridad s¨®lo la da un Gobierno autoritario, una dictadura. Tener seguridad con democracia va a ser el gran desaf¨ªo de un M¨¦xico al que no puedo ver con los ojos optimistas con los que lo ve¨ªa en los a?os 45 o 50 del pasado siglo.
P. Dec¨ªa usted, precisamente entonces, en La regi¨®n m¨¢s transparente: "Esto no es grave, en M¨¦xico no hay tragedia, todo se vuelve afrenta".
R. Es cierto, todo se volvi¨® afrenta. Hoy la situaci¨®n nacional es un enorme insulto a la ciudadan¨ªa, una enorme afrenta. ?C¨®mo vamos a salir de esto? No s¨¦, exactamente no lo s¨¦. Temo realmente por una soluci¨®n autoritaria, no la quiero. La seguridad es algo que depende mucho del tr¨¢fico de drogas y el mercado de la droga est¨¢ en Estados Unidos. M¨¦xico es un pa¨ªs de tr¨¢nsito, ahora es un pa¨ªs de producci¨®n y de tr¨¢nsito, pero los capos mexicanos son cantinflas, son gente muy secundaria... En cambio, los grandes intereses ya sabemos que est¨¢n en Estados Unidos. ?Ad¨®nde va el dinero generado por la droga? Va de M¨¦xico a Estados Unidos, y all¨ª lo limpian los bancos. ?Y qui¨¦nes son los grandes capos? No se sabe. Hay una responsabilidad muy grande de los norteamericanos al no atacar realmente este problema, y una responsabilidad nuestra al no lograr la uni¨®n de seis, siete, ocho pa¨ªses que despenalicen el uso de la droga, que ser¨ªa el primer paso. Que tras la despenalizaci¨®n va a haber m¨¢s consumo, es cierto. Cuando Roosevelt despenaliz¨® el alcohol no dej¨® de haber borrachos, lo que dej¨® de haber fue Alcapones. ?ste es el paso realmente importante que deber¨ªamos de dar. Nadie se atreve porque les parece un pecado permitir el uso de la droga. No es permitir el uso. Es despenalizar, algo diferente.
P. Escribe usted en La muerte de Artemio Cruz sobre un pa¨ªs que en "cada generaci¨®n tiene que destruir a los antiguos poseedores y sustituirlos por nuevos amos tan rapaces y ambiciosos como los otros".
R. Es una cr¨ªtica y es una realidad. La diferencia de M¨¦xico con el resto de Am¨¦rica Latina fue que las sucesivas revoluciones mexicanas acabaron con las castas del poder y las sustituyeron por gente en ascenso. La revoluci¨®n liberal es encabezada por un indio zapoteca, Benito Ju¨¢rez, que trae toda una casta que llega con Porfirio D¨ªaz. La revoluci¨®n mexicana es el ascenso de Demetrio Mac¨ªas, el personaje de Los de abajo, de Mariano Azuela, de toda una clase media provinciana, que con la revoluci¨®n ascienden a puestos de mando. Pero hay una renovaci¨®n. En M¨¦xico siempre ha habido una cierta porosidad social mucho mayor que en otros pa¨ªses de Am¨¦rica Latina, pero vamos a ver cu¨¢nto dura esto en la situaci¨®n de inseguridad que estamos viviendo y en la que yo veo muchas sombras.
P. Ah¨ª, en La muerte de Artemio Cruz, late la preocupaci¨®n por la traici¨®n a la revoluci¨®n...
R. Es que no hay buena revoluci¨®n que no sea traicionada, s¨®lo las malas revoluciones no se traicionan a s¨ª mismas... F¨ªjate que hay traici¨®n a la revoluci¨®n norteamericana, hay traici¨®n a la Revoluci¨®n Francesa. No hay traici¨®n a la revoluci¨®n rusa porque el estalinismo decide que no ha habido traici¨®n, pero tiene que crear un r¨¦gimen totalitario para impedir la traici¨®n traicionando a la revoluci¨®n
... Toda revoluci¨®n genera libertad y genera nuevas formas de dominaci¨®n. Entonces, hay que consagrar la libertad para combatir esas formas de dominaci¨®n que inevitablemente van acompa?adas de una gran transformaci¨®n social, del descenso de unos, del ascenso de otros. Ese panorama que reflejamos muchos novelistas franceses, norteamericanos y latinoamericanos.
P. En su obra hay un estilo que busca un estilo. ?Qu¨¦ se propone literariamente?
R. No hay creaci¨®n sin tradici¨®n ni nueva tradici¨®n sin nueva creaci¨®n que la alimente. La novela de M¨¦xico fue primero una novela testimonial, muy directa, de la revoluci¨®n mexicana, Mariano Azuela, Mart¨ªn Luis Guzm¨¢n... Hubo una gran ruptura. Recuerdo el asombro que para m¨ª fue leer Al filo del agua, de Agust¨ªn Y¨¢?ez, a finales de los cuarenta, porque tomaba los temas tradicionales, el campo, la Iglesia, y los transformaba en una literatura totalmente moderna, novedosa. Esto fue en el a?o 1947-1948. Y en 1955 tienes Pedro P¨¢ramo, que es la mejor novela que se ha escrito en M¨¦xico y que revolucion¨® totalmente el quehacer novel¨ªstico. Con ella, Rulfo cerr¨® con broche de oro esa tem¨¢tica. Despu¨¦s de Rulfo no era posible seguir esa tem¨¢tica, fue el genio de Rulfo el que dijo: "Yo cierro esta tradici¨®n con un ¨¢rbol desnudo del cual cuelgan manzanas de oro, y v¨¢monos a otra cosa". Yo me dije: hay un gran tema, la Ciudad de M¨¦xico, ?por qu¨¦ nadie lo ha abordado? Estamos viendo nuestra ciudad, que entonces ten¨ªa cinco millones de habitantes, es el centro tradicional del pa¨ªs, una ciudad muy pujante, muy diversificada, muy misteriosa, con un movimiento social y personalidades extraordinarias, y por eso escrib¨ª La regi¨®n m¨¢s transparente, casi como un dictado de la ciudad misma que me dijo: "Si¨¦ntate y escr¨ªbeme, no seas cabr¨®n".
P. "Nac¨ª y vivo en M¨¦xico DF, esto no es grave", se dice en La muerte de Artemio Cruz. Ahora s¨ª es grave.
R. Ahora es grave por la inseguridad.
P. "M¨¦xico es un pa¨ªs de hombres tristes y de hombres alegres, dijo mi padre, ?ngel, 22 a?os, en el instante de crearme. Antes, mi madre, ?ngeles, menos de 30 a?os, hab¨ªa suspirado: 'Oc¨¦ano origen de los dioses'. Pero pronto no habr¨¢ tiempo para la felicidad y todos ser¨¢n tristes, ni?os y viejos juntos, continu¨® mi padre
...". Eso est¨¢ en Crist¨®bal Nonato, y parece una melanc¨®lica evidencia del destino...
R. ?Oye, no hay que convertir en convicciones del novelista lo que dicen sus personajes! No, no lo digo yo, lo dice el personaje de la novela. Siempre me impresion¨® mucho la belleza de los ni?os mexicanos, y c¨®mo se convierten despu¨¦s en gente fea no lo entiendo. Es una metamorfosis que pasa generalmente, en todas partes, pero es que los cr¨ªos de M¨¦xico son particularmente bellos. Luego viene la vida, la transformaci¨®n, y es a esa ni?ez mexicana a la que se refiere el personaje. Es un desaf¨ªo para todos que esa ni?ez se convierta en una madurez bella, no madurez decepcionada, triste, criminal.
P. Esto lo dice usted, en este caso, no sus personajes. ?Y cu¨¢nto de Fuentes hay en las reflexiones de sus personajes?
R. Es inevitable. Recuerdo a Flaubert, claro: "Madame Bovary soy yo". Es un personaje creado por el escritor pero distanciado por el escritor. Madame Bovary tiene una vida, s¨ª, es Flaubert, pero al mismo tiempo es Madame Bovary. Madame Bovary podr¨ªa decir: "Gustave Flaubert c'est moi". Hay esa simbiosis inevitable. Pero el filo de la navaja es esa distancia que se puede establecer entre la creaci¨®n del escritor y el escritor mismo. Acabo de escribir una novela en primera persona, La voluntad y la fortuna, cosa que rara vez hago, y sent¨ª una libertad muy grande para ser yo mismo siendo distinto; sin embargo, habla en primera persona y es yo en cierta manera.
P. ?Qui¨¦n es ese personaje?
R. Es un muchacho cuya cabeza cortada habla. Le han cortado la cabeza en un acto criminal en Acapulco y dice: "Soy una de tantas cabezas cortadas al d¨ªa de hoy". Y a?ade: "Voy a contarles esta novela antes de que se me olvide todo". Y la cuento. Es una historia un poco Ca¨ªn y Abel... En medio hay toda una sociedad, una ciudad, muchos personajes, me divert¨ª mucho inventando personajes.
P. ?Todo es Ca¨ªn y Abel?
R. Vlad¨ªmir Propp, el cr¨ªtico ruso, ten¨ªa raz¨®n: hay doce temas, m¨¢s o menos, en la novela, padres e hijos, hombres y mujeres, sexo, hijo pr¨®digo: me voy de la casa, regreso a la casa, el viaje, la aventura, Ulises..., son muy pocos temas. La originalidad no es la tem¨¢tica, sino la manera de tratar los temas de siempre. Hay un dios de la ficci¨®n que un d¨ªa dijo: "Vamos a contar el regreso de un hombre que ha estado ausente diez a?os a trav¨¦s de las peripecias de su vuelta. Vamos a contar la historia de dos hermanos, uno de los cuales asesina al otro...". Todo eso est¨¢ tem¨¢ticamente dicho, pero el tratamiento es cada vez distinto. En el siglo XIX hay por lo menos tres grandes novelas que se refieren a la mujer y al adulterio, Anna Karenina, Madame Bovary y Effi Briest. Las tres son distintas porque hay un sello de creaci¨®n de un mundo alrededor del asunto que lo convierte en algo totalmente novedoso. Sabiendo que no es novedoso, todo le da el aire de la primera creaci¨®n. Escribir sinti¨¦ndote el Dios de la primera creaci¨®n es el gran privilegio de la literatura.
P. En Cambio de piel hab¨ªa abordado lo que pas¨® en M¨¦xico, con distintas voces, y Los a?os con Laura D¨ªaz es la historia del mundo la que pasa por M¨¦xico. Un empe?o balzaquiano.
R. Siempre he tenido la conciencia de que mi pa¨ªs no es un islote aparte. El nacionalismo mexicano degener¨® cuando cre¨ªamos realmente que "como M¨¦xico no hay dos". "Nada humano nos es ajeno", dijo Alfonso Reyes citando a Terencio, y creo que ¨¦ste es el sentido de la relaci¨®n con tu pa¨ªs, es sentir que est¨¢s en el mundo, que no estamos aislados
P. Ha dicho usted: "La ficci¨®n es m¨¢s cierta que la vida".
R. S¨ª, la ficci¨®n crea vida, crea una vida que antes no estaba all¨ª. Es una vida paralela. ?Podemos hoy imaginar el mundo sin Don Quijote? Cuesta mucho. ?Sin Hamlet? Cuesta mucho. Sin embargo, hubo una ¨¦poca en que no exist¨ªan. Hoy ellos forman parte de la realidad porque fueron imaginados; lo que se imagina se convierte entonces en parte de la realidad indisoluble y ya no puedes entender la realidad sin lo que imagin¨® el escritor. Es la fuerza del escritor. Sobrevive a los pol¨ªticos por eso.
P. El tiempo y M¨¦xico. ?Est¨¢ de acuerdo en que ¨¦stos son los asuntos de su obra?
R. S¨ª, en la medida en que son base de la obra pero intentan trascender a ambos. Estoy hablando de M¨¦xico pero estoy hablando de la condici¨®n humana
... Y hablo de un tiempo que no es el tiempo de los calendarios
... El gran intento de autores como Virginia Woolf o como William Faulkner es dar tiempos simult¨¢neos, presente, pasado y futuro. Como dice Faulkner: "Ayer est¨¢ pasando hoy y ma?ana tambi¨¦n"... El tiempo sigue adelante, derrota a los escritores pero los escritores triunfan porque intentaron lo imposible. El escritor tiene que intentar lo imposible aunque se vaya de bruces, no importa, hay que intentar lo que uno juzgue necesario e imposible.
P. ?Qu¨¦ tal se lleva con la palabra "ahora"?
R. Muy bien, muy bien. Y me llevo mejor con la palabra "ahorita" y mejor con la palabra "ahoritita", que decimos los mexicanos mucho.
La voluntad y la fortuna. Carlos Fuentes. Alfaguara. Madrid, 2008. 552 p¨¢ginas. 19 euros. Sale a la venta el pr¨®ximo mi¨¦rcoles, d¨ªa 8.
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