El problema es Europa, no la Biblia
Benedicto XVI adelant¨® en junio pasado lo que espera de este s¨ªnodo general de obispos: "una nueva primavera" eclesi¨¢stica a partir del "redescubrimiento" de la Biblia. Lo escribi¨® en el documento Instrumentum Laboris, presentado como punto de partida de la discusi¨®n que se inicia hoy. El Vaticano cree que "una reflexi¨®n sobre las Sagradas Escrituras reviste una importancia capital" no s¨®lo para la Iglesia, sino tambi¨¦n "para el mundo contempor¨¢neo".
La tesis del papa Ratzinger, reputado te¨®logo, es que la Biblia es sustancia de "la cultura de numerosos pueblos". Benedicto XVI es alem¨¢n, el pa¨ªs de Lutero, del reformismo protestante y de la promoci¨®n de la Biblia como lectura popular, sin censuras previas ni notas a pie de p¨¢gina. Pero la iglesia que lidera persigui¨® con sa?a, durante siglos, la venta y la lectura libre de ese texto sagrado. Las v¨ªctimas de la contrarreforma romana se cuentan por miles, entre otros el espa?ol fray Luis de Le¨®n y el ingl¨¦s George Borrow, ¨¦ste encarcelado en Madrid por vender biblias en castellano y en z¨ªngaro (la lengua gitana). Todav¨ªa se mandaba a prisi¨®n a los protestantes espa?oles hasta muy entrada la segunda mitad del siglo pasado.
El Papa cree que su iglesia en Europa es "una vi?a devastada por los jabal¨ªes" y "m¨¢s vinagre que vino"
Este s¨ªnodo, el primero convocado por Benedicto XVI, es universal, es decir, convoca a obispos de todo el orbe cat¨®lico. El anterior, en 2005, fue monogr¨¢fico sobre Europa, el continente donde el catolicismo sufre la mayor crisis. El Papa lo abre con igual pesimismo que entonces. Europa sigue siendo una piedra puntiaguda en las sandalias de este pont¨ªfice alem¨¢n, sucesor del pescador palestino Pedro. "Una vi?a devastada por los jabal¨ªes" y "m¨¢s vinagre que vino", dijo hace tres a?os. Lo que en el pasado era su fuerza -el car¨¢cter occidental del catolicismo y que fuese regido con mano de hierro desde Roma-, es hoy un obst¨¢culo. En Europa, "Dios ha sido expulsado de la vida p¨²blica", reiter¨® ayer en la homil¨ªa inaugural.
La Iglesia romana o latina, suele decirse. Este centralismo se nota tambi¨¦n en la historia de los s¨ªnodos, desde que Pablo VI cre¨® en 1965 esta figura para aparentar una colegialidad que el revolucionario Vaticano II hab¨ªa reclamado a los papas. Todos se han celebrado en Roma, pese a que no pocos ten¨ªan por objeto analizar la situaci¨®n de territorios, incluso continentes, concretos: la revuelta de las iglesias de los Pa¨ªses Bajos, el llamado S¨ªnodo Neerland¨¦s (en 1980); el complicado avance de la religiosidad en ?frica (1994); la situaci¨®n del L¨ªbano (1995); el empuje del cristianismo en Asia (1998) o en Ocean¨ªa (1999)...
Pese a la apabullante relaci¨®n de grandes concilios que salieron de Roma para sentirse libres, el m¨¢s famoso a Trento, ahora El Vaticano no se mueve de Roma. Las experiencias de Pablo VI en las asambleas del episcopado latinoamericano de Medell¨ªn (Colombia, 1968) y Puebla (M¨¦xico, 1979), sonadas cumbres de una teolog¨ªa de la liberaci¨®n execrada m¨¢s tarde por el actual papa, no volver¨¢n a repetirse, al menos en el actual pontificado.
Pero el catolicismo florece en esos otros continentes. La mayor¨ªa de los nuevos cristianos, hoy, vive en antiguas tierras de misi¨®n, donde la religi¨®n multiplica la cosecha por d¨¦cadas, mientras la pr¨¢ctica en el llamado viejo continente retrocede cada a?o. Este es el contexto de la apocal¨ªptica homil¨ªa de ayer. ?Es s¨®lo un problema de (falta de) lectura de la Biblia? Muchos prelados llegados desde muy lejos querr¨¢n llegar al meollo de la crisis y buscar las reformas necesarias. Ser¨¢ el debate principal en el s¨ªnodo, aunque disguste a Roma.
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