Cuidados intensivos
Es dif¨ªcil exagerar demasiado la precaria situaci¨®n en la que se encuentran tanto los mercados financieros como la econom¨ªa occidental. No es s¨®lo la evoluci¨®n de los mercados burs¨¢tiles, que con p¨¦rdidas anuales cercanas al 40% van camino de batir r¨¦cords hist¨®ricos. Todav¨ªa m¨¢s preocupante es la completa p¨¦rdida de confianza en los mercados bancarios y financieros. El mercado interbancario se ha pr¨¢cticamente evaporado, los bancos no se prestan los unos a los otros, y los bancos centrales se han convertido en prestamistas de primera instancia.
El sistema financiero occidental est¨¢ en una trampa de liquidez, los bancos toman prestado de los bancos centrales y lo depositan en letras del tesoro, en lugar de prestarlo al sector privado. La estrategia de los bancos centrales de aumentar las infusiones de liquidez ha llegado a su fin. De hecho, la decisi¨®n de la Reserva Federal de comprar pagar¨¦s de empresa de corto plazo es un hito hist¨®rico, ya que el banco central prestar¨¢ directamente a empresas no financieras, obligado por la falta de cr¨¦dito extendido por los bancos. La bajada de tipos coordinada de ayer es otro intento de restaurar la confianza. Son medidas extraordinarias para una situaci¨®n extraordinaria.
La coordinaci¨®n es ineficiente y lenta y la pol¨ªtica se ha impuesto a la racionalidad
La coyuntura es muy grave: si el crecimiento del cr¨¦dito se frena, la econom¨ªa se queda sin ox¨ªgeno y las consecuencias pueden ser catastr¨®ficas. Para evitarlo hay que restaurar la confianza en el sistema con garant¨ªas y recapitalizar r¨¢pidamente el sistema bancario. Por desgracia, la actuaci¨®n de los Gobiernos en las ¨²ltimas semanas ha contribuido a aumentar la incertidumbre. El escaso olfato pol¨ªtico de Paulson, la miop¨ªa del Congreso americano, y el penoso espect¨¢culo europeo con anuncios, contranuncios y recriminaciones han creado una peligros¨ªsima sensaci¨®n de vac¨ªo de poder.
Por suerte, Gran Breta?a ha presentado hoy un plan que re¨²ne las mejores pr¨¢cticas y que debe ser un modelo a seguir, con garant¨ªas para aumentar la confianza y un plan claro y abundante de recapitalizaci¨®n del sistema bancario. El resto del G-7 debe seguir este ejemplo y adoptar un plan conjunto este fin de semana en su reuni¨®n de Washington. No es el momento de titubear.
Hay que actuar r¨¢pidamente, porque en las ¨²ltimas semanas el mundo occidental ha entrado en un proceso recesionario. Las recesiones son causadas por cambios repentinos en el comportamiento de consumidores y empresas, en momentos en los que un aumento s¨²bito de la aversi¨®n al riesgo incita al ahorro y a la prudencia. La turbulencia de las ¨²ltimas semanas ha acabado con la poca confianza que quedaba en el sector empresarial, y el cambio ha sido dr¨¢stico. Los indicadores de confianza se han colapsado, los planes de inversi¨®n se han archivado, los consumidores han dejado de consumir. Cuanto m¨¢s dure la sequ¨ªa del cr¨¦dito, m¨¢s se acentuar¨¢ la precauci¨®n de los agentes econ¨®micos.
La reacci¨®n europea ha sido especialmente preocupante. El BCE ha sido ¨¢gil y humilde y ha corregido el error de subir los tipos hace tan s¨®lo tres meses con una bajada de tipos agresiva. Pero la clase pol¨ªtica ha dejado mucho que desear. Durante a?os los Gobiernos europeos se han negado a crear un marco de gesti¨®n de crisis para Europa, apostando por la coordinaci¨®n ad hoc en lugar de crear un proceso unificado. Ahora hemos visto que la coordinaci¨®n es ineficiente y lenta y que la pol¨ªtica se ha impuesto a la racionalidad, como siempre. Las recriminaciones al Gobierno irland¨¦s por adoptar una garant¨ªa de dep¨®sitos en un momento de absoluta necesidad, la negativa alemana a presentar un frente com¨²n y el vac¨ªo del liderazgo franc¨¦s, son muestras de un ego¨ªsmo y cortoplacismo muy preocupantes. La respuesta espa?ola ha sido r¨¢pida y adecuada, ya que el problema es de financiaci¨®n, no de solvencia, pero hubiera sido mucho m¨¢s efectiva en el contexto de un paquete europeo.
El paciente est¨¢ en la UCI, con pron¨®stico reservado. Parece que finalmente se est¨¢n adoptando las medidas adecuadas. Pero las heridas provocadas por los errores del ¨²ltimo mes van a dejar secuelas que tardar¨¢n en curar. Un ¨²ltimo mensaje a la clase pol¨ªtica: por favor, no intenten cubrir los errores pasados con un exceso de celo en evitar que la crisis se repita. El riesgo de una respuesta excesiva que endurezca en exceso la regulaci¨®n es muy alto. Probablemente bastar¨¢ con aplicar la regulaci¨®n de manera apropiada, como ha hecho el Banco de Espa?a en la ¨²ltima d¨¦cada, ejemplo mundial a seguir.
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