Depresi¨®n inminente
Hace semanas que la crisis financiera entr¨® en una pendiente particularmente peligrosa. Su extensi¨®n a Europa est¨¢ contaminando todos los sistemas bancarios casi sin excepci¨®n. En algunos de ellos la distancia a la quiebra de las entidades se acorta de forma inquietante. El temor y la desconfianza siguen presidiendo la actividad de todos los mercados financieros. Los de cr¨¦dito siguen bloqueados porque la confianza sigue quebrada. En las econom¨ªas consideradas de referencia para la actividad financiera, EE UU y Reino Unido, las nacionalizaciones bancarias se han constituido en la soluci¨®n ante las amenazas de desplome del conjunto de los respectivos sistemas financieros. La Reserva Federal se ha convertido en directo comprador de papel comercial emitido por las empresas.
El crecimiento de las econom¨ªas avanzadas ya es tributario de esas graves disfunciones y fallos en los mercados financieros y todas las instituciones revisan a la baja de forma significativa las previsiones para los pr¨®ximos meses. A pesar de que las econom¨ªas emergentes m¨¢s din¨¢micas seguir¨¢n creciendo, el conjunto de la econom¨ªa mundial registrar¨¢ una muy pronunciada desaceleraci¨®n el pr¨®ximo a?o. Europa, que poco tuvo que ver en el origen de la crisis, puede sufrir bastante m¨¢s que otras ¨¢reas. Sus principales econom¨ªas pueden ya estar en recesi¨®n. La combinaci¨®n de continuas p¨¦rdidas de riqueza financiera, bloqueo de los mercados y extensi¨®n de la recesi¨®n es lo que deriv¨® en ese cuadro cuyo desenlace fue la Gran Depresi¨®n. Varios a?os de retroceso econ¨®mico y p¨¦rdidas de bienestar social. El horizonte hoy no est¨¢ quiz¨¢ tan lejos.
Ante un escenario tan excepcional, las autoridades no s¨®lo est¨¢n en la obligaci¨®n de actuar, sino de hacerlo de forma lo m¨¢s coordinada posible. Lo han hecho los bancos centrales y es deseable que lo hagan las autoridades europeas. El objetivo no puede ser otro que evitar la prolongaci¨®n de ese cuadro recesivo, el riesgo de que derive directamente en una depresi¨®n. Afortunadamente son cada vez menos los que conf¨ªan en el ajuste de los propios mercados. Los gobiernos han de intervenir, y los bancos centrales tambi¨¦n, pero de forma lo m¨¢s coordinada posible. Los prejuicios ideol¨®gicos hace meses que debieron olvidarse.
La reducci¨®n de tipos de inter¨¦s por los m¨¢s importantes bancos centrales del mundo (el de China incluido) aunque tard¨ªo, es un muy buen precedente. A pesar de que ni los mercados interbancarios ni los burs¨¢tiles han reaccionado favorablemente, no hay que descartar reducciones adicionales. El papel del llamado Grupo de los Siete (G-7) es reforzar el mensaje de gobernaci¨®n global de la crisis: acciones econ¨®micas y monetarias sincronizada y de gran alcance, que incluyan la utilizaci¨®n excepcional y temporal de las finanzas p¨²blicas. No va a ser f¨¢cil, pero es la ¨²nica alternativa para evitar males peores a los ya vistos. No es la hora de prejuicios y restricciones propios de ¨¦pocas normales. Las condiciones de estabilidad de la UE habr¨¢n de ser relajadas, al tiempo que sus autoridades econ¨®micas deber¨¢n propiciar decisiones cuando menos coordinadas que no vuelvan a hacer de esta regi¨®n el escenario de mayor severidad de la crisis. -
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