"Sospechar del Planeta es como sospechar de los Reyes Magos"
El Premio Planeta es un circo de cuatro pistas en el que Fernando Savater se mueve resignado pero con soltura. Un cena multitudinaria con pompa y circunstancia, un suspense de cart¨®n piedra barnizado de purpurina a la espera de salir en directo por televisi¨®n y una quiniela teledirigida que el mi¨¦rcoles pasado, como dec¨ªan algunos, fue quiniela h¨ªpica. Al final se confirm¨® un resultado cantado de antemano: Savater gan¨® con La hermandad de la buena suerte, una novela que llegar¨¢ a las librer¨ªas el 6 de noviembre junto a Muerte entre poetas, de ?ngela Vallvey, la finalista.
A la ma?ana siguiente, la de ayer, el escritor donostiarra, acuartelado en un hotel de Barcelona, va de sof¨¢ en sof¨¢ y de micr¨®fono en micr¨®fono hablando de una novela que nadie ha podido leer todav¨ªa. Eso s¨ª, profesional y amable, certero y brillante, tiene una sonrisa y una frase para cada uno. No para de hablar: "En mi boca s¨ª entran moscas", dice.
"La filosof¨ªa es una novela en la que la v¨ªctima investiga por qu¨¦ le van a matar"
El pensador vasco ha querido reafirmarse como escritor de ficci¨®n
"Este premio es un juego y hay que tomarlo as¨ª. Ya se sabe c¨®mo funciona"
Tiene 61 a?os y hace 15 d¨ªas que se jubil¨® de su c¨¢tedra de Filosof¨ªa en la Universidad Complutense. Hoy mismo, en cuanto cierre el primer cap¨ªtulo del marat¨®n promocional, se marcha a Newmarket (Reino Unido), a las carreras de caballos, c¨®mo no. ?se es el ambiente de su novela, que narra la b¨²squeda que se desata cuando, en v¨ªsperas de una importante competici¨®n, desaparece un jockey ¨²nico.
Una novela de aventuras, m¨¢s que de detectives, "con ali?o metaf¨ªsico". As¨ª define su autor La hermandad de la buena suerte. Con todo, para Savater, el pensador espa?ol m¨¢s popular de las ¨²ltimas d¨¦cadas, la relaci¨®n entre detectives y fil¨®sofos es clara: "La filosof¨ªa es una novela policiaca en la que la propia v¨ªctima investiga qui¨¦n le va a matar y por qu¨¦". De todos modos, Savater avisa de que en este libro ha descansado de s¨ª mismo. Y quiere que los lectores tambi¨¦n descansen de los temas habituales en sus ensayos: el nacionalismo, el laicismo, la ciudadan¨ªa. "Les ahorro los sermones. No me gustan las novelas con teor¨ªa. Proust dec¨ªa que escribir una novela con teor¨ªa es como hacer un regalo con el precio puesto".
Lector antes que escritor, el pensador donostiarra aprovecha la ocasi¨®n para rendir homenaje a los grandes escritores sobre carreras de caballos: "Espero que la m¨ªa sea la segunda mejor novela de este g¨¦nero escrita en espa?ol. La primera es Caballo de copas, de Fernando Alegr¨ªa, un chileno al que no me canso de recomendar a los editores". Junto a ¨¦l, Dick Francis, jockey, piloto de la RAF en la II Guerra Mundial y autor de numerosos thrillers con fondo de hip¨®dromo. Y Edgar Wallace, aficionado a las carreras y conocido como guionista de King Kong. El gran mono, de hecho, presid¨ªa la corbata que Savater luci¨® en la cena del mi¨¦rcoles: "Es mi mito predilecto. Pensaba en esa cena con espanto y pens¨¦ que King Kong me transmitir¨ªa algo de su fuerza". "Me horrorizan los actos sociales", afirma, aunque, dadas sus tablas, nadie lo dir¨ªa: "Siempre he pensado que, como soy malo, en lugar de al infierno me mandaran a un cocktail".
La suya, dice volviendo a la literatura, es "una novela low fat", sin relleno ni dilaci¨®n, "el gran problema de la mayor¨ªa de las novelas". "Mi reto ha sido dilatar sin rellenar, adelgazar el libro sin deshojarlo".
Lo que va a engordar es la cuenta corriente de este autor de un superventas como ?tica para Amador. ?601.000 euros dar¨¢n para comprar un caballo? "Todo lo m¨¢s, un penco. No podr¨¦ hacer como Antonio Sk¨¢rmeta, que con el dinero de la adaptaci¨®n de El cartero y Pablo Neruda se compr¨® un caballo al que llam¨® Postino". No habr¨¢, pues, un caballo Patricio, el seud¨®nimo con el que Savater, que muestra su anillo h¨ªpico comprado en Irlanda, concurri¨® al concurso.
Savater tiene motivos para creer en la buena suerte, pero matiza: "Creo que hay una suerte, y somos nosotros los que tenemos que convertirla en buena". Tocado con la fortuna del Planeta, el escritor aclara que se present¨® al premio, del que ya fue finalista en 1993 con El jard¨ªn de las dudas, para reivindicarse como escritor de ficci¨®n: "No hace tanto escrib¨ª El gran laberinto, una novela para adolescentes que a m¨ª me gusta mucho. Nadie le hizo caso. Los fil¨®sofos pensaron que era un divertimento y los literatos, que eran cosas de fil¨®sofo. Pens¨¦: la pr¨®xima vez todo el mundo tendr¨¢ que enterarse".
Lanzada la conversaci¨®n, la pregunta cae por su peso: ?qu¨¦ hace un profesor de ¨¦tica en un premio siempre sospechoso de estar encargado, pactado o sugerido? ?l no se inmuta: "Sospechar del Planeta es como sospechar de los Reyes Magos. Es un juego y hay que tomarlo como es. A estas alturas se sabe m¨¢s o menos c¨®mo funciona. Hay que juzgarlo literariamente. Miras el palmar¨¦s del premio y est¨¢ todo el mundo. Es la prueba de que funciona como elemento de promoci¨®n de la lectura. Juan Benet era un hombre exquisito y a priori poco planetario, pero su audiencia creci¨® cuando fue finalista. Como no es obligatorio jugar a este juego, es absurdo poner cara de virgen ofendida. Adem¨¢s, hay un jurado". Y concluye: "Si alg¨²n d¨ªa ves que me dan un premio en un concurso de belleza piensa que hay compadreo, pero de los que me den por escribir bien puedes pensar que est¨¢n bien dados".
Babelia
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