Un escenario de novela
Existen ciudades cuyos nombres evocan una epopeya. Al pronunciarlos las im¨¢genes cobran vida y dibujan historias de sufrimiento, utop¨ªa y resistencia. Sarajevo -Saraevo en los labios de sus habitantes- es una de ellas. En su ADN est¨¢ impresa la huella de la guerra, de la ¨²ltima etnicista que mat¨® a 10.000 de sus habitantes en casi cuatro a?os de cerco, y de la anterior, durante la invasi¨®n nazi, que diezm¨® la comunidad sefard¨ª expulsada de la Espa?a de 1492. Pero Sarajevo tiene tambi¨¦n en sus entra?as el sello de la tolerancia, como aquel Toledo de las tres culturas. Ciudades de encuentro, esp¨ªritus de frontera donde se intercambian ideas, esperanzas y bienes hasta que llegan el miedo y el fanatismo y las alambradas, las inquisiciones y los holocaustos.
Sarajevo parece un escenario inmejorable para la novela: a¨²n est¨¢n vivos los h¨¦roes y los demonios que se pasean mezclados por unos escenarios marcados por las balas y las granadas de mortero. Abundan en un territorio reducido los personajes, los contrastes y los matices y donde cada rostro parece esconder una historia ¨²nica.
Geraldine Brooks ha escogido la ciudad abierta para crear Los guardianes del libro. Desde ella construye una apasionante trama alrededor de un icono de la convivencia: una Haggad¨¢ sefard¨ª del siglo XIV raramente ilustrada en desaf¨ªo de los preceptos religiosos, y que ha compartido el tormento de su pueblo hasta llegar al Sarajevo otomano. Al menos dos veces esa excelsa Haggad¨¢ fue salvada por un musulm¨¢n: Dervis Korkut arriesg¨® su vida en 1941 al enga?ar al general nazi Fortner y Enver Imamovic la escondi¨® en la caja fuerte de un banco durante los bombardeos en 1992. Hoy se expone entre fuertes medidas de seguridad en el Museo Nacional de Bosnia-Herzegovina. Su sola contemplaci¨®n merece el viaje.
Aunque Brooks sit¨²a su novela en la primavera de 1996, en los meses posteriores a la guerra, cuando los Acuerdos de Dayton impusieron una paz pragm¨¢tica que igual¨® a agresores y agredidos, se filtran casi sin querer esquirlas del otro Sarajevo, el de los francotiradores y el dolor. A pesar de haber estado all¨ª como corresponsal de The Wall Street Journal, Brooks opta por la novela plena sin concesiones a su antigua profesi¨®n. Se pierde el relato de la periodista, pero se gana el de la escritora. Poco se sabe de la Haggad¨¢ de Sarajevo: naci¨® de un artista an¨®nimo en el siglo XIV, posiblemente en Barcelona, pas¨® por Venecia en 1609 donde se salv¨® milagrosamente del Santo Oficio y emergi¨® en la capital bosnia en 1894 cuando una familia llamada Cohen la vendi¨® al museo nacional. La escritora estadounidense y su documentad¨ªsima imaginaci¨®n viajan por el t¨²nel del tiempo componiendo un relato bello y cre¨ªble de lo mucho que se desconoce sobre el libro y las personas que lo protegieron. Brooks parte de una figura agradable, la doctora Hanna Heath, una joven especialista australiana que recibe el encargo de la ONU de restaurar la Haggad¨¢ de Sarajevo, y que le sirve de hilo conductor y contrapeso a una madre dura y distante (gran personaje) que parece una r¨¦plica feminista del doctor House. Lo peor de esta buena novela es la digresi¨®n conspirativa de las ¨²ltimas p¨¢ginas, cuando se aleja tanto de Sarajevo y de la Haggad¨¢ que rompe la magia de la narraci¨®n hist¨®rica. Lo mejor es que invita a saber m¨¢s sobre el destino de nuestros jud¨ªos y de seguir leyendo a Brooks, premio Pulitzer de ficci¨®n en 2006 por March.
La otra novela relacionada con Bosnia que se publica este oto?o es El violonchelista de Sarajevo, de Steven Galloway. El autor escoge la primera ciudad, la tr¨¢gica, donde sit¨²a a sus cuatro personajes centrales: el violonchelista, Flecha, Kenan y Dragan. Aunque es un libro confuso en sus descripciones urbanas tiene suficientes pinceladas y escenas -la conmovedora del cruce de la calle del francotirador- como para merecer su lectura. Los problemas de fondo son otros: sobra manique¨ªsmo y falta emoci¨®n, algo esencial para que un escenario tan violento parezca vivo. La de Galloway no es una novela escrita por dentro, desde la mirada y el sentimiento del testigo (los irreemplazables olor, color y sabor). Est¨¢ lejos de las maravillosas Sarajevo. Diario de un ¨¦xodo y Sara y Serafina del bosnio Dzevad Karahasan, ejemplos dur¨ªsimos de c¨®mo se narra el desgarro desde las entra?as. Igual que la soberbia Postales desde la tumba, de Emir Suljagic, un relato desde el agujero negro de Srebrenica, donde m¨¢s de 8.000 varones musulmanes fueron asesinados en tres d¨ªas de julio de 1995 delante de la comunidad internacional. Srebrenica, un nombre sin derecho a epopeya, s¨®lo a dolor y muerte, como Auschwitz.
Para desvelar los mecanismos ¨ªntimos de la maldad absoluta es necesario ser un superviviente con talento como Primo Levi y Alexandr Solzhenitsin o un genio literario como el jud¨ªo yugoslavo Danilo Kis en la imprescindible Una tumba para Boris Davidovich. Hablamos de obras maestras, libros extraordinarios como Un puente sobre el Dina, Cr¨®nica de Travnik o Caf¨¦ Titanic (publicada ahora en espa?ol), del premio Nobel Ivo Andric (1892-1975), padre de la literatura balc¨¢nica cuando todos los autores cre¨ªan escribir en la misma lengua.
La cultura como ant¨ªdoto contra la barbarie. La escritora croata Slavenka Drakulic demuestra en No matar¨ªan ni a una mosca que el asesino en una contienda como la bosnia, o la espa?ola, no es un ser averiado que se distingue; "mira, ah¨ª va un criminal". El asesino es el nazi que acaricia el cabello de una ni?a a su llegada al campo de exterminio en La lista de Schindler o el vecino que ayuda cruzar la calle a una anciana. El asesino en una guerra puede ser cualquiera, usted o yo. Basta con estar en el lugar y en el momento equivocado para que surja la bestia. O el h¨¦roe. ?sa es la esperanza. -
Los guardianes del libro. Geraldine Brooks. Traducci¨®n de Claudio Molinari. RBA. Barcelona, 2008. 320 p¨¢ginas. 19,50 euros. El violonchelista de Sarajevo. Steven Galloway. Traducci¨®n de Nuria Salinas Villar. El Aleph Editores. Barcelona, 2008. 237 p¨¢ginas. 18 euros. No matar¨ªan ni a una mosca. Slavenka Drakulic. Traducci¨®n de Isabel N¨²?ez. Global Rhythm. Barcelona, 2008. 216 p¨¢ginas. 18,50 euros. Caf¨¦ Titanic (y otras historias). Ivo Andric. Traducci¨®n de Luisa Fernanda Garrido y Tihomir Pistelek. Acantilado. Barcelona, 2008. 116 p¨¢ginas. 15 euros. Sarajevo. Diario de un ¨¦xodo. Dzevad Karahasan. Galaxia Gutenberg, 2005. Sara y Serafina. Dzevad Karahasan. Galaxia Gutenberg, 2006. Postales desde la tumba. Emir Suljagic. Galaxia Gutenberg, 2007. Una tumba para Boris Davidovich. Danilo Kis. Acantilado, 2007.
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