'Tour' megal¨ªtico por Menorca
De la naveta Des Tudons, cerca de Ciutadella, al talat¨ª de Dalt, una ruta de misterio prehist¨®rico concentrado en piedra
La isla de Menorca, preservada en gran parte de la destrucci¨®n urban¨ªstica, es todav¨ªa hoy un lugar de belleza y misterio. Y son sus monumentos megal¨ªticos los que contribuyen de una manera muy marcada a percibir ese misterio concentrado en las piedras y el viento. Piedras antiguas, inmutables, pese al cambio de los tiempos, y viento que habita el presente y lo traspasa. Poblados, talaiots, taulas, navetas, cuevas que fueron h¨¢bitat: el patrimonio prehist¨®rico de Menorca es sorprendente y sigue emergiendo.
Hay personas que disfrutan conociendo datos y especulaciones de los monumentos que visitan. Otros prefieren concentrarse en el lugar y su instante. Cuando estoy en Menorca suelo coleccionar perspectivas, sombras, atm¨®sfera. Por ejemplo, de la naveta Des Tudons, a pocos kil¨®metros de Ciutadella. La he visto sobre todo en verano, en el mes de julio, pero tambi¨¦n en invierno y en primavera. A veces parece absurdamente peque?a, casi el f¨®sil de una barca, y otras, grande, inmensa, si uno se concentra en el tama?o de las piedras de los cercados y de las ovejas sin esquilas. En invierno, un d¨ªa que sopla la tramontana, uno puede sentirse all¨ª protegido y hacer abstracci¨®n de los destinos que tuvo esta construcci¨®n en su d¨ªa, funerarios o no. Fue construida un milenio antes de nuestra era y s¨®lo hace unos cincuenta a?os que fue excavada, permaneciendo antes ignorada en el paisaje.
La soledad de la naveta Des Tudons contrasta con la especulaci¨®n urbana de la Torre d'en Gaum¨¦s y la amplitud impresionante de la Cova dels Coloms, en cuyo interior caben muy bien al menos cuatrocientas navetas, aunque no puedo dar fe de la escala de las cuevas. No lejos de Ma¨® y mirando hacia mediod¨ªa como toda urbanizaci¨®n que se precie, hombres llegados del valle del R¨®dano construyeron un gran poblado, con el lujo que el momento exig¨ªa: masivas torres de vigilancia (los talaoits), hechas superponiendo grandes piedras talladas; calles, pozos, viviendas, cementerios. El pasado abril, Gaum¨¦s parec¨ªa un poblado asolado por una cat¨¢strofe antigua, y en julio, el escenario de un crimen olvidado. Los arque¨®logos acababan de desenterrar un muerto. Parte del cad¨¢ver hab¨ªa sido encontrado en la entrada de una vivienda, lo que hac¨ªa pensar en una muerte violenta y no en un enterramiento.
Dos excavaciones (una radio encendida, alguien que pide que le traigan el cedazo o unos tablones) daban animaci¨®n a un lugar s¨®lo visitado por los p¨¢jaros dos d¨¦cadas antes. Se especula que m¨¢s de mil personas vivieron en esa zona algo elevada y que mira hacia la amplitud del mar. Fue habitada por esa raza hasta que la conquista catalana arras¨® con su cultura sin miramientos, vendiendo los ¨²ltimos residentes como esclavos y repoblando el lugar.
La marca de la tierra rojiza sobre las piedras indica el nivel alcanzado en la excavaci¨®n. Por mucho que la actividad descubridora sea interesante, el silencio de Talat¨ª de Dalt, Torralba o Trepuc¨®, subrayado por el sordo bajo continuo de las cigarras, aporta m¨¢s informaci¨®n sobre esta vida megal¨ªtica de agricultores y pastores en la que los ruidos de la naturaleza ten¨ªan una importancia vital. Si hoy la paz predomina, ?c¨®mo ser¨ªa entonces?, ?qu¨¦ la amenazaba? Esas gentes ten¨ªan tiempo para tallar losas enormes y colocarlas horizontalmente sobre una piedra puntal que la sosten¨ªa formando una T gigantesca, la llamada taula por su similitud con una mesa. No dejaron inscripciones ni mucho menos dibujos. Desconoc¨ªan tambi¨¦n la escultura o les parec¨ªa un lujo innecesario.
Dejando de lado el hipot¨¦tico destino de las taulas, esta p¨¦trea supervivencia estimula la imaginaci¨®n del observador. Fuese la viga maestra de una techumbre o el altar de los sacrificios, lo que llama la atenci¨®n es la desnuda humildad del vestigio. Parece claro que se trataba de una cultura de fil¨®sofos estoicos que s¨®lo deseaba pasar desapercibida, temerosa de los peligros, y que por eso viv¨ªa en cuevas o se camuflaba bajo losas de piedra. La ¨²nica edificaci¨®n prominente era el talaiot, s¨ªmbolo quiz¨¢ de ocupaci¨®n de un territorio, de propiedad. Las taulas de Tala¨ª de Dalt y de Trepuc¨® hacen pensar en esa intenci¨®n de camuflarse y vivir el pulso natural de la tribu sin demasiadas pretensiones ni visitas inesperadas.
En todas partes las ruinas tienen un aspecto triste y funerario, pero los monumentos megal¨ªticos de Menorca poseen una simplicidad que los convierte en meros ¨®rganos del paisaje. Por eso los romanos, tan met¨®dicos pero tambi¨¦n sensibles, dejaron vivir a esos poblados casi sumergidos bajo las piedras y la maleza baja y adusta de los acebuches.
Templos dru¨ªdicos
Las taulas de los poblados de Torralba y de Trepuc¨®, ambos entre Alaior y Ma¨®, circundadas por losas a modo de anillo, tienen, visitadas a ciertas horas, como el alba y el atardecer, la atm¨®sfera de templos dru¨ªdicos donde se ventila el nexo entre la naturaleza y el destino de la raza humana. La imaginaci¨®n, alimentada por los reflejos del sol, hace ver all¨ª ritos paganos y sacrificios a dioses an¨®nimos. Pero quiz¨¢ aquellas buenas gentes se reir¨ªan de nuestra fantas¨ªa ante el esqueleto p¨¦treo de lo que s¨®lo fueran lugares colectivos de diversi¨®n y refugio para los duros d¨ªas de viento y lluvia y para las jornadas de sol implacable, dada la ausencia de vegetaci¨®n que proporcionara sombra en verano. El capricho de las navetas, considerada una de las edificaciones m¨¢s antiguas de Europa, parece obedecer a otros prop¨®sitos, m¨¢s cercanos al mundo funerario de las culturas del Nilo. Navetas no tan bien conservadas como la de Des Tudons pueden verse en los yacimientos de Son Mercer de Baix, cerca de Ferreries, as¨ª como en Biniac, Llumena y Rafal Rub¨ª, a lo largo del tramo Alaior-Ma¨® de la carretera principal.
El tour megal¨ªtico de Menorca ofrece emociones variadas e intensas. Una visita a la isla no resulta suficiente para verlo todo, y a veces lo menos conocido es lo que m¨¢s conmueve. En cualquier caso, la mirada ha de acostumbrarse al mutismo de las piedras como si fuese la oscuridad.
Y como observaron los arque¨®logos que trabajaban en la Torre d'en Gaum¨¦s, no hay que olvidar que muchos lugares, como las cuevas de los poblados, fueron utilizados en las sucesivas ¨¦pocas, algunos hasta bien entrada la Edad Media. No son ruinas congeladas, sino vestigios modificados por la necesidad y el tiempo.
? Jos¨¦ Luis de Juan es autor de Campos de Flandes (Alba, 2004) y Sobre ascuas (Destino, 2007).
Gu¨ªa
C¨®mo ir
? Air Europa (902 401 501: www.aireuropa.com), ida y vuelta desde Barcelona, desde de 84,42 euros, precio final.
? Spanair (902 13 14 15; www.spanair.com) vuela a Menorca. Ida y vuelta desde Barcelona, a partir de 90,42 euros, y 113,49 desde Madrid, precio final.
? Iberia (902 400 500; www.iberia.com), desde Madrid, ida y vuelta, 127,65 euros; desde Barcelona, a partir de 111,75 euros, precio final.
Informaci¨®n
? Turismo de las islas Baleares (www.illesbalears.es).
? Oficina de turismo de Menorca (902 92 90 15).
? www.menorcaweb.net.
? www.spain.info.
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