El alma de la m¨¢quina
Para Rafael Nadal existen palabras que no significan lo mismo que para el resto. "Casa", por ejemplo. Cuando este tenista, el n¨²mero uno del mundo, pronuncia "casa", no habla de ese lugar donde cada noche van a parar los huesos de cualquiera. Cuando Rafael Nadal lo entona, habla de un sue?o al que puede acceder muy pocos d¨ªas al a?o. Los que no ocupa el tiempo en revolucionar la historia del tenis, un deporte donde ha llegado para marcar varios hitos.
Desde que empez¨® a rodar y asombrar por esos mundos, su vida ha permanecido atada a una pista, unas cuantas raquetas y un huerto de pelotas. La perspectiva parece poco acorde con la realidad, pero resulta un mundo en s¨ª misma que por nada debe permanecer ajeno a un comportamiento ejemplar. "A mi ¨¦tica", dice ¨¦l. Otra palabra que en su caso adquiere fuerza propia.
Le han educado desde ni?o para que se sienta un chaval normal, para que sea consciente de que lo suyo no tiene nada de particular. Aunque esto sea dif¨ªcil de creer despu¨¦s de haber ganado 31 torneos, entre otros, cuatro Roland Garros y un Wimbledon. Adem¨¢s del Premio Pr¨ªncipe de Asturias, que recibir¨¢ el pr¨®ximo d¨ªa 24, con s¨®lo 22 a?os.
En esa necesidad de procurarle un entorno natural se han empe?ado sobre todo sus padres, sus abuelos y su t¨ªo Toni, un aut¨¦ntico ascendente deportivo, el hombre y el gur¨² encargado de ponerle los pies en el suelo cada d¨ªa cuando le dice: "No te creas que por golpear una pelota y pasar la red eres mejor que los dem¨¢s".
En cada fibra de los m¨²sculos de su cuerpo, Nadal guarda los mismos gramos de masa corp¨®rea que de humildad, voluntad y fuerza mental. Tambi¨¦n sabe que tres de esas cuatro cosas son tan fr¨¢giles como una paloma. La voluntad es lo ¨²nico que puede resultar inquebrantable. Por el contrario, el cuerpo se rompe. La humildad, sobre todo en un entorno tan competitivo y glamouroso, corre siempre serios riesgos. Por ¨²ltimo, la fuerza mental depende en igual medida de las victorias y de las derrotas: cuando ganas, resiste; si empiezas a perder, se evapora.
"Al salir a la pista, soy muy consciente de que s¨®lo pueden ocurrir dos cosas: que gane o que pierda", dice Rafael. En ese comentario, que el jugador hace mirando fijamente a la cara, se encierra tanto realismo como sabidur¨ªa. Tanta templanza como conciencia de lo que es el juego. "Al fin y al cabo, el tenis no es m¨¢s que eso, un juego".
Con esa concepci¨®n entre esc¨¦ptica y realista de su negocio, Nadal observa sin dar excesiva importancia las cosas que le rodean. Sabe que por mucho que la publicidad le presente como una m¨¢quina perfecta, como un robot o un superhombre indestructible, no le afecta ni para bien ni para mal. Todo se reduce a dos posibilidades: ganar o perder.
Pero detr¨¢s de esa parafernalia que transmiten los anuncios, se esconde un alma devota de una disciplina espartana, entregada al esfuerzo de superaci¨®n. Un alma labrada por su entorno con el mismo esmero que el cuerpo que la reviste, con iguales prop¨®sitos que sus habilidades, basada en fuerzas y capacidades interiores que, en su aparente contradicci¨®n, producen un c¨®ctel de capacidades ¨²nico. Ah¨ª reside su fuerza. En el juego y la mezcla de factores contrarios. "No me importa que me consideren algo parecido a una m¨¢quina. Yo s¨¦ que, antes que tenista o deportista, soy persona. Cuando la gente normal nos observa, lo primero que tiene claro es eso: que somos personas por encima de otra cosa", asegura.
Parece Nadal un chico transparente. En sus coherencias, sus gustos y sus contradicciones. Tampoco puede evitar levantar curiosidad por el juego parad¨®jico de sus virtudes. Y es que el muchacho de Manacor (Mallorca) se antoja tan obediente como ambicioso en sus logros; tan humilde como fiero a la hora de conseguir un objetivo. Incluso tan razonable y temperado en la calle como explosivo y apasionado en la pista. Sin olvidar lo m¨¢s llamativo de su parte camale¨®nica: que asombrosamente es diestro para la vida y zurdo para el tenis.
De esa balanza rica y contradictoria, Nadal ha hecho un arte. Hasta convertirse en un personaje que asombra mundialmente, precisamente por todas esas facetas dispares con las que ¨¦l est¨¢ revolucionando el tenis. As¨ª lo reconoce Elisabeth Kaye, una periodista de Los ?ngeles que lleva tiempo sigui¨¦ndole para elaborar un perfil en la revista Men's Journal: "Consigue que su juego sea excitante. Est¨¢ ejecutado sobre la base de virtudes opuestas. Por un lado, precisi¨®n, y por otro, poder, en la misma proporci¨®n, fuerza y toque, rapidez y reflexi¨®n, astucia e instinto. Al jugar compruebas que se ha convertido en un maestro de lo inesperado".
POR DELANTE DE CUALQUIER OTRA COSA, Nadal se reivindica mallorqu¨ªn. "La gente de aqu¨ª", comenta mientras conversamos en el pueblo de Inca, "es tranquila". Pac¨ªfica y sin ¨ªnfulas: "No vendemos lo que no somos, ni tratamos de aparentar nada". En su caso, ese rasgo lo lleva hasta el final: "Hago lo que creo que es correcto. Para m¨ª es b¨¢sico no venderse, ser natural, no dar una imagen que no es la tuya ni que va contra tu ¨¦tica".
Desde ni?o, pese a haber nacido para su destino, ha ido superando obst¨¢culos. Y dudas. Claro solamente ten¨ªa que iba a ser deportista. Pero durante mucho tiempo so?¨® con dedicarse al f¨²tbol. Aparte de contar con un h¨¦roe en la familia como el t¨ªo Miquel Angel -legendario central del Bar?a-, el ni?o era un fen¨®meno. Toda una promesa en el Olimpic de Manacor, con el que lleg¨® a marcar m¨¢s de 100 goles en una temporada a los 11 a?os, seg¨²n relatan Manel Serras y Jaume Pujol-Galcer¨¢n en su libro Rafael Nadal. Cr¨®nica de un fen¨®meno (RBA).
A esa edad le motivaba mucho m¨¢s jugar en equipo. Hoy, tambi¨¦n. De ah¨ª que no hayan sido casuales su medalla de oro en los ¨²ltimos Juegos Ol¨ªmpicos de Pek¨ªn y sus triunfos en la Copa Davis, para la que se ha clasificado con Espa?a a la final de este a?o contra Argentina. Aun as¨ª, el tenis es un deporte solitario. Algo que se antoja duro para un ni?o. Pero si en el f¨²tbol goleaba, ante la red, arrasaba. As¨ª que tuvo que acostumbrarse a afrontar el futuro solo en una pista.
No ha sido duro. De hecho, no se considera solitario, ni introvertido. Cuando le preguntas si ha tenido que aprender a defenderse en soledad, lo rechaza. Aunque tiene que buscar cierta aprobaci¨®n. "?Solo? ?Me gusta estar solo?", le pregunta ¨¦l a Carlos Costa, su manager. "No, en absoluto". Pero ah¨ª, en la pista, con toda la presi¨®n, no debe de ser f¨¢cil sentir un miedo al vac¨ªo a veces. "Nunca me siento solo en la pista; tengo la compa?¨ªa de miles de personas. Comparto con el p¨²blico", comenta.
?sa es una de sus claves. Mientras existen profesionales que parecen regodearse en cierto autismo, Nadal responde siempre a los est¨ªmulos del ¨¢nimo. Aunque tiene otra cualidad. Nunca los aprovecha para humillar al rival. Al contrario, el respeto reverencial al otro es parte de su estrategia. De hecho, su relaci¨®n con Roger Federer, esa bendita rivalidad, pasar¨¢ a formar parte de lo legendario. M¨¢s despu¨¦s de un a?o como ¨¦ste: 2008 ha sido la temporada del cambio de reinado. Y la temporada que dej¨® para la historia el encuentro m¨¢s espectacular que se recuerda: la final de Wimbledon.
Aquel partido lo cambi¨® todo. Siete horas de tensi¨®n -con suspensiones insoportables- y una lecci¨®n de superaci¨®n hasta romper los l¨ªmites f¨ªsicos y mentales de un deporte majestuoso. Poco tardaron leyendas como Bj?rn Borg y John McEnroe, que ostentaban el t¨ªtulo de la ¨²ltima gran rivalidad ten¨ªstica universal, en reconocer aquel encuentro del 6 de julio de 2008 como el mejor de todos los tiempos. Quiz¨¢ sea casi tanto como su palmar¨¦s, lo que al final quede como una de sus grandes haza?as: haber protagonizado ese encuentro, ante ese rival... Y ganarlo.
Nadal tiene grabado momento a momento, punto a punto, el partido en la cabeza. Cada golpe, cada situaci¨®n, cada parada se agolpa secuencia a secuencia en una especie de memoria matem¨¢tica. No ha hablado con Federer de aquel d¨ªa. "Pero estoy seguro de que tanto ¨¦l como yo no tendremos inconveniente en hacerlo alguna vez". Los dos se lo jugaban todo. En el caso de Federer, perder un trono del que nadie hab¨ªa sido capaz de desalojarlo en cuatro a?os, durante 237 semanas. Nadal, por su parte, heredarlo o caer en un hoyo. "No s¨¦ cu¨¢nto tiempo me hubiese costado recuperarme de otra derrota en Wimbledon", confiesa ahora. La anterior le destroz¨®: "Llor¨®, no sab¨ªa cu¨¢ndo iba a poder volver a tener otra oportunidad. Pude consolarlo haciendo que valorara lo que entonces hab¨ªa conseguido", afirma su t¨ªo Toni. De aquella derrota tambi¨¦n lleg¨® la victoria. Aprendi¨® de sus errores cuando lo tuvo cerca.
PERO TAMBI?N CUENTA QUE estaba muy seguro de sus posibilidades. Aunque no tanto como su t¨ªo Toni. Fue alucinante su reacci¨®n al entrar en el vestuario en el primer par¨®n por la lluvia. "?Que qu¨¦ me dijo?", salta. "Nada, porque se durmi¨®". ?C¨®mo? "S¨ª, se durmi¨®. Estaba tan tranquilo que se durmi¨®". ?Y despu¨¦s? "En el segundo par¨®n, cuando entramos al vestuario, le advert¨ª: 'Ahora no hace falta que te vuelvas a dormir".
Toni Nadal se r¨ªe al recordarlo. "Es que despu¨¦s de esa tensi¨®n, me vi all¨ª, y mientras le cambiaban un vendaje, me tumb¨¦ y ech¨¦ una siesta". Pero ese d¨ªa, como otros tantos, Toni tambi¨¦n se asombr¨®. De la fuerza mental de su sobrino. "Despu¨¦s del segundo par¨®n, me asegur¨® que no iba a fallar. No sab¨ªa si me estaba enga?ando para que no me preocupara, pero me dijo que s¨®lo podr¨ªa perder si Federer tampoco fallaba", recuerda Toni Nadal. As¨ª que tampoco le extra?¨® su triunfo al final. Aquel 6-4, 6-4, 6-7, 6-7, 9-7. "Su mentalidad en ese partido fue determinante y superior. Se ha preparado toda la vida para afrontar situaciones as¨ª, para aguantarse, y ha dado resultado".
Naturalidad. Es la marca radical de la casa. Naturalidad en este caso frente a la ¨¦pica. El sello y el secreto de todo su ¨¦xito desde que no levantaba dos palmos del suelo. Aquel cr¨ªo que llegar¨ªa a ser el n¨²mero uno del mundo asombr¨® un buen d¨ªa a su t¨ªo, con cuatro
a?os, cuando le dijo que pegara a una bola.
"Ten¨ªa un don innato", comenta Toni, que daba clases en el club de tenis de Manacor y que hoy es el entrenador de tenis m¨¢s cotizado del mundo, aunque ¨¦l s¨®lo tenga un cliente: su sobrino. Aquel don que al principio llam¨® la atenci¨®n fue asent¨¢ndose despu¨¦s a cada paso. Hasta que con ocho a?os se proclam¨® campe¨®n de Mallorca. Fue en un torneo que jugaban chicos de entre 8 y 12 a?os. Un don para el que contaba con trabas f¨ªsicas tambi¨¦n y que alertaba de que no todo ser¨ªa un camino de rosas.
Cualidades ten¨ªa, pero tambi¨¦n limitaciones, seg¨²n admite su t¨ªo Toni. "De peque?o ten¨ªa problemas de coordinaci¨®n, se tropezaba hasta con las rayas de la pista. En los entrenamientos era incapaz de dar golpes que luego, cuando compet¨ªa, asestaba sin problemas. Lo de la coordinaci¨®n nos ha tra¨ªdo problemas siempre con el saque", asegura su entrenador.
Como tambi¨¦n hubo que ir forjando un f¨ªsico. De ni?o era m¨¢s bien enclenque. Nada que ver con la torre de fibra de hoy, ni un resquicio que permitiera imaginar sus excepcionales cualidades biol¨®gicas: su frecuencia cardiaca en reposo da 60 pulsaciones al minuto, aunque en condiciones l¨ªmites puede llegar a 201. Esa sensaci¨®n felina que muestra en la pista tambi¨¦n tiene una explicaci¨®n. Sus capacidades de salto son similares a las de los atletas de longitud y su resistencia queda patente en un consumo de ox¨ªgeno de 72 mililitros por minuto y kilo: como un ciclista o un atleta de fondo.
LA PERFECTA Y SO?ADA configuraci¨®n natural de un completo portento. Todo eso sin dietas agobiantes. Consumiendo chocolate, uno de sus vicios, a granel hasta que en 2004 le convencieron de que deb¨ªa cambiar su alimentaci¨®n y aumentar los hidratos, la fruta y la verdura en detrimento de la carne, y sin embutidos, fritos ni salsas. Mientras le dejen comer pescado, tampoco le importa. Los peces que ¨¦l mismo saca del Mediterr¨¢neo cuando est¨¢ en su casa y despu¨¦s cocina personalmente para com¨¦rselos con sus amigos. "Me gusta levantarme pronto, coger el barco y perderme en el mar. Luego puedo prepararlo yo, pero prefiero que lo haga mi madre. Le queda mucho m¨¢s rico", dice el tenista.
En lo que no ha habido problemas es en desarrollar su poder mental. "Su fuerza y su disciplina le permiten tener una capacidad de sufrimiento elevada. Para ganar, hay que saber aguantar. ?l sabe", insiste su t¨ªo Toni. Tanto como para cambiar las herramientas de su cuerpo a la hora de jugar. As¨ª ocurre que Nadal es diestro para todo en su vida menos para su trabajo. Agarra la raqueta con la zurda. "Eso tambi¨¦n se ha exagerado. Han dicho que yo se lo hab¨ªa inculcado a prop¨®sito para sacar partido. Fue simplemente que jugaba de una manera m¨¢s natural con la izquierda y decidimos que siguiera as¨ª.Aunque si le tiras las llaves o una pelota, las coge con la derecha", aclara su t¨ªo.
Con esas cosas ha forjado una fuerza capaz no s¨®lo de llegar arriba, sino que adem¨¢s le dar¨¢ rentas para mantenerse. "Puede ser n¨²mero uno dos a?os con tranquilidad. Los que quedan por detr¨¢s est¨¢n a siglos de Federer y ¨¦l". La rivalidad entre ambos pasa de un campo a otro de forma electrizante. Marca una de las cr¨®nicas de superaci¨®n m¨¢s fascinantes y contagiosas en el deporte de hoy. Se respetan, se admiran. "?l es el mejor jugador de la historia", dice Nadal. "Cuando tienes un rival con quien compites de continuo, el respeto y la admiraci¨®n es lo mejor que puedes sentir", asegura Toni Nadal. "Ambos son un buen ejemplo para la sociedad y para el deporte", a?ade.
Aunque su t¨ªo no es amigo de magnificar nada. Todo el mundo sabe que este hombre sabio, con cualidades psicol¨®gicas y dotes para la motivaci¨®n, es una de las grandes claves de su ¨¦xito. De peque?o, Rafael pensaba que su t¨ªo era mago. Adivinaba lo que quer¨ªa comer. Si el ni?o dec¨ªa "gambas a la plancha", Toni las sacaba y las preparaba. As¨ª que no extra?a que su mano le haya conducido casi a ciegas hacia el camino de un triunfo cimentado en el entorno familiar, sin fomentar las excepciones, tom¨¢ndose de la forma m¨¢s sencilla la costumbre por el ¨¦xito de Rafael.
Fue el primer sobrino de la familia, hijo de Sebasti¨¤ y Ana Maria. Tiene una hermana, Maribel. Cuando est¨¢ en casa, es uno m¨¢s. Hasta su madre le obliga a hacer la cama. Siempre jug¨® en la calle, conserva amigos de la infancia y una novia tambi¨¦n mallorquina. Es Xisca Perello, cuya relaci¨®n se ha admitido siempre sin ocultismos.
Pero ha sido sobre todo su familia, el clan Nadal, la que ha ayudado a forjar un campe¨®n. En ellos encontr¨® c¨®digos con los que comportarse en la pista. Desde la imposibilidad de tirar una raqueta al suelo hasta normas de educaci¨®n que le alejan de la provocaci¨®n. Normas que le colocan a a?os luz de boutades como la que solt¨®, por ejemplo, Juan Mart¨ªn del Potro para calentar la pr¨®xima final de la Davis. Dijo el argentino: "A Nadal le vamos a sacar los calzones del orto". Rafa se r¨ªe y aclara: "Yo jam¨¢s dir¨ªa eso, aunque le entiendo, por la euforia. No me siento insultado, aunque yo prefiero ver las cosas desde el respeto".
La Davis precisamente es uno de sus retos de futuro inmediato. Uno de los torneos que, junto al masters series de Madrid, como cita tambi¨¦n pr¨®xima, puede ayudarle a conseguir su objetivo de m¨¢s largo plazo. "Terminar el a?o como n¨²mero uno", asegura. No quiere, no debe mirar m¨¢s all¨¢. No permite abrir puertas al sue?o que muchos albergan de poder verle ganar un grand slam completo en un a?o, una haza?a que nadie consigue desde que lo hiciera Rod Laver. Pero su lema le impide apartarse de un ritmo seguro. Ir paso a paso. "Mi pr¨®ximo objetivo siempre es ganar el siguiente torneo".
TAMPOCO LE AFECTAN LOS SACRIFICIOS. Ni los del pasado, ni los del presente. Aunque va acumulando ilusiones para un futuro que en su caso queda lejano. Cuando deje atr¨¢s el umbral de los 30 a?os, como cualquier tenista. "En el tenis hay que aprovechar a tope el momento, porque no sabes cu¨¢nto va a durar", le ha aconsejado su t¨ªo. Tiempo habr¨¢ para otras cosas. Cosas de las que se priva, pero que no le frustran. "Soy muy feliz con lo que hago. Un privilegiado. Me dedico a lo que quiero". Para retomar una vida que qued¨® aparcada cuando dej¨® el colegio en 4? de ESO, no hay prisa. "A estudiar seguro que no volver¨¦", comenta Nadal. "Veo mi vida dedicada siempre al deporte", asegura.
Entre sus planes inmediatos, queda uno de los momentos que m¨¢s emoci¨®n vaya a darle. ?se en que don Felipe de Borb¨®n le entregue el Pr¨ªncipe de Asturias del Deporte. "Va a ir toda la familia", cuenta Carlos Costa. "Fuera de las pistas, es el premio m¨¢s importante que podr¨¦ lograr en mi vida", asegura Nadal. En lo que se refiere al tenis, queda mucho que contar. Dentro de ese rect¨¢ngulo que cambia de color y va del verde fresco de Wimbledon al azul de Flushing Medows o la tierra rojiza de Par¨ªs, la historia de este portento todav¨ªa est¨¢ por escribir.
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