Kundera y sus inquisidores
Milan Kundera ha sido v¨ªctima del furor postotalitario. La trama que rodea la acusaci¨®n de que ha sido v¨ªctima podr¨ªa ser una novela del mismo Kundera. Hay en ella una historia de amor, traici¨®n y espionaje, huidas, injusticias y mucho misterio. Los protagonistas tienen poco m¨¢s de 20 a?os, son brillantes y de buen ver, les interesa la poes¨ªa y el pensamiento. La ma?ana del 14 de marzo de 1950, en Praga, un esp¨ªa extranjero de origen checo, Dvoracek, solicita alojamiento a su amiga Militka y ¨¦sta mientras almuerza ese d¨ªa con su novio, Dlask, le ruega que no la visite esa noche en la residencia de estudiantes donde vive porque va a estar con Dvoracek que le ha pedido cobijo. Esa noche Dvoracek es arrestado y sentenciado a 22 a?os de trabajos forzados en las minas de uranio de los que cumple 13 y tras los cuales huye a Occidente, convencido de que fue Militka quien le denunci¨®.
El caso ha dividido a los checos seg¨²n creyeran o no en la inocencia del escritor
Dlask y Militka acabaron cas¨¢ndose sin volver a hablar del asunto. Hasta que 60 a?os despu¨¦s, en su lecho de muerte, Dlask le cont¨® a su esposa que en la tarde de aquel 14 de marzo hab¨ªa hablado del esp¨ªa que iba a pasar la noche con ella a quien entonces presid¨ªa la residencia de estudiantes, el tambi¨¦n estudiante Milan Kundera. Militka comunic¨® la revelaci¨®n a dos j¨®venes historiadores, uno de los cuales era familiar suyo, quienes decidieron investigar lo ocurrido. Y encontraron un documento de la polic¨ªa que recoge una presunta denuncia del agente extranjero Dvoracek presentada por Milan Kundera en una comisar¨ªa del barrio pragu¨¦s de Dejvice donde se encontraba la residencia. ?nicamente a base de ese documento, el cual no est¨¢ firmado ni por Kundera ni por nadie y que s¨®lo identifica al escritor por su fecha de nacimiento, sin que conste ning¨²n n¨²mero de identidad como era preceptivo, los dos historiadores redactaron un art¨ªculo que ha dado la vuelta al mundo en el que concluyen que Kundera fue un delator en manos de la polic¨ªa comunista.
El art¨ªculo dice que "parece ser" que Dlask le cont¨® el asunto a Kundera, quien a su vez fue derecho a la comisar¨ªa para denunciar la presencia de Dvoracek en el pa¨ªs. "Posiblemente", "es probable", "parece ser", "uno dir¨ªa que" y "es muy posible" son las expresiones que con m¨¢s frecuencia se repiten en el art¨ªculo publicado por la revista checa Respekt, la de mayor prestigio intelectual hoy en su pa¨ªs. ?C¨®mo puede basarse una acusaci¨®n de tan graves consecuencias en un ¨²nico documento m¨¢s que dudoso y usando tantas expresiones inseguras? Dudoso porque en la Checoslovaquia de los a?os cincuenta era pr¨¢ctica cotidiana por parte de la polic¨ªa perpetrar denuncias, ya que cualquier agente que recib¨ªa una era condecorado con facilidad. No olvidemos que denunciar al "enemigo del pueblo" era muy bien visto por las autoridades, no en vano la ley declaraba culpables no s¨®lo a los delincuentes sino a cualquiera que conociera un delito y no lo denunciase.
Tanto la prensa checa como internacional se apresuraron a recoger el art¨ªculo y difundir la culpabilidad de Kundera. De modo que asistimos a algo muy grave: la masiva inculpaci¨®n de alguien en plena democracia sin someter los documentos exhibidos al m¨ªnimo rigor exigible, sin saber si hay otros documentos, sin escuchar a todos los testimonios y, sobre todo, sin conocer previamente la versi¨®n del propio implicado.
Kundera afirm¨® que nunca tuvo nada que ver con esa denuncia. Pero el caso dar¨ªa un inesperado vuelco cuando otro testigo, el prestigioso cr¨ªtico literario checo Z. Pesat, declar¨® tres d¨ªas despu¨¦s de la publicaci¨®n del art¨ªculo que aquel fat¨ªdico d¨ªa, Dlask le hab¨ªa contado que ¨¦l mismo denunci¨® en la comisar¨ªa a Dvoracek. El testimonio de Pesat apenas mereci¨® una breve columna en alguno de los medios internacionales.
De todas esas versiones se desprende que la realidad bien pudiera haber sido ¨¦sta: preocupado por la presencia de un esp¨ªa -un hombre- en la habitaci¨®n de su novia, Dlask fue a la comisar¨ªa y puso la denuncia en nombre del presidente de la residencia, Milan Kundera. Es por eso que la denuncia no est¨¢ firmada, porque no fue Kundera quien la puso.
Lo que ocurri¨® ese d¨ªa es incierto. Lo cierto en cambio es que la calumnia ha ca¨ªdo sobre el escritor y su integridad ¨¦tica ha sido puesta en cuesti¨®n. La culpa de todo ello es la falta de rigor de los dos historiadores tan prestos en llegar a conclusiones. El Instituto para el Estudio de los Totalitarismos, al cual pertenecen, se fund¨® para estudiar el funcionamiento interno de los totalitarismos. Sin embargo, hasta ahora s¨®lo se ha dedicado a buscar revelaciones escandalosas sobre personas que luego se demostr¨® eran inocentes.
La semana pasada se vivi¨® en Praga, desde donde escribo este art¨ªculo, un ambiente febril. El art¨ªculo dividi¨® a los checos en dos mitades, seg¨²n creyeran o no en la inocencia de Kundera. Y qui¨¦n sabe c¨®mo hubiera acabado todo a no ser por el testimonio de Pesat, al que se a?ade hoy un texto de V¨¢clav Havel, publicado en la misma revista Respekt, quien desde un profundo conocimiento y comprensi¨®n de las condiciones de vida bajo un r¨¦gimen totalitario, exculpa a Kundera. Por su contundencia, el texto del ex presidente checo deber¨ªa poner punto y final al asunto.
Monika Zgustova es escritora.
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