Fabada, insignias y otras solemnidades
En la procesi¨®n matinal de la fiesta de los Premios Pr¨ªncipe de Asturias no falt¨® nadie al banquete. Todos fueron recibidos puntuales a las 12.00 para ser condecorados con la insignia y hacerse la foto oficial. Do?a Letizia se la coloc¨® personalmente a Ingrid Betancourt (Concordia), que se retir¨® pronto de la comida, como el venezolano Jos¨¦ Antonio Abreu (Artes) y Rafa Nadal (Deportes). Hab¨ªa que descansar del protocolo antes de la recogida. La tarde iba a ser tan emocionante como tensa.
Pero el tenista dej¨® all¨ª a toda su familia, con sus padres, Sebasti¨¤ y Ana Mar¨ªa, el t¨ªo Toni, su entrenador, que sonre¨ªa y depart¨ªa con Ana Patricia Bot¨ªn, y el ex futbolista Miguel ?ngel Nadal agotando las reservas de dulce. Al abuelo Rafael, ese mel¨®mano que ha dirigido orquestas en Baleares, lo que m¨¢s le entusiasmaba era comentar con quien se acercara el concierto del jueves y la actuaci¨®n del director musical, Gustavo Dudamel: "No es f¨¢cil escuchar a Mahler en Mallorca y este chico es una bestia". ?Un Rafa Nadal de la batuta? "?Y tanto!", comentaba el patriarca del clan ten¨ªstico n¨²mero uno del mundo.
Los premiados disfrutaron de un banquete con los pr¨ªncipes de Asturias
Disfrutaban de lo lindo su d¨ªa de gala. El d¨ªa en que el prodigio se puso corbata y andaba m¨¢s perdido con esas obligaciones de la agenda que un fallido juego en blanco. Contemplaba el techo del sal¨®n Covadonga, antigua capilla de gala del hotel Reconquista, junto a la escritora Margaret Atwood (Letras) sin intercambiar palabra.
A la autora canadiense no le debe ir tanto el tenis como el arroz con leche que degust¨® ayer, encantada de la vida. Ella fue la que m¨¢s aguant¨® en la primera comida del d¨ªa, junto a Tzvetan Todorov (Ciencias Sociales) y los cient¨ªficos -Sumio Lijita, Shuji Nakamura, Robert Langer, George M. Whitesides y Tobin Mark-, que han logrado el de Investigaci¨®n Cient¨ªfica y T¨¦cnica.
Pero la sorpresa del d¨ªa la dio Larry Page, inventor junto a Sergey Brin de Google, que finalmente acudi¨® a recoger el premio de Comunicaci¨®n y Humanidades. Cuando los Pr¨ªncipes le ense?aron por la ma?ana su insignia, el ingeniero que cambi¨® el mundo desde un garaje hace 10 a?os con mucho fr¨ªo, les mostr¨® el nuevo tel¨¦fono que Google ha lanzado al mercado. No perdi¨® prenda Mr. Page. Antes, desgran¨® junto a un grupo de periodistas los nuevos retos de esos universos paralelos -el real y el virtual- que se unifican en la b¨²squeda del conocimiento mediante lo que ¨¦l llama "c¨®digo abierto". ?Hasta d¨®nde llegar¨¢ su invento? "Empezamos con 30 millones de p¨¢ginas registradas, hoy contamos con una cantidad que es est¨²pido contar por lo apabullante", comentaba.
Buscando, buscando, tanto Page como el resto de premiados se top¨® tambi¨¦n con una especie de universo Google de brazos, piernas y trajes de gala. Un plantel en el que destacaban empresarios, pol¨ªticos, altos mandos militares y policiales, cient¨ªficos y gentes del arte, que paseaban por los salones del Reconquista degustando fabada, ques¨ªn, mariscos, fiambres, ensaladas y dulces de chuparse los dedos.
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