Cultura y Depresi¨®n
No s¨¦ por qu¨¦, estos d¨ªas de gripe me viene constantemente a la cabeza este texto de Walter Benjamin, escrito en plena Gran Depresi¨®n y ya con el p¨¢lpito de la inminente guerra mundial, pero referido a la indigencia cultural de ese momento hist¨®rico, un momento en el cual a¨²n los libros parec¨ªan representar un dep¨®sito de sabidur¨ªa del cual los hombres pod¨ªan echar mano, gracias a la tradici¨®n, en tiempos de crisis: "Una pobreza totalmente nueva ha ca¨ªdo sobre el hombre al mismo tiempo que este enorme desarrollo de la t¨¦cnica (...). S¨ª, confes¨¦moslo: nuestra pobreza de experiencia no se debe solamente a que seamos pobres en experiencias privadas, sino que se trata de la experiencia de la humanidad en general. Es una forma nueva de barbarie". Supongo que ser¨¢ una consecuencia de la situaci¨®n econ¨®mica, de las amenazas b¨¦licas que se perfilan en el horizonte y de la oleada de tristeza que ya los cr¨ªticos culturales ven¨ªan detectando en la atm¨®sfera f¨ªlmica, musical y narrativa de los ¨²ltimos meses, pero se me ha ocurrido una pregunta enloquecida y disparatada: ?y si en el mundo de la cultura sucediera como en el de los negocios, que estuvi¨¦ramos jugando con valores puramente especulativos y elevando artificialmente en la bolsa del espect¨¢culo el precio de unas mercanc¨ªas muy averiadas y poco fiables? S¨¦ que es una hip¨®tesis descabellada, pero la culpa de estas ocurrencias no es solamente de la gripe o de la nostalgia, sino de todos los propagandistas que llevan a?os jaleando el "valor econ¨®mico" de los bienes culturales, y que han insistido hasta hacer de la cultura un ¨¢rea de negocios comparable a cualquier otra y medible por el rasero com¨²n a todas: por los millones que mueve (expresi¨®n que he de reconocer que siempre me causa gran desaz¨®n, porque me imagino a un se?or de traje oscuro moviendo penosamente una masa de maletas llenas de billetes de una parte a otra del mundo y sin saber en absoluto para qu¨¦). Mira que si -me dec¨ªa yo en mi delirio- hubi¨¦semos inflado enga?osamente el valor de algunos productos de cultura mientras ve¨ªamos disminuir la importancia del escaso patrimonio de obras que representan una experiencia de vida y encierran una genuina riqueza de saber acerca de la existencia humana; ?qu¨¦ pasar¨ªa si un d¨ªa explotase la "burbuja literaria" o cultural en general y la bancarrota de las grandes fortunas amasadas a fuerza de cr¨¦ditos vol¨¢tiles, ¨¦xitos f¨¢ciles y ganancias r¨¢pidas sin respaldo real arrastrase en su ca¨ªda lo poco que hab¨ªamos conseguido salvar de escrituras y trabajos sustentados en una labor art¨ªstica e intelectual verdaderamente resistente a los vendavales del mercado de las letras y las artes? Porque, hasta donde yo s¨¦, no hay ning¨²n fondo de garant¨ªa de dep¨®sitos culturales. Un par de aspirinas despu¨¦s, he regresado aliviado a la realidad. Me he acordado de la c¨¢mara acorazada del Instituto Cervantes, he conocido el informe de ?lvaro Marchesi sobre la calidad de nuestras instituciones de ense?anza, me he enterado de que el Festival de Sitges ha dado un premio a Jean-Claude Van Damme y de que las secuelas de El c¨®digo Da Vinci est¨¢n aseguradas en nuestro pa¨ªs para otras dos d¨¦cadas. No cunda el p¨¢nico, pues, y no corran a las librer¨ªas a retirar lo poco de valor que quede en ellas, no sea que tengan que cerrar ante la demanda de Kafkas.
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