La negra vocaci¨®n de Juan Madrid
Es uno de esos d¨ªas soleados del oto?o madrile?o que piden a gritos que salgas a la calle. La hora, la del verm¨² de grifo, no la del gintonic con un chorro de lim¨®n exprimido. Juan Madrid est¨¢, pues, tomando el aperitivo en Casa Camacho, al lado de la plaza del Dos de Mayo. Luce un envidiable bronceado -acaba de llegar de Salobre?a- y departe con unos amigos tan dicharachero como siempre. Abraza al reci¨¦n llegado.
-?Un vermutito?
-No, gracias. Tomar¨¦ una clara.
-Compadre, est¨¢s flojeando...
Juan Madrid acaba de publicar una novela, Adi¨®s, princesa, la s¨¦ptima protagonizada por Antonio Carpintero, alias Toni Romano, ex polic¨ªa del Grupo de Noche de la comisar¨ªa de Centro de Madrid.
"Si quieres saber c¨®mo es el mundo en que vivimos, lo mejor vuelven a ser las novelas y las pel¨ªculas"
-?Menudo argumento, Juan! El m¨¢s... no s¨¦ c¨®mo llamarlo
... Digamos que el m¨¢s escabroso de tu carrera.
-Si t¨² lo ves as¨ª, compadre...
-Hombre, ?y c¨®mo voy a verlo?
La "princesa" del t¨ªtulo de la novela es Lidia Ripoll, una joven presentadora de televisi¨®n que aparece asesinada en una calle de Madrid. Se produce una detenci¨®n: la de Juan Delforo, un periodista y escritor que ha sido profesor de Lidia y que, seg¨²n algunos testigos, la asediaba sentimentalmente. Carpintero es contratado por el abogado de Delforo para que busque pruebas de la inocencia de su cliente. Han desaparecido unas grabaciones y una pistola autom¨¢tica Makarov.
Pero hay m¨¢s. Resulta que, en los meses anteriores al asesinato, diversos servicios de Inteligencia han estado investigando a Lidia Ripoll, en particular en lo referente a amigos, novios o amantes. Se han incautado de cualquier carta, foto o grabaci¨®n que tuviera un aire comprometedor. ?Por qu¨¦? Porque la joven periodista de televisi¨®n estaba saliendo con el pr¨ªncipe de Asturias.
-Supongo que cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.
-Por supuesto, compadre. Mis personajes son como el monstruo de Frankenstein: est¨¢n hechos con trozos de personas reales, pero no son iguales a nadie existente. Son eso: personajes de novela.
-De novela realista, claro.
-S¨ª, claro. En el siglo XIX la novela cont¨® la realidad y en buena parte del XX lo hizo el periodismo. Pero el periodismo lleva ya muchos a?os renunciando a contar lo que pasa de veras. Y si quieres saber c¨®mo es el mundo en que vivimos, lo mejor vuelven a ser las novelas y las pel¨ªculas. ?No te parece?
-Bueno, algo de eso hay.
-?Otra clarita?
-Venga, otra. Y algo de embutido.
Nacido en M¨¢laga en 1947, p¨ªcaro de la calle madrile?a en su adolescencia, boxeador aficionado en su primera juventud ("me ense?¨® un cubano, el Negro Qui?ones") y licenciado en Historia m¨¢s tarde, Juan Madrid trabaj¨® como periodista en los a?os setenta y primeros ochenta del pasado siglo. Era un gran reportero de sucesos. Pero sus jefes le censuraban su empe?o en escribir de modo directo, fibroso, comprometido ("demasiado literario, dec¨ªan"). Le instaban a usar el est¨¢ndar distante, fr¨ªo y gris que terminar¨ªa adue?¨¢ndose de la prensa espa?ola. As¨ª que se puso a escribir novelas policiacas y al cabo de unos a?os eso se convirti¨® en su principal ganap¨¢n.
La novela policiaca era entonces cultivada en Espa?a por pocos escritores, apenas Manuel V¨¢zquez Montalb¨¢n, Jorge Mart¨ªnez Reverte, Andreu Mart¨ªn y ¨¦l mismo. Hoy son algunos m¨¢s, pero ninguno como Juan Madrid tan fiel al g¨¦nero. En forma de cuentos, novelas y guiones de cine y televisi¨®n, no lo ha abandonado jam¨¢s, y ya va para treinta a?os. Y sobre todo, lo practica con extrema pureza, con intransigencia casi: escenarios situados en esa zona de sombra donde coinciden la alta sociedad y la marginalidad, y uso estricto de la descripci¨®n y el di¨¢logo como recursos narrativos. Para Juan Madrid el g¨¦nero negro no es un pretexto, es una vocaci¨®n.
-En Adi¨®s, princesa vuelves a citar a Isaac Babel y su Caballer¨ªa Roja. Arrancas, de hecho, con una cita en la que Hemingway elogia la concisi¨®n de Babel y afirma que el escritor ruso demostr¨® que siempre se puede exprimir un poco m¨¢s la naranja.
-S¨ª, compadre. T¨² mismo escribiste hace unos a?os en Babelia que lo m¨ªo era un jam¨®n de pata negra en el que se echaba en falta algo de tocino de vez en cuando. Para cambiar de gusto, dijiste. Me criticaste por exceso de celo.
-Y me ratifico. Es que, Juan, est¨¢s empecinado en ser negro como el carb¨®n.
-Puede ser, compadre. Yo escribo los libros que me gustar¨ªa leer. No pienso ni en la fama ni en el dinero. Lo que me preocupa es el relato, la construcci¨®n del relato.
-De acuerdo, pero ?qu¨¦ hay del lector?
-Al lector le doy el plano de la Isla del Tesoro, para que lo busque ¨¦l mismo.
Adi¨®s, princesa es la obra m¨¢s compleja de Juan Madrid. Am¨¦n de la trama principal, la presunta relaci¨®n de la periodista de televisi¨®n y el Pr¨ªncipe, contiene numerosas historias secundarias: las de Carpintero con Juanita San Juan, con su vecina Angus y con su hijo Silverio; la de Carpintero con el periodista y escritor Juan Delforo (personaje inspirado en el mismo Juan Madrid); la del sicario ruso Josif; la del pirata inform¨¢tico Julio Bengochea, la del confidente Acebes... La galer¨ªa de personajes es asimismo ampl¨ªsima. Buenos, lo que se dice buenos, no hay ninguno. Ambiguos, muchos. Y malos, unos cuantos. Los que m¨¢s, Su Eminencia, un prelado integrista, y el multimillonario Ricardo Saragola, due?o de un banco, la empresa de seguridad Totalsecurity y muchas otras cosas.
-Tambi¨¦n hay un polic¨ªa honesto, Rom¨¢n Gades, que, harto de todo, termina pidiendo el traslado a una comisar¨ªa de provincias. Otro punto tuyo, Juan, es que eres un escritor de izquierdas que manifiestas cari?o por los polic¨ªas.
-Debe ser herencia de la ¨¦poca en que ¨ªbamos a las comisar¨ªas a buscar informaci¨®n. Pero s¨ª, prefiero la polic¨ªa p¨²blica, la polic¨ªa del Estado, a esas polic¨ªas privadas que son las empresas de seguridad.
Juan Madrid jam¨¢s ha arrojado la toalla de sus convicciones pol¨ªticas. En 1995, al presentar Cuentas pendientes junto a V¨¢zquez Montalb¨¢n, declar¨® que segu¨ªa so?ando con "un mundo justo en el que no prevalezcan las relaciones de dominaci¨®n". Seis a?os despu¨¦s, afirm¨® en un chat que a¨²n se sent¨ªa comunista "los lunes, los mi¨¦rcoles y los viernes".
-?Eres consciente de que a ti Stalin te habr¨ªa arrestado y fusilado como hizo con Isaac Babel?
-Seguro. Stalin era un hijoputa. Pero eso no me lleva a aceptar lo que el capitalismo hace a la gente. Ahora vuelven a repetir la jugada: un pu?ado de sinverg¨¹enzas se han hecho multimillonarios especulando en casinos financieros y todos tenemos que pagar sus facturas.
-Te sientes un currante, ?no?
-Un currante, compadre. Trabajo doce horas diarias. Y lo seguir¨¦ haciendo hasta el d¨ªa en que ya no pueda escribir. Entonces me pegar¨¦ un tiro.
-?Qu¨¦ epitafio querr¨ªas para tu tumba?
-El de Groucho Marx: "Perdone que no me levante".
-?Nos vamos a comer?
-Vamos. Conozco un restaurante aqu¨ª al lado... -
Adi¨®s, princesa. Juan Madrid. Ediciones B. Barcelona, 2008. 414 p¨¢ginas. 19 euros.
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