Acordaos de la econom¨ªa real
El actual caos en todo el mundo recuerda mucho a la Gran Depresi¨®n de 1929-1939. Ambos periodos empezaron con desplomes de las bolsas en la mayor parte de los centros financieros mundiales.
Del mismo modo que se culpa con raz¨®n al presidente George Bush por la mala liberalizaci¨®n econ¨®mica llevada a cabo entre 2000 y 2008, al presidente Herbert Hoover (1929-1933) y a su multimillonario secretario del Tesoro, Andrew W. Mellon, se les considera, por su inacci¨®n y sus ideolog¨ªas ultraliberales, responsables de permitir durante mucho tiempo que la econom¨ªa real se sumiera en un estancamiento cada vez mayor.
Tras un considerable ejercicio de ensayo y error, el activista New Deal de Franklin Roosevelt salv¨® el capitalismo. Los bancos centrales -la Reserva Federal estadounidense, el Banco de Inglaterra y los dem¨¢s- se volvieron impotentes para invertir la marea de la depresi¨®n profunda. ?Por qu¨¦? Desde el momento en que la deflaci¨®n del nivel de precios redujo casi a cero el rendimiento de las menos arriesgadas letras del tesoro, todo el dinero nuevo que se crease no har¨ªa m¨¢s que ser acaparado. (?Los economistas estadounidenses se adelantaron al ingl¨¦s J. M. Keynes al reconocer y dar nombre a la trampa de liquidez descrita m¨¢s arriba!).
Es de esperar que los controles de nuestra democracia moderen los excesos de Obama
S¨®lo despu¨¦s de que se inicie la recuperaci¨®n los bancos centrales volver¨¢n a centrarse en la inflaci¨®n
Lo que en ¨²ltima instancia consigui¨® que casi se alcanzara el pleno empleo en Estados Unidos en 1939 fue, a fin de cuentas, el enorme gasto estatal deficitario. La Agencia para la Mejora del Trabajo entreg¨® a los trabajadores en paro m¨¢s pobres miles de millones de d¨®lares en salarios gastables. Adem¨¢s, la Administraci¨®n de Obras P¨²blicas del New Deal gast¨® miles de millones m¨¢s en obras p¨²blicas. Nada de esto fue suficiente.
La aceleraci¨®n de los pagos p¨²blicos a los agricultores apuntal¨® los precios de los cereales y aument¨® el poder adquisitivo. Por fin, algo nuevo: la sociedad de financiaci¨®n de la reconstrucci¨®n (RFC, en sus siglas en ingl¨¦s), que ayud¨® a sostener a los bancos con problemas. Esta RFC asumi¨® las inversiones arriesgadas que podr¨ªan no llegar nunca a ser plenamente amortizadas.
De igual modo que es mejor amar y perder que no haber amado nunca, en tiempos de gran depresi¨®n toda la sociedad sale ganando incluso si la rentabilidad esperada no llega nunca.
Recuerdo que durante el segundo mandato de Roosevelt en la Casa Blanca se construy¨® un ¨²til crucero de la Armada. Resulta que en la Segunda Guerra Mundial result¨® ser valios¨ªsimo. ?Cu¨¢l fue su verdadero coste documentado cuando se construy¨®?
Una contabilidad minuciosa calculaba que el coste de este barco hab¨ªa sido de hecho negativo para la sociedad. Lo que los contables consideraban dinero en efectivo perdido, la macroeconom¨ªa de la depresi¨®n propiamente dicha lo calcula como una compensaci¨®n por los miles de millones de d¨®lares de nueva producci¨®n y salarios que este barco hab¨ªa aportado al producto interior bruto.
Nada de lo dicho anteriormente es una cr¨ªtica a los d¨®lares que Bernanke y Paulson han dedicado a rescatar bancos, aseguradoras y balances de las grandes empresas. Este equipo llev¨® a cabo con rapidez la importante labor que el equipo de Hoover-Mellon nunca lleg¨® a hacer.
Parte de la grandeza de Franklin Roosevelt fue su voluntad de explorar nuevos programas contra los vientos de la depresi¨®n. Prob¨® el malhadado experimento de la administraci¨®n para la reconstrucci¨®n nacional que consisti¨® en dejar que los ejecutivos de la lana reorganizaran su sector, junto con otros planes empresariales de Mussolini igualmente descabellados. Pero pronto abandon¨® esos experimentos.
En las ocasiones en que el Tribunal Supremo cort¨® las alas de Roosevelt, redund¨® en beneficio de la sociedad. Es de esperar que cuando el joven y activo presidente Obama d¨¦ un paso en falso, los controles y equilibrios de nuestro sistema de democracia puedan ayudar a moderar los giros excesivos hacia la izquierda o hacia la derecha del sagrado centro.
En pol¨ªtica, el tiempo es esencial. Los nuevos presidentes tienen periodos de gracia limitados para innovar. Por eso, recordando 1933 y 1934, animo a la pr¨®xima Casa Blanca y al pr¨®ximo Congreso a improvisar para la econom¨ªa real nuevas y grandes inyecciones de gasto directo que ayuden a debilitar las espirales descendentes que las recesiones son tan propensas a desarrollar.
Gasten as¨ª, recordando que en tiempos como ¨¦stos la deflaci¨®n puede convertirse en un enemigo peor que la inflaci¨®n. Ning¨²n economista sensato lamenta hoy que Roosevelt rompiese las promesas electorales de "equilibrar el presupuesto" que hizo en 1932.
En aquel momento, con una jugada por sorpresa, Roosevelt devalu¨® el d¨®lar, sacando as¨ª a Estados Unidos del cruel patr¨®n oro. Mis profesores estaban escandalizados. Dado que Estados Unidos era un refugio seguro para el amedrentado capital europeo, no hab¨ªa necesidad de tomar en aquel momento decisiones tan poco ortodoxas.
Por una vez, los j¨®venes sab¨ªamos m¨¢s del asunto que nuestros mayores. Mientras que ellos pensaban que eran unas medidas ego¨ªstas por parte de Estados Unidos para "empobrecer al vecino", a nosotros Keynes nos hab¨ªa convencido de que devaluar el d¨®lar para hacerlo coincidir con la devaluaci¨®n de la libra brit¨¢nica era precisamente lo que nos permitir¨ªa a los dos mantener un gasto de d¨¦ficit presupuestario expansionista.
A las pruebas me remito. Los cautos belgas depreciaron su franco. En Francia, el Frente Unido se mantuvo en el patr¨®n oro. B¨¦lgica se recuper¨® antes. La d¨¦bil Francia fue la primera conquista f¨¢cil de los tanques alemanes.
S¨®lo despu¨¦s de que hayamos iniciado la recuperaci¨®n habr¨¢ llegado el momento de que los bancos centrales vuelvan a "centrarse en la inflaci¨®n". Cuando llegue el feliz d¨ªa de la recuperaci¨®n, sospecho que los niveles de precios estar¨¢n hasta un 10% por encima de los de 2007. Es una pena. Pero habr¨¢ sido el precio necesario de salvar a la econom¨ªa real y a las clases medias.
? 2008 Paul Samuelson. Distribuido por Tribune Media Services. Traducci¨®n de News Clips.
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