"Islandia soport¨® el hambre con orgullo. Pero esta crisis nos ha denigrado"
Viendo lo resuelta que sale de una reuni¨®n dedicada a la mejora de la situaci¨®n de las mujeres, resulta f¨¢cil imaginar a Vigdis Finnbogadottir al frente de uno de sus trabajos m¨¢s c¨¦lebres. Presidenta de Islandia entre 1980 y 1996, la primera mujer democr¨¢ticamente elegida jefe de Estado en el mundo se ha impuesto hoy una tarea igualmente se?alada. Quiere recuperar la dignidad nacional.
Es por culpa de la crisis financiera, que ha dejado un rastro inclemente en un pa¨ªs acostumbrado a los rigores del oc¨¦ano y las erupciones volc¨¢nicas. "Ha sido una cat¨¢strofe. Una verdadera tragedia para los islandeses, que hemos pasado pobreza y hambre sin perder el orgullo. Y ahora, porque unos bancos han debido ser nacionalizados por jugar con el capital, nos sentimos denigrados por el resto del mundo".
La ex presidenta islandesa quiere devolver la dignidad perdida a su pa¨ªs
Lo dice con suavidad, pero sin ocultar su disgusto. Con una serenidad que le permite pedir a continuaci¨®n disculpas por algo que sus conciudadanos sufren en igual medida que los ahorradores del Reino Unido y Holanda, que depositaron su confianza en Icesave, de Landsbanki. Desconocida para el gran p¨²blico, esa entidad islandesa se hundi¨® en octubre pasado y ha precisado ayuda del Gobierno para que los afectados recuperen su dinero.
Recostada en una silla frente a una taza de caf¨¦ que apenas roza y unos ricos bombones que prueba con cierta timidez, la antigua presidenta conserva el empuje que convenci¨® a su pa¨ªs hace casi dos d¨¦cadas de que ser¨ªa su mejor embajadora. Mientras contin¨²a con su particular campa?a regeneradora, el fot¨®grafo toma las primeras instant¨¢neas. Mir¨¢ndole apenas, ella dice que "Islandia es abierta y honesta y sentimos empat¨ªa por los dem¨¢s". En esta crisis, ha visto resquebrajarse su trabajo anterior para afianzar la buena imagen del pa¨ªs. "No se trata s¨®lo de mi labor, desde luego, pero hay que empezar de nuevo la reconstrucci¨®n. Ha habido avalanchas y pobreza por falta de pesca, pero somos un puente en el Atl¨¢ntico entre el viejo y el nuevo continente. Seguiremos adelante".
Cuando el fot¨®grafo le pide su mejor perfil, arregla su maquillaje con mano r¨¢pida, se levanta y posa como una profesional a sus 78 a?os. El caf¨¦ espera, los bombones son algo m¨¢s afortunados y la antigua gu¨ªa tur¨ªstica, licenciada en lengua francesa e inglesa y directora de la Compa?¨ªa de Teatro de Reikiavik, cierra su ciclo identitario. "Hemos mantenido nuestra lengua durante m¨¢s de mil a?os e inventado las sagas, un g¨¦nero narrativo comparable a las novelas hist¨®ricas", dice, para adentrarse en otro de sus terrenos de cabecera: la igualdad de la mujer. Justamente esa labor la llev¨® a Rotterdam de la mano del Club de Madrid, una organizaci¨®n independiente que promueve la democracia.
"Hay que involucrarlas en la soluci¨®n de los problemas porque no tienen una actitud agresiva ante la vida. Por eso debemos evitar equ¨ªvocos respecto a la religi¨®n y lo que Dios querr¨ªa. Con todo respeto, Dios espera la igualdad porque sabe que el hombre y la mujer tienen los mismos derechos". Dicho lo cual, celebra sonriente que su hija adoptiva, de 36 a?os, tenga de marido "al mejor yerno del mundo".
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