As¨ª patrullan los 'polic¨ªas culturales'
La SGAE emplea a una legi¨®n de inspectores para obtener ganancias de los derechos de autor
La imagen se repite cada noche all¨¢ donde hay un concierto. El m¨²sico o su representante en la tierra se sienta poco antes de actuar frente a una hoja de papel y escribe las canciones que va a interpretar. Sean suyas o ajenas. Carlos Rocha, de 30 a?os, es testigo de ese momento una media de 15 veces a la semana. Trabaja como representante o inspector de la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE). ?l s¨®lo tiene que estar all¨ª, entregar el papel en blanco, esperar que los m¨²sicos escriban los t¨ªtulos de las canciones y, si no est¨¢ muy interesado en el concierto, volverse a casa. "Hay algunos que pasar¨ªan inadvertidos entre cualquier seguidor de un grupo de rock", dicen desde la banda punk King Putreak. Como el resto de los 91.000 afiliados de la SGAE (de Luis Cobos a Extremoduro; de Bisbal a Barricada), ¨¦stos cobran derechos de autor por sus canciones.
El viernes, Rocha visit¨® dos discotecas, tres bares y un par de conciertos. Confirm¨® la lista de canciones que los grupos tocaron, inform¨®. Y comprob¨® que los locales (bares, discotecas, pubs...) tengan en orden sus licencias y paguen la tarifa que les corresponde por pinchar m¨²sica. Aunque sea de fondo. Como ¨¦l, 186 inspectores, recorren Espa?a. Son los ojos de la SGAE en la calle. El cuerpo de la polic¨ªa cultural de la entidad de gesti¨®n de derechos de autor. Su labor es informar cuando la ley no se cumple. Entonces es la organizaci¨®n la que act¨²a. "Se intenta agotar la v¨ªa pac¨ªfica, mediante varios avisos. Si no, se recurre a otras formas de conseguir pruebas para presentar ante el juez", asegura Javier Trujillo, director comercial de la SGAE.
As¨ª se hizo en 2007, en el caso de la boda en Sevilla que ha centrado la atenci¨®n medi¨¢tica esta semana. Entonces, la entidad de gesti¨®n acudi¨® a la agencia de detectives privados M¨¦todo 3, conocida por actuar en el caso de la desaparici¨®n de Madeleine McCann y cuyos empleados, adem¨¢s de trabajitos como el de Sevilla, act¨²an en ocasiones como escoltas de altos cargos de la SGAE, seg¨²n fuentes cercanas a la instituci¨®n. Sobre la actuaci¨®n en el sal¨®n de bodas hispalense, Trujillo opina: "Quiz¨¢ no sea la forma m¨¢s ortodoxa, pero algo hay que hacer. En las bodas la ley dice que hay que pagar la m¨²sica, al igual que se paga la luz, el agua o los langostinos", prosigue Trujillo.
Esta clase de actuaciones pone en alerta a las autoridades, como qued¨® patente el mi¨¦rcoles en la presentaci¨®n en el Ministerio de Cultura del Manual de buenas pr¨¢cticas para la persecuci¨®n de los delitos contra la propiedad intelectual. A la mesa se sentaron, entre otros, Guillermo Corral, director general de Pol¨ªtica e Industrias Culturales del ministerio, y Joaqu¨ªn Delgado Mart¨ªn, del Consejo General del Poder Judicial. Cuando los periodistas insistieron en preguntar si actuaciones como la de la SGAE en Sevilla se pod¨ªan encuadrar dentro de ese difuso concepto de "buenas pr¨¢cticas", Delgado respondi¨®: "S¨®lo la justicia y la polic¨ªa pueden perseguir delitos de pirater¨ªa, aunque en algunos casos estas entidades de gesti¨®n puedan solicitar su ayuda".
La SGAE es una entidad privada y como tal no puede tomarse la justicia por su mano. Pero tampoco se resigna a quedarse de brazos cruzados. En el caso de los conciertos, el conflicto surge de otra forma que en los salones de boda. Si la entrada excede de 10 euros es el promotor del evento el que debe pagar el 10% de la taquilla. La Asociaci¨®n de Promotores Musicales (APM) cree que "la empresa que cuenta a los asistentes a los conciertos tiene un margen de error demasiado alto". Por su parte, la SGAE asegura que s¨®lo utiliza la labor de los cliqueadores -los que cuentan el aforo-, como "datos de contraste".
Adem¨¢s de los representantes como Carlos Rocha existe la modalidad de los t¨¦cnicos musicales: expertos que visitan los conciertos "donde pueda existir una duda" en cuanto al formulario que rellena el m¨²sico. Para evitar que, por ejemplo, no se declare la interpretaci¨®n de alguna versi¨®n de material ajeno generadora de derechos de autor. En ocasiones, estos t¨¦cnicos graban el concierto en v¨ªdeo para presentarlo como prueba de la infracci¨®n. "Nuestro papel no es el de amenazar", asegura Jes¨²s L¨®pez, coordinador nacional de esa red de inspectores, "sino de informar".
Lo cierto es que unos y otros han tenido m¨¢s trabajo que nunca estos cinco a?os. Curiosamente desde que las cifras de ventas de discos han descendido. Javier Trujillo asegura que, a veces -"las menos"-, algunos no est¨¢n dispuestos a pagar la tarifa que le corresponde y se puede consultar en la web de la SGAE. "Entonces la respuesta del propietario del local suele ser: '?Por d¨®nde te quieres marchar? ?Por la puerta o por la ventana?", remata Trujillo."Nuestro papel es el de informar", seg¨²n el coordinador de investigadores
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