Novedades de esta campa?a
Elegidos formalmente los tres principales candidatos a la presidencia de la Xunta, podemos afirmar que ha comenzado la campa?a electoral que culminar¨¢ con la celebraci¨®n de las octavas elecciones auton¨®micas de Galicia. Por eso, antes de que la vor¨¢gine electoral limite la perspectiva pol¨ªtica, conviene destacar las grandes novedades que presenta este proceso electoral respecto al celebrado hace cuatro a?os.
La primera, y quiz¨¢ la m¨¢s relevante, consiste en que cuando los ciudadanos se acerquen a las urnas sabr¨¢n con toda seguridad que s¨®lo existen dos alternativas de gobierno: la continuidad de la actual coalici¨®n entre socialistas y nacionalistas (con la correlaci¨®n de fuerzas interna que los propios electores decidan), o la mayor¨ªa absoluta del PP. Quien vote al PSdeG o al BNG sabr¨¢ con total certeza que su voto no s¨®lo respaldar¨¢ al partido de su preferencia sino tambi¨¦n a la coalici¨®n que ha gobernado Galicia la ¨²ltima legislatura. Y quien respalde al PP tendr¨¢ la misma certeza de que su voto no se transformar¨¢ en gobierno, salvo que el partido conservador consiga la mayor¨ªa absoluta. P¨¦rez Touri?o, en el acto de su proclamaci¨®n como candidato a la presidencia, y Quintana unos d¨ªas antes, han despejado cualquier duda que pudiese existir al respecto.
N¨²?ez Feij¨®o no ha cumplido con una elemental exigencia: ser una alternativa cre¨ªble
Ahora bien, en unas elecciones democr¨¢ticas cada ciudadano dispone de un solo voto que, obviamente, no puede repartir entre varias fuerzas pol¨ªticas. Por esa raz¨®n los partidos, incluidos los que son aliados naturales, libran una enconada batalla para conseguir cada uno de los indivisibles sufragios de los ciudadanos.
En campa?a, cada formaci¨®n pol¨ªtica reafirma su identidad, realza sus supuestas virtudes, destaca sus ventajas comparativas y todo aquello que le separa del adversario. En campa?a electoral no existen amigos, s¨®lo contrincantes a batir.
Atrapados en esta vor¨¢gine, los candidatos pronuncian discursos en los que abundan los exabruptos, las hip¨¦rboles y todo tipo de excesos que los ciudadanos reciben con evidente cansancio e inteligente escepticismo. Pero todo tiene un l¨ªmite, y la santa paciencia con que la ciudadan¨ªa soporta este ritual suele transformarse en firme rechazo y justificada indignaci¨®n cuando alguien se pasa de la raya e insulta su inteligencia. Esto es algo que el PSdeG y el BNG, que leg¨ªtimamente luchar¨¢n a brazo partido por espacios electorales entre los que existen potentes vasos comunicantes, no deber¨¢n olvidar si quieren evitar que se distorsione su alternativa de gobierno.
La segunda novedad de esta campa?a electoral reside en que la izquierda (socialistas y BNG) concurre por primera vez a unas elecciones desde el Gobierno. De este hecho se derivan dos inexcusables obligaciones que ambas fuerzas pol¨ªticas no ten¨ªan en el pasado, cuando todav¨ªa conservaban su virginidad intacta. El primero de esos deberes consiste en presentar un verdadero programa de gobierno. Pero, obvio es decirlo, un programa de esas caracter¨ªsticas no es una simple declaraci¨®n de intenciones ni un desider¨¢tum, si no un proyecto en el que se definen prioridades, instrumentos y plazos, en el que existe, en fin, coherencia entre medios y fines.
Pero el Partido Socialista y el Bloque est¨¢n obligados, adem¨¢s, a presentar un balance de la acci¨®n de gobierno realizada durante los ¨²ltimos cuatro a?os. Es imperativo que expliquen en qu¨¦ han empleado los m¨¢s de 40.000 millones de euros (casi 7 billones de las antiguas pesetas) que han gestionado durante la pasada legislatura. Sin este requisito, las propuestas de futuro que ambos partidos nos presenten carecer¨¢n de la necesaria credibilidad pol¨ªtica.
Finalmente, la tercera novedad de la campa?a alcanza de lleno al Partido Popular. En efecto, es la primera ocasi¨®n en los ¨²ltimos lustros que el candidato del PP comparece a unos comicios desde la oposici¨®n.
N¨²?ez Feij¨®o debe saber que cuando los ciudadanos otorgan a un partido el 45% de los votos esperan de ¨¦l que, adem¨¢s de la cr¨ªtica y del imprescindible control del poder, acredite que es una alternativa cre¨ªble de gobierno. Pues bien, el candidato del PP no cumpli¨® todav¨ªa con esa elemental exigencia. Y si no lo hace en estas elecciones, en vez de difundir una imagen de gobernante proyectar¨¢ su aut¨¦ntica dimensi¨®n pol¨ªtica: la de un hombrecito insignificante que, utilizando palabras de Churchill, s¨®lo tendr¨ªa motivos para ser modesto. Veremos.
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