Las calles del miedo
Los pueblos de mayor¨ªa 'euskald¨²n' en los valles guipuzcoanos del Urola y el Gohierri han interiorizado el terror a ETA. Impotentes ante la intimidaci¨®n, construyen una vida aparte y se remiten a los pol¨ªticos
El miedo y las brumas invernales cubren los valles del Urola y el Gohierri, fatalmente resignados a la convivencia con el asesinato y la coerci¨®n etarras. "Hijo, aqu¨ª lo mejor es o¨ªr, ver y callar, porque si no te pueden pegar tres tiros". La mansa reflexi¨®n del celador de la bas¨ªlica de Loyola, situada a 300 metros de la esquina donde fue abatido el empresario Ignacio Uria, sintoniza con el conformismo de la nacionalista Azpeitia y de los 22 pueblos guipuzcoanos administrados por ANV y por el temor. El hostigamiento de las falanges independentistas, y las flaquezas de la condici¨®n humana, tambi¨¦n hunden a las poblaciones de otras localidades en el apocamiento y la claudicaci¨®n.
Lo determinante es el chantaje de las pistolas. Pero el discurso del nacionalismo moderado no ayuda a movilizar
"Uy, majo, esto est¨¢ muy fastidiado", se justifica una mujer que se marcha al preguntarle por el miedo
"Lo que este pueblo necesita es libertad para poder vivir", dice la socialista Manoli Uranga
La gente ha aprendido a subordinar la conciencia a la convivencia, a negar la evidencia y aislar los sentimientos
Un sindicalista de la central independentista LAB llor¨® al conocer el asesinato de Uria, su empresario
"Lo siento", "qu¨¦ pena", dicen muchos. Pero las emociones no se traducen en reacciones sociales y pol¨ªticas
-Padre, la gente no habla mucho por aqu¨ª.
-?Y c¨®mo vas a hablar? Si lo haces, igual te matan. Prudencia, mucha prudencia. La se?orita Prudencia es muy sabia.
-Pero la Iglesia...
-La Iglesia no permitir¨ªa que se hiciera pol¨ªtica desde el p¨²lpito. Lo mejor es o¨ªr, ver y callar, y rezar por los muertos. ?Qu¨¦ le parece la bas¨ªlica?
La pasividad observada en el jesuita del santuario donde cantaba Uria dos veces por semana, entre los parroquianos de las tabernas de Zum¨¢rraga o Azkoitia, entre los carniceros del campeonato de morcillas de Ordizia o en las calles de Beasain o Zestoa, obedece a la combinaci¨®n de complejos factores. El principal, y determinante, es el chantaje de las pistolas. Tampoco ayuda el car¨¢cter desmovilizador atribuido por sus cr¨ªticos al discurso de las instituciones vascas, controladas por el PNV desde hace un cuarto de siglo. "Es desmovilizador en el sentido de que condena moralmente el terrorismo de ETA, pero tambi¨¦n condena la violencia de Madrid. O sea, hay que aguantar porque todo se resolver¨¢ negociando la autodeterminaci¨®n", resume un periodista local, obligado a llevar escolta. "Sumados los dos factores, la sociedad vasca se domestica y acaba por inclinar la cabeza".
La crueldad, el acobardamiento o la complicidad quedaron de manifiesto el pasado d¨ªa 3, el d¨ªa del crimen, en la sala de plenos del Ayuntamiento de Azpeitia, sin concejales del PSOE ni del PP, y sin la presencia de Espa?a por ning¨²n rinc¨®n: ocho concejales del PNV, seis de ANV, dos de EA y uno de Aralar. Un cu?ado del copropietario de la constructora Altuna y Uria no pudo contenerse al no condenarse un¨¢nimemente el atentado y rompi¨® a llorar. Llor¨® casi a escondidas, arropado por la cuadrilla de amigos, pero zaherido por ANV: "No montes el numerito. Nosotros tambi¨¦n hemos sufrido y seguimos sufriendo", le dijeron. Alguien grit¨®: "Un aplauso fuerte para Inazio". Y, nuevamente, la mediocridad y el desaliento: unos aplaudieron y otros abandonaron la sala sin hacerlo.
El d¨ªa de la imposible entrevista con el alcalde de Azpeitia, I?aki Irrazkin, de ANV, la fachada del Consistorio permanec¨ªa pelada, sin crespones de duelo ni se?ales de contrici¨®n. Junto a los soportales del Consistorio, tocando el cuartelillo de la polic¨ªa municipal, un pasqu¨ªn ilustra sobre la rutina de una localidad de 14.000 habitantes y pasado carlista: "Ciudadanos vascos presos e incomunicados. En riesgo de ser torturados. Tres compa?eros est¨¢n en manos de la Guardia Civil". Nada amigable, la secretaria del regidor, ubicada en la primera planta de un edificio dominado por las cumbres del macizo Izarraitz, escrut¨® a los dos forasteros.
-Buenos d¨ªas, ?podr¨ªamos hablar con el alcalde?
-No.
-?Le importar¨ªa preguntar?
La secretaria se comunic¨® con el alcalde a trav¨¦s de un tel¨¦fono interior y as¨ª le plante¨® la solicitud de entrevista: Paiseko kazetari batzuk daude hemen. Ez duzu beraiekin hitz egin nahi , ez ta? (Aqu¨ª hay unos periodistas de EL PA?S. No querr¨¢s hablar con ellos, ?no?
-Dice que no los recibe.
La prensa espa?olista no es bienvenida en los feudos del independentismo violento, ni tampoco entre los vascos amedrentados o convencidos de que ETA existe porque "el Estado espa?ol" les rob¨® los fueros vascos, tortura, cierra peri¨®dicos e ilegaliza partidos e ideas. El vecindario del Urola y el Gohierri rehuye hablar de ETA o la menciona en voz baja, con medias palabras y una cautela que al catedr¨¢tico vizcaitarra Jos¨¦ Luis Pinillos le recuerdan la mirada en los tiempos de la Gestapo (polic¨ªa secreta del nazismo), der deustche Blick, la mirada alemana, una mirada que escrutaba el entorno antes de hablar para detectar la presencia de posibles delatores.
Los dos escoltas de Manoli Uranga, ex concejal socialista, tambi¨¦n buscan sospechosos cuando barren con la mirada los accesos e interior el restaurante Kiruri, virtuoso de la lubina, el txakol¨ª y el pich¨®n de caser¨ªo. El empresario asesinado jugaba a las cartas hacia las 12.45 de cada d¨ªa, muy cerca de la mesa donde la socialista euskald¨²n, amenazada de muerte, confiesa sus sue?os y amarguras: "Lo que este pueblo necesita es libertad para poder vivir. Yo no puedo salir sola, pero estoy dispuesta a pasar lo que estoy pasando si acabamos con esto". La ¨²nica concejal del PSE-PSOE en la pasada legislatura, que no repiti¨® al faltarle 20 votos, pide al nacionalismo democr¨¢tico un paso al frente contra ETA y su mundo. "?Pero est¨¢n dispuestos a vivir como nosotros? Aqu¨ª es muy f¨¢cil decir 'estamos contigo', pero de eso a lo otro...".
El compromiso de Uranga contra la intolerancia se impuso a los c¨®cteles molotov lanzados contra su domicilio, a las pintadas, el hostigamiento, las burlas, la soledad y las miradas que matan. Ocho a?os atr¨¢s, el 29 de julio del 2000, el d¨ªa en que el ex gobernador civil de Guip¨²zcoa Juan Mar¨ªa J¨¢uregui fue asesinado en una cafeter¨ªa de Tolosa, la corajuda socialista recibi¨® el primer aviso. "?Gora Eta militarra!", le gritaron. "Sois enemigos del pueblo". Manoli Uranga se dio la vuelta en las escaleras de la afrenta y, tambi¨¦n en vasco, respondi¨® a sus linchadores sin ambages: "Los asesinos y enemigos del pueblo sois vosotros". "Hay gente nacionalista que se ha enfrentado al terrorismo individualmente, pero colectivamente fallan".
Muchas cosas fallan en el Pa¨ªs Vasco. Las instituciones y los vecinos de Azpeitia, el colectivo al que alude Uranga, transitan por la calle Erdi sin inmutarse ante el santuario levantado a la violencia independentista en el escaparate de una taberna. Una pantalla de v¨ªdeo muestra uno tras otro, durante 24 horas al d¨ªa, los rostros y la identidad de los cientos de presos de ETA. Preside el altar la bandera amarilla con el arrano beltza (el ¨¢guila negra), el s¨ªmbolo primigenio de la soberana e irrenunciable territorialidad de Euskal Herria. El cartel¨®n colocado en la puerta de entrada instaba a la liberaci¨®n de doce presos, bajo cuyo retrato se apostilla: "c¨¢ncer", "c¨¢ncer", "convulsiones", "epilepsia...". Casi de pasada, sin ser preguntada, una veintea?era que saca la basura espeta al mir¨®n: "Y ya son casi 700 presos pol¨ªticos que tenemos, eh".
El alcalde no quiso hablar con este diario. Pero su propuesta de pacificaci¨®n, esbozada por la fugaz transe¨²nte de la calle del pasmo, fue comunicada en agosto del pasado a?o al lehendakari Juan Jos¨¦ Ibarretxe, de visita oficial en el pueblo. La alternativa ofrecida es fundacional: "Este pa¨ªs necesita un nuevo marco democr¨¢tico en el que las diferentes sensibilidades existentes puedan actuar y podamos decir libremente en torno a qu¨¦ propuesta y qu¨¦ marco pol¨ªtico queremos tener, siempre y cuando la sociedad apoye este planteamiento". Algunas sensibilidades huelen a p¨®lvora en buena parte de Euskadi, donde la libertad de expresi¨®n no existe o no es plena. Atestiguan sus carencias el mutismo y evanescencias de los vecinos consultados durante el recorrido por la ruta del sirimiri, el miedo y la resignaci¨®n.
Los votantes del PSOE y del PP, vascoparlantes o no, viven en las catacumbas de los pueblos euskaldunes, amparados por una existencia silente y mutilada. Significarse p¨²blicamente como electores de las fuerzas pol¨ªticas represivas complicar¨ªa la vida, y nadie quiere complicaciones. El coloquio intencionado con esa poblaci¨®n cautiva no es f¨¢cil, y, cuando el periodista escucha hablar en castellano en un puente sobre el r¨ªo Urola, corre a conversar con quien lo hace, una se?ora y su hijo peque?o que tira migas a los patos, pero naufraga clamorosamente al adentrarse en honduras, al abordar la esencia del problema o formular la pregunta del mill¨®n: la apat¨ªa ciudadana ante la sangre y el sufrimiento. "Uy, majo, esto est¨¢ muy fastidiado. Agur".
Agur, eskerrik asko (gracias) y rumbo a la vecina Azkoitia, donde aguarda otra valiente: Pilar El¨ªas, concejal del Partido Popular, viuda de Ram¨®n Baglietto, asesinado en 1980 por C¨¢ndido Azpiazu, que abri¨® una cristaler¨ªa frente a la casa de Pilar tras de salir de la c¨¢rcel. "?A qu¨¦ tiene miedo la gente? Pues a esa gentuza. El miedo es libre, pero la gente es muy cobarde y muy c¨®moda. No quieren meterse en l¨ªos. Para m¨ª hay una cobard¨ªa impresionante". Levantan los hombros y se acab¨®. "No pasa nada. Eso s¨ª, en privado te dicen: 'Ay, pobrecito. Ay, qu¨¦ pena', pero se acab¨®. Ah¨ª termina todo". Vive protegida. "Y ya son casi 12 a?os as¨ª. Le digo esto para que vea como est¨¢ la cosa por aqu¨ª. En lugar de ir a peor, vamos para atr¨¢s".
La gente subordina los aldabonazos de la conciencia a la comodidad de la convivencia. Porque al no poder vivir en la permanente y corrosiva tensi¨®n de los asesinatos, las bombas y los secuestros, activa mecanismos de defensa contra lo desagradable y angustioso. "Se niega la evidencia, se deforma esto, se sublima aquello, se a¨ªslan los sentimientos de temor y compasi¨®n en unos compartimentos estancos donde no interfieran con el ejercicio corriente de la vida", seg¨²n la tesis de Jos¨¦ Luis Pinillos, catedr¨¢tico de Psicolog¨ªa, que sabe mucho sobre otra clase de miedo: el de los vascos con hijos, familiares y amigos cercanos a ETA, que rechazan el terrorismo, pero temen que los suyos terminen presos o muertos.
"Nos encontramos muy solos. Y ahora dicen que la Vuelta Ciclista a Espa?a no debe pasar por aqu¨ª porque esto no es Espa?a. Por favor", prosigue Pilar El¨ªas. "?El PNV? Siempre ha sido muy ambiguo. Juzga como le conviene, pero siempre est¨¢ m¨¢s con ellos que con nosotros". ?Pesimista? "Uff, para cambiar esto se tiene que detener a toda esta gentuza, meterla en la c¨¢rcel y de esa forma ya cambiar¨ªamos, pero mientras anden por ah¨ª y con la actitud del PNV, pues poco cabe esperar". Aunque Azkoitia es una localidad relativamente peque?a, apenas 10.000 habitantes, la concejala no conoce a sus votantes. "Nunca s¨¦ qui¨¦n me vota, porque la persona que me vota a m¨ª ya est¨¢ marcada".
Nadie quiere quedar marcado, y entonces la modorra y ocultamiento de los votantes de los partidos constitucionalistas, de grado o por imperativo legal, son presa f¨¢cil de los radicales, que implican a sus electores en una organizaci¨®n casi militar, a toque de trompeta. M¨¢s o menos numerosos, a veces siempre los mismos, el activismo abertzale acude a las sesiones plenarias m¨¢s calientes, integra comit¨¦s ciudadanos y manifestaciones y no suele malgastar recursos durante el arrinconamiento del enemigo. "Si la presi¨®n que ejercen pueden causar graves trastornos psicol¨®gicos en determinadas personas o en su entorno, las mantienen y aumentan. Y si el objetivo tiene los apellidos vascos, les jode m¨¢s", se?ala un sindicalista con residencia en la zona.
De regreso a Azpeitia -Guip¨²zcoa es un pa?uelo-, una mujer de tez sonrosada, afable y mofletuda analiza la situaci¨®n. A su manera. Lo hace con el castellano de quien apenas lo utiliza.
-Se?ora, ?sabe d¨®nde queda el batzoki?
-Ah¨ª cerca. En la trasera de esa calle.
-Muchas gracias. Por cierto, est¨¢ la cosa caliente, ?no? El asesinato de Uria ha sido tremendo.
-Pero yo le digo una cosa: no son malos chicos [los asesinos]. Seguramente han estudiado en la misma escuela que yo y lamentan lo que han hecho, pero alguien les mete cosas en la cabeza.
-Pero es que el alcalde tampoco condena.
-Bueno, es que seguramente ¨¦l tambi¨¦n est¨¢ amenazado por ETA.
-?A qui¨¦n vot¨® usted?
-Ah, eso no se dice.
Nada o poco se dice p¨²blicamente contra los autores del atentado que cost¨® la vida a un empresario y buen amigo de Jos¨¦ Mar¨ªa Bastida, el ex alcalde de Azpeitia durante 20 a?os, miembro del PNV. "La impotencia es total. Nos piden reaccionar, pero a ver c¨®mo reaccionas ante un caso en el que te pegan tres tiros. Eso s¨ª, la gente del pueblo y de los alrededores ha reaccionado como nunca". Habla un hombre nada cobarde durante el acoso sufrido en el ejercicio del cargo: un grupo de encapuchados le agredi¨® en una tasca porque no ced¨ªa unos locales municipales a la previsible subversi¨®n batasuna. "Estamos hartos, hartos, hartos, pero desde hace muchos a?os. No ahora porque han matado a Inazio".
Pero los vecinos no quieren hablar, evitan drenar abiertamente la rabia y el hartazgo. "Les cuesta porque a veces los periodistas... No es que tengan miedo, lo que pasa es que los vascos somos as¨ª. Nos cuesta expresarnos, sacar afuera lo que sentimos dentro. Nos cuesta. Somos as¨ª y punto, pero estamos hartos. Y los que m¨¢s sufrimos somos nosotros". El ex alcalde niega que ETA tenga deferencias con los nacionalistas. "A esos les importa poco. A veces se dice: 'Han matado a un socialista, a uno del PP'. No, no, les da lo mismo. Van a lo m¨¢s f¨¢cil. En ese caso han ido a por Inazio porque era muy f¨¢cil matarle".
Las manipulaciones medi¨¢ticas le cabrean mucho. "Yo he pasado muchos a?os en la pol¨ªtica y conozco los entresijos de lo que es parte de la pol¨ªtica. No admito que, aprovechando esta triste ocasi¨®n, cierta prensa manipule. Y no digo en el caso de El PA?S. ?Y qu¨¦ consiguen con eso? A la larga perdemos todos". ?A qu¨¦ manipulaci¨®n se refiere? "Pues, por ejemplo, a que nos metan a todos en el mismo saco, como que todos somos lo mismo. Y eso no es as¨ª. Yo he estado muchos a?os amenazado y me he tenido que aguantar".
La cuadrilla de partida de Ignacio Uria en la cafeter¨ªa Uranga tambi¨¦n se dice manipulada cuando El Mundo public¨® una fotograf¨ªa en la que segu¨ªan jugando al tute el d¨ªa del atentado, aparentemente como si nada, como si hubiera muerto de una gripe. La realidad es otra, seg¨²n un comunicado de los contertulios: "?ramos unos compa?eros consternados por lo ocurrido que, finalmente, optaron por jugar una partida de cartas en homenaje al amigo fallecido". Tambi¨¦n "acudimos al tanatorio consolando a la familia y rezando por el difunto, y fuimos al funeral y a la posterior concentraci¨®n". No todos entendieron "que tuvieran los h¨ªgados" de jugar a las cartas, aunque fuera en homenaje al compa?ero de mesa, "en lugar de apedrear la sede de ANV", se escucha en algunos lugares.
La sede de Altuna y Uria, SA, dista 30 metros de la farola donde cay¨® herido de muerte Ignacio Uria Mendiz¨¢bal. La familia acude todos los mi¨¦rcoles al lugar, se?alado con una ofrenda floral, pero prefiere no hablar con la prensa. "S¨®lo le puedo decir que vamos a seguir trabajando porque nuestra responsabilidad es con las m¨¢s de 400 familias que dependen de nosotros", dice un portavoz en una oficina de la empresa. "Ya lo hemos dicho todo". Un amigo de los Uria Mendiz¨¢bal accede a relatar algunos detalles del descalabro emocional de una saga con 32 miembros en la empresa y cerca de 70 en las grandes comilonas y celebraciones. "Est¨¢n destrozados, pero dispuestos a seguir adelante. Ellos nunca se metieron en pol¨ªtica. Y como son tantos, pues imagino que votan diferente. Pero si usted repasa la lista de cargos pol¨ªticos de cualquier tipo, ellos nunca aparecen".
Los trabajadores de la constructora que son miembros del sindicato ELA-STV, adscrito al PNV, suscribieron el comunicado de condena del asesinato, rechazado por los tres delegados de LAB, la central del independentismo. "La persistencia de ETA s¨®lo nos trae sufrimiento y des¨¢nimo. Los atentados deben acabar de una vez por todas. Su obstinaci¨®n resulta totalmente contraria a los intereses, deseos y aspiraciones de los trabajadores vascos", subraya la nota, cuidadosamente redactada, sin palabras malsonantes, para facilitar su firma. "Uno de los de LAB llor¨® cuando se enter¨® que hab¨ªan matado a Inazio, pero, claro, el sindicato est¨¢ por arriba...", seg¨²n el amigo de la familia Uria, que suplica no ser identificado. "El miedo es como una bola que crece y se lleva todo por delante. ?Y qu¨¦ vamos a hacer? Son los pol¨ªticos, los gobiernos de aqu¨ª y de all¨ª, los que tienen que arreglar esto".
Y si en Espa?a no se torturara tant¨ªsimo, pues igual cambiaban las mentalidades de los vascos, dice uno sin asomo de duda: Espa?a es un Estado opresor con verdugos y potros de tortura que funden las bielas martirizando a destajo. "Y es que, adem¨¢s, la caverna medi¨¢tica es la hostia con los vascos. Yo soy nacionalista y, cuando salgo de viaje y pongo la radio, es para descojonarse o echar a correr. Lo comentamos mucho los amigos". El socialista Miguel Reim¨²ndez de Mil¨¢n, concejal de Azkoitia, nacido en A Coru?a, vive en Zum¨¢rraga y nada puede comentar en euskera porque no lo habla. Pero, al igual que las personas dispuestas a dar la cara en este reportaje, no tiene pelos en la lengua en castellano. "Lo mismo que se extendi¨® la muerte y el terror al grito de '?Arriba o Viva Espa?a!' hace setenta a?os, desde hace 40 se hace lo mismo al grito de Gora Euskadi Askatuta", se?ala. "Eso no quiere decir que todos los que gritaban 'Arriba Espa?a' o 'Viva Espa?a' defendieran el terror que se impon¨ªa, ni todos los que gritan Gora Euskadi Askatuta defiendan el terror actual; aunque, antes los unos y ahora los otros, les dan base y cobertura".
Trabajador en una f¨¢brica, atribuye el pasotismo ciudadano a las supuestas complicaciones y a la desidia de la sociedad, "que ol¨ªmpicamente pasa de todo". "?Qu¨¦ por qu¨¦ me met¨ª en las listas para concejal? Pues porque siempre he sido sindicalista en Comisiones Obreras y consider¨¦ que no pod¨ªamos perder el espacio pol¨ªtico a nuestro alcance". Y de Zum¨¢rraga a San Sebasti¨¢n, dejando atr¨¢s la turbulenta endogamia nacionalista de los valles y monta?as guipuzcoanos y la enrevesada ruta de las proclamas de combate: "Gutunak Idatzi", "Presoak etxera", "Indepentzia", "Autodeterminazio", "Askatasuna".
Luis Daniel Izpizua, profesor en un instituto donostiarra, escritor e inteligente observador de las pasiones humanas, critica el quietismo ciudadano y pol¨ªtico y la perversa y est¨¦ril repetici¨®n de las emociones: "Lo que se subraya tras los cr¨ªmenes cometidos por ETA son las reacciones emocionales, un factor que sirve para se?alar la buena o la mala conciencia social, pero que, en mi opini¨®n, es irrelevante". ?l no puede sufrir por el asesinato de Ignacio Uria como lo har¨ªan sus allegados, ni se le puede exigir que lo haga, "pero s¨ª puedo reprobarlo moral y pol¨ªticamente y actuar en consecuencia. Es esto ¨²ltimo, y no un sufrimiento emp¨¢tico, lo que se le puede exigir a una sociedad amenazada por el terror, y la escenificaci¨®n de un dolor improbable no puede servir de paliativo para esa exigencia".
Catedr¨¢tico de Lengua y Literatura espa?olas, Izpizua apuesta por un vuelco electoral en el Gobierno y Parlamento vascos, y tambi¨¦n en los comportamientos sociales y pol¨ªticos de Euskadi. "Pero si no ocurre, tampoco caer¨¦ en el fatalismo. Ya tengo un poco de callo". Llueve intensamente en San Sebasti¨¢n y en el balc¨®n principal del Ayuntamiento, junto a la playa de la Concha, ondean la bandera espa?ola, la ikurri?a y la de la UE. La espa?ola tremola sin mucho entusiasmo, casi por imperativo legal. -
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