"El escritor, o es memoria o no es nada"
Hay algo de fuerte y de desvalido en Juan Mars¨¦, como si a¨²n fuera Juanito, y como si su biograf¨ªa, de la que aqu¨ª habla, le estuviera siempre halando hacia la infancia, y, a¨²n m¨¢s, hacia el momento mismo en que naci¨®. Pero es Juan Mars¨¦, su rostro ya muestra esa edificaci¨®n barroca que las personas alcanzan cuando son lo mismo por dentro que por fuera; aunque en la mirada de Mars¨¦, en algunos de sus gestos menudos, uno vislumbra al adolescente que fue o al joven que aparece en muchos de sus libros, disfrazado con otras identidades. Un hombre de 75 a?os al que sus amigos mayores (muchos de ellos ya muertos) siempre llamaron Juanito; hab¨ªa dos Juanitos, el otro era Garc¨ªa Hortelano, uno de sus amigos m¨¢s grandes. Su nieto Guille, que tiene nueve a?os, le llama abuelito, y comparte con ¨¦l al menos una preocupaci¨®n: la vestimenta que ambos han de usar en Alcal¨¢ de Henares cuando el Rey le entregue al autor de ?ltimas tardes con Teresa el Premio Cervantes. Mars¨¦ tiene que ir con chaqu¨¦, y se lo tendr¨¢ que probar en Madrid en enero, y Guille le pregunta a su madre, Berta Mars¨¦, escritora tambi¨¦n, autora de cuentos, si se fabrican igualmente esos vestidos para los ni?os. El abuelo cree que mejor va vestido de marinerito, y alguien dice que quiz¨¢ el ni?o pueda ir vestido como iba Juan Mars¨¦ cuando gan¨® el Planeta (en 1978) y se present¨® ante el entonces president Tarradellas con un pantal¨®n de pana y una cazadora amarilla. Vamos con la familia Mars¨¦ (falta Joaquina, la mujer, la abuela, que se qued¨® en Barcelona) hacia Andorra, donde al patriarca le van a dar el Premio Carlemany del Principado. Hab¨ªaci¨®n, pero la ¨²nica posibilidad que hubo de llegar a tiempo era si ¨ªbamos con ¨¦l en este viaje que es preludio del que har¨¢ a Alcal¨¢ de Henares y que es una interrupci¨®n m¨¢s, pero gloriosa, a la escritura que ahora le tiene a¨²n m¨¢s ensimismado: Aquel muchacho, esta sombra, una novela por la que se ha cruzado, otra vez, un elemento m¨¢s de su historia familiar, la verdadera, la que le convirti¨® en un hijo adoptivo al que por eso mismo le importan un bledo las identidades que tanto conmueven el solar patrio. En este viaje, Mars¨¦ comparti¨® mesa y mantel con acad¨¦micos, profesores y funcionarios, y cont¨® ante ellos, con esa sonrisa t¨ªmida, como de adolescente que est¨¢ de campamento, parte de su biograf¨ªa; cuando trabaj¨® de mozo de laboratorio con el cient¨ªfico Jacqtorio con el cient¨ªfico Jacques Monod en el Instituto Pasteur de Par¨ªs, o cuando daba clases de conversaci¨®n espa?ola a la hija del pianista Robert Cassades¨²s, que se llamaba Teresa, lo que son las cosas... Y all¨ª, junto a la mesa del comedor del hotel andorrano, Guille descubri¨® la nieve y un piano, y se llev¨® al abuelito hasta el teclado, y ah¨ª otra vez se produjo en Mars¨¦ esa sonrisa de excursi¨®n que es la que tiene en los momentos felices. ?ste es uno, nosotros lo vimos. Antes nos hab¨ªamos sentado a conversar, ¨¦l tom¨¢ndose una cerveza y coida y sobre la vida. Le sacamos la pol¨ªtica, pero en un momento determinado prefiri¨® seguir hablando de la vida. Es decir, de la memoria. "Yo no me olvido", eso dijo, y de eso, de la memoria, va su obra. Ustedes ver¨¢n.
Qu¨¦ raro, una entrevista a Mars¨¦ en Andorra. Ser de un pa¨ªs como ¨¦ste no estar¨ªa mal. Si uno hace un somero repaso a nuestra historia, llega a la conclusi¨®n de que haber nacido entre monta?as en este paisaje maravilloso, pues s¨ª, no estar¨ªa mal. Y no lo digo s¨®lo por el paisaje.
?Nosotros vivimos en un pa¨ªs raro? Raro y que parece que a¨²n no acaba de encontrar su estabilidad democr¨¢tica. Hay todav¨ªa muchos resabios y sombras de nuestro pasado inmediato, concretamente de los cuarenta a?os del franquismo. Cuentas pendientes con muchas cosas. Con la Iglesia cat¨®lica, por ejemplo.
Y todo parec¨ªa haberse resuelto en la transici¨®n... Se dice que han sido heridas mal cerradas. No lo s¨¦. Durante el primer Gobierno socialista se podr¨ªan haber resuelto algunas cosas en relaci¨®n con la Iglesia. Pero los pactos sobre el Concordato fueron m¨¢s de lo mismo. Y bajo el Gobierno de Aznar tampoco se hizo nada. Ahora tampoco se est¨¢ haciendo nada de nada al respecto. As¨ª que salta la chispa cuando menos te lo esperas. Hoy es un crucifijo, ma?ana es una monja... Esto es una lata. No es el problema m¨¢s importante que tiene el pa¨ªs, pero lo digo porque refleja una cierta dejadez del Gobierno en materia de educaci¨®n.
El Gobierno introdujo Educaci¨®n para la Ciudadan¨ªa, y las reacciones dieron la impresi¨®n de que la asignatura la dictaba el diablo. Es un ejemplo. Todav¨ªa parece como si fu¨¦semos aprendices en el terreno democr¨¢tico. Si no fuera porque es dram¨¢tico, como escritor me tronchar¨ªa de risa con lo que ha pasado con la Educaci¨®n para la Ciudadan¨ªa y con la memoria hist¨®rica. La memoria es el instrumento m¨¢s importante que tiene un escritor. Que no remuevas las cosas, dicen; eso es grotesco; es como si te negaran, en el caso de un escritor, el derecho a trabajar.
En su caso, la memoria es lo fundamental. O es memoria o no es nada. Ya s¨¦ que se refieren a la memoria colectiva. Pero llega un momento en que esa apelaci¨®n a que no se remuevan las cosas tambi¨¦n afecta a la memoria personal.
La jerarqu¨ªa cat¨®lica no siempre fue igual. En la transici¨®n tuvimos a Taranc¨®n. La Iglesia de Roma es al final lo que pesa, la jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica es la que manda. Taranc¨®n fue ¨²nico. Y a ¨¦l le cost¨® mucho; le gritaban y lo insultaban por la calle.
"Taranc¨®n al pared¨®n". Hoy d¨ªa no s¨¦ qu¨¦ le habr¨ªa pasado. Coincidi¨® en un momento de grandes esperanzas. Realmente la transici¨®n fue ¨²til. La izquierda, sobre todo, cerr¨® la boca, a ver si sal¨ªamos de aquello. Hab¨ªa la ilusi¨®n de que un d¨ªa hubiera justicia hist¨®rica, como en Alemania o en Italia. Y Taranc¨®n estaba en ese momento ah¨ª. Yo creo que ¨¦l pens¨® que con el tiempo esto se iba a resolver.
Algo habremos avanzado. Por supuesto. De alguna manera, la Ley de la Memoria Hist¨®rica y la Educaci¨®n para la Ciudadan¨ªa est¨¢n en marcha, guste o no guste. Y otras cosas que tienen que ver con la vida civil, cuestiones sobre el aborto, a¨²n no resueltas del todo...
En la derecha ahora hay personalidades bien definidas. Ah¨ª tiene a tres muy significados: Aznar, Esperanza Aguirre, Mariano Rajoy. ?Qu¨¦ imagen tiene ahora de Aznar? Me parece un pol¨ªtico mediocre. Es dif¨ªcil hallar aqu¨ª una persona homologable a pol¨ªticos de derechas notables de otras latitudes. Aznar me parece mediocre. No me atrevo a decir lo mismo de Rajoy, que me parece un hombre inteligente. Y Esperanza Aguirre me parece un personaje pintoresco; desde el punto de vista pol¨ªtico no tiene la menor entidad. Me parece todo artificioso en ella. Pero d¨¦jame que me defienda de las cuestiones que abordas. Suelo citar unas palabras de Joyce en el Retrato del artista adolescente. Dedalus le dice en un momento determinado a un amigo suyo: "Me est¨¢s hablando de religi¨®n, de patria, de naci¨®n; bueno, ¨¦stas son las redes de las cuales estoy intentando escapar". ?Entendido?
Entendido. Sin embargo, de naci¨®n no hemos hablado. ?C¨®mo que no! No en el sentido nacionalista, ya veo que no. Pero ah¨ª s¨ª que no tengo ning¨²n empacho en decir que yo no soy nacionalista. Ni de Catalu?a, ni de Espa?a, ni de China, ni de Andorra. No tengo ning¨²n problema identitario. ?Qu¨¦ problema identitario voy a tener si adem¨¢s soy adoptivo? Tuve que rastrear mi identidad desde que cumpl¨ª los 10 a?os; supe entonces que hab¨ªa otra familia, que mis apellidos eran otros. Durante unos a?os estuve como que no sab¨ªa de d¨®nde hab¨ªa venido. No s¨¦ hasta qu¨¦ punto eso pudo haber influido punto eso pudo haber influido en mi personalidad, no me gusta especular sobre estas cosas. Pero hoy d¨ªa puedo afirmarte que no estoy dispuesto a dejarme desafiar por asuntos de identidad, ni de banderas, ni de patrias.
Se evita usted discusiones enfermizas. Nunca he entendido ese ¨¦nfasis: "Yo soy as¨ª y soy de aqu¨ª". Y se creen que por eso ya uno es mejor que otro. No s¨¦ de d¨®nde proviene ese orgullo. Estoy orgulloso de pocas cosas. Estoy orgulloso de que pongo mucho esmero en el trabajo, por ejemplo. Pero en esas cosas de la identidad no pongo esmero alguno. Me da igual.
Hasta d¨®nde llega la obsesi¨®n por la identidad, que incluso marc¨® el d¨ªa de la concesi¨®n del Cervantes... Pero luego he sabido de manera fidedigna, de parte del propio ministro, C¨¦sar Antonio Molina, que ¨¦l no dijo eso. Se dijo que hab¨ªa dicho que se me premiaba por defender la lengua espa?ola en Catalu?a. Yo jam¨¢s he escrito una l¨ªnea para defender la lengua espa?ola; creo que se defiende sola... Hay, s¨ª, alguna problem¨¢tica en Catalu?a en relaci¨®n con el espa?ol, algunos excesos, alguna cuesti¨®n que no acaba de ajustarse bien, y creo que se ajustar¨¢. Y te puedo asegurar que mi nieto Guille es un ejemplo. ?l habla perfectamente catal¨¢n y espa?ol. Su padre es uruguayo, su madre es catalana. Y en mi casa pas¨® otro tanto... Se ha exagerado la problem¨¢tica por intereses estrictamente pol¨ªticos, y eso me revienta. Uso la lengua para comunicarme, no para defender ideas pol¨ªticas. Y tal como dije entonces, cuando se anunci¨® el Cervantes, cuando se utiliza la lengua como una bandera, me pongo la mano en la cartera porque s¨¦ que de alg¨²n lado me van a sacar los cuartos. Pero lo que dijo el ministro no es lo que dijeron que dijo. Lo que dijo fue lo que est¨¢ en este papel: "... y tambi¨¦n el haber contribuido desde Catalu?a a la lengua com¨²n de 500 millones de personas".
Fue su premio una gran alegr¨ªa para mucha gente. ?Usted c¨®mo lo recibi¨®? Pues a m¨ª tambi¨¦n me dio alegr¨ªa. Lo que pasa es que pensaba que otra vez ser¨ªa finalista. As¨ª que fui tranquilamente al cardi¨®logo, a una revisi¨®n rutinaria. Bueno, tranquilamente no, porque ¨¦l me hall¨® un poco nervioso al tomarme la presi¨®n. Y le expliqu¨¦: "Es que ahora dan el Cervantes, y he sido candidato desde hace un par de a?os, y, quieras que no, eso te agita, aunque sepa que no voy a ganar". Entonces ¨¦l me dijo: "Bueno, que conste que si lo ganas, quiero que digas que est¨¢s vivo gracias a m¨ª".
El doctor Massip. S¨ª, y as¨ª lo dije, estoy vivo gracias al doctor Massip. Cuando llegu¨¦ a casa, ¨¦sta ya estaba invadida por periodistas y fot¨®grafos. Y yo content¨ªsimo, ?por qu¨¦ negarlo? Content¨ªsimo.
O sea, que ya tiene los dos grandes premios de la literatura en espa?ol, el Rulfo y el Cervantes. El Rulfo me hizo mucha ilusi¨®n tambi¨¦n, porque yo tuve la suerte de conocer a Juan Rulfo en 1973, cuando me dieron en M¨¦xico un premio por Si te dicen que ca¨ª, que no pudo publicarse en Espa?a entonces, y se public¨® despu¨¦s de la muerte de Franco. Ese premio mexicano me lleg¨® muy hondo, y es muy importante para m¨ª tambi¨¦n.
Ahora aparece en el libro de Jordi Gracia sobre Dionisio Ridruejo que ¨¦ste se sinti¨® retratado... Public¨® un art¨ªculo sobre ello en la revista Destino. Hac¨ªa una reflexi¨®n sobre aspectos que se le hab¨ªan escapado de la dictadura y de la Falange, que conoc¨ªa a fondo. Cuando surgi¨® la posibilidad de la edici¨®n espa?ola de Si te dicen que ca¨ª, a finales de 1973, al editor de Novaro en Barcelona se le ocurri¨® la idea de utilizar como pr¨®logo ese texto de Ridruejo; pensaba que con ese pr¨®logo la censura ser¨ªa favorable a la publicaci¨®n del libro. A m¨ª me parec¨ªa que pasar¨ªa todo lo contrario, porque el r¨¦gimen no estaba nada contento con Ridruejo, por supuesto. En el ¨ªnterin hab¨ªa habido una visita a Ridruejo en su casa de Alella. Fuimos Jaime Gil de Biedma, Ana Mar¨ªa Moix y yo. Me pareci¨® una persona estupenda, con una gran elegancia intelectual... Cuando se plante¨® la posibilidad de convertir su texto en un pr¨®logo, le expuse la cuesti¨®n y ¨¦l me dijo que quer¨ªa ampliarlo. No hubo tiempo. Y se hizo una edici¨®n con su art¨ªculo, pero la censura se carg¨® el libro igualmente.
Era una tradici¨®n que la censura se ocupara de usted. Una estudiante americana que preparaba una tesis sobre la censura en Espa?a se meti¨® en los archivos y encontr¨® cosas muy curiosas. Al final del informe sobre Si te dicen que ca¨ª, el censor dec¨ªa algo as¨ª como: "Si quitamos que salen maricones y gente de malvivir y prostitutas, si quitamos todo eso, todav¨ªa ser¨ªa una porquer¨ªa la novela". Para que quedara claro, ?no?
Qu¨¦ Espa?a m¨¢s oscura. S¨ª. En 1966, con ?ltimas tardes..., el r¨¦gimen se estaba tratando de lavar la cara, se acababa de promulgar la Ley de Prensa de Fraga. Con Si te dicen que ca¨ª, en 1973, las cosas estaban peor. Es f¨¢cil de comprender: eran los ¨²ltimos coletazos del franquismo.
Han pasado m¨¢s de cuarenta a?os de '?ltimas tardes con Teresa', 35 de 'Si te dicen que ca¨ª', y usted ha seguido publicando. No s¨¦ si 'Yo no me olvido' ser¨ªa una divisa de todo lo que ha escrito. S¨ª, si hubiera que buscar un asunto que lo englobara todo, probablemente ser¨ªa ¨¦se. Yo no me olvido. Bueno, es lo que te dec¨ªa antes: el escritor, o es memoria o no es nada. En mi caso, yo prefiero que la memoria est¨¦ impl¨ªcita,un historiador o un soci¨®logo. Cuando uno se dedica a la literatura de ficci¨®n se supone que es para crear un mundo. Tambi¨¦n un mundo que tenga algo que ver con ¨¦ste, naturalmente.
Claro. Pero un mundo con sus propias leyes internas, de armon¨ªa, de estructura, de ecos y de resonancias. En el trasfondo hay algo personal. Hay, por ejemplo, una constante en mis novelas: lo del padre ausente; o est¨¢ en el exilio, o est¨¢ oculto, o est¨¢ muerto. El padre ausente. Eso probablemente tiene que ver con mi biograf¨ªa.
Si uno lee sus libros y los subraya, puede concluir una biograf¨ªa suya. Alguien est¨¢ muy interesado ahora en mi biograf¨ªa, y la est¨¢ haciendo, Josep Maria Cuenca. Se lleva un trabajo tremendo, porque se encuentra dos familias... Rastrear mi familia biol¨®gica es un trabajo inmenso porque no queda casi nadie y hay una serie de puntos muy oscuros. A m¨ª lo que me gusta decir es que mi biograf¨ªa, la que yo conozco de mis padres adoptivos, est¨¢ ya en mis novelas. En algunas est¨¢ enmascarada, a veces est¨¢ m¨¢s expl¨ªcita, pero est¨¢ ah¨ª.
Y adem¨¢s hizo usted un descubrimiento: lo que a usted le hab¨ªa contado su madre no era enteramente cierto... Cuenca est¨¢ investigando. Mi madre adoptiva hab¨ªa tenido un beb¨¦ muerto, y el m¨¦dico le hab¨ªa dicho que no pod¨ªa tener m¨¢s hijos. Y mi madre hab¨ªa muerto. Mi padre me dio en adopci¨®n a esa se?ora. Ella sal¨ªa con su marido de la cl¨ªnica, pararon un taxi, y ah¨ª iba mi padre, que la oy¨® llorar. Supo la historia, y les dijo: "A m¨ª me ha pasado lo contrario. Perd¨ª a mi esposa y tengo un ni?o de d¨ªas. Y no s¨¦ qu¨¦ hacer, porque adem¨¢s tengo otra ni?a de cinco a?os". Esa historia, seg¨²n mi hermanastra Regina, no es cierta, mi madre se la invent¨®. Siempre he estado a favor de esa historia, me gusta porque parece sacada de una novela de Dickens. Pero Cuenca no ha encontrado en ninguna cl¨ªnica ni en el Registro Civil constancia de ese ni?o muerto... Pod¨ªan ser fantas¨ªas de mi madre, y mi madre adoptiva, Berta, ten¨ªa una fantas¨ªa extraordinaria...
Cualquier descubrimiento que uno haga a partir de una incertidumbre as¨ª tiene que producir una emoci¨®n enorme. A estas alturas me espero cualquier cosa. Cuenca me ha preguntado sobre cu¨¢ndo lo supe y en qu¨¦ circunstancias. Yo tendr¨ªa nueve a?os. ?bamos por la calle y una vecina le dijo a mi abuela paterna: "?Qu¨¦ ni?o m¨¢s guapo! Se ve que no es un Mars¨¦, porque no se parece en nada ni a su padre ni a su madre". Le pregunt¨¦ a la abuela y ella empez¨® a contarme...; dec¨ªa que hab¨ªa otros padres m¨ªos, pero que eso me lo comentar¨ªa mi madre, "porque ella prometi¨® dec¨ªrtelo cuando tuvieras 10 a?os". Eso precipit¨® la confesi¨®n de mi madre. Pero entonces yo me acorac¨¦, no quer¨ªa tener m¨¢s padres, ya estaba bien con los que ten¨ªa. Y despu¨¦s tom¨¦ una actitud de indiferencia, de que aquello me resbalaba. Y mi padre adoptivo nunca me coment¨® nada. Cuando fui ya mayorcito, Regina empez¨® a contarme cosas de mi padre biol¨®gico... Pero yo estaba tan bien con aquellos padres, que decid¨ª que aqu¨¦llos eran mis padres y punto.
Lo cierto es que su literatura y su autobiograf¨ªa se juntan en su obra. Lo dif¨ªcil es decir en qu¨¦ porcentaje. A m¨ª me gusta decir que hay mucha inventiva, que yo escribo novelas porque me gusta imaginar otras vidas... Cuando uno est¨¢ leyendo una buena novela no est¨¢ pensando en rastrear aquellos hechos que pueden tener que ver con el que la ha escrito. Eso es irrelevante en la lectura. Despu¨¦s, el inter¨¦s por el autor te puede llevar a establecer relaci¨®n entre ¨¦l y la obra. Lo importante es que una novela te hipnotice. ?Qu¨¦ m¨¢s da si ¨¦sa es una historia inventada o no?
Pero hay un taller, y ah¨ª est¨¢ usted, con sus recortes y con su vida, con sus materiales. Si usted tuviera que hablar como su propio espejo, ?cu¨¢l ser¨ªa su lectura de lo que ha escrito? Yo no veo m¨¢s que defectos, casi. Yo s¨¦ perfectamente, y el lector no lo puede saber, el nivel que me propuse al empezar a escribir y el nivel que alcanc¨¦ al terminar. El resultado final suele ser no un p¨¢lido reflejo, como dice el t¨®pico, pero s¨ª una sombrecilla de lo que yo quer¨ªa conseguir.
'Aquel muchacho, esta sombra'. ?C¨®mo sigue? Me queda trabajo todav¨ªa. Soy de esos escritores que se explican mal, y para explicar este libro es mejor que aparezca.
?Aquel muchacho es Mars¨¦? En parte s¨ª. Hay experiencias personales bastante evidentes. Transformadas, metamorfoseadas, enmascaradas en la ficci¨®n.
Y el de verdad, ?c¨®mo era aquel muchacho? Seg¨²n Regina, yo era un buen chico. "Un buen chico. Lo que pasa es que t¨² no te acuerdas, pero t¨² eras un buen chico, tan buen chico que casi daba asco. Molt bon nano". Obediente.
?C¨®mo se siente ahora? Como ciudadano me siento fastidiado por muchas cosas que tienen que ver con la marcha de mi pa¨ªs. En el terreno familiar me siento muy estable, muy contento. Y en relaci¨®n con mi edad, pues resignado, ?c¨®mo me iba a sentir?
El tiempo se lo lleva todo. Y su generaci¨®n era de amigos, de muchos amigos. Este a?o se le murieron ?ngel Gonz¨¢lez y Rafael Azcona. ?Qu¨¦ ha sido la amistad para usted? Much¨ª?simo. A Azcona me lo present¨® Ricardo Mu?oz Suay, otra persona a la que yo quer¨ªa mucho. Rafael me regal¨® un ejemplar de Los ilusos. Lo conservo en casa como un tesoro. Ten¨ªa un talento extraordinario. Conservo sus felicitaciones de Navidad y del aniversario de la Rep¨²blica, una especie de collage que hac¨ªa con fotos y recortes muy divertido. Yo le enviaba unos dibujos que hago de cardenales y de obispos en su nube gloriosa... Bueno, eran bromas. En cuanto a ?ngel, era entra?able, m¨¢s de cuarenta a?os de amistad. Siempre que ven¨ªa a Barcelona, antes de irse a Am¨¦rica, nos junt¨¢bamos con ¨¦l, Barral, Gil de Biedma, Juanito Garc¨ªa Hortelano, con quien hice muchos trabajos de cine... ?ngel tra¨ªa su guitarra y cantaba boleros. En Barcelona se quedaba en casa de su amigo Manuel Lombardero, y nos ve¨ªamos. Su poes¨ªa ha sido para m¨ª un ejemplo de civismo y de memoria, tan personal, tan suya. Me daba una imagen de una Asturias heroica, su madre, su familia. ?ngel era extraordinario. Bueno, han sido los dos ¨²ltimos amigos perdidos.
Cuando le dieron el Planeta [en 1978, por 'La muchacha de las bragas de oro'] fue de trapillo, y el 'president' Tarradellas se lo reproch¨®. Y ahora afronta esta solemnidad. Yo acababa de llegar del pueblo, iba con un pantal¨®n de pana y una especie de cazadora amarilla, y no hubo tiempo para vestirme de otra manera cuando me avisaron para ir a la ceremonia. Al saludar a Tarradellas, ¨¦ste me mir¨® de arriba abajo, no me dijo nada, pero su mirada fue de reprobaci¨®n. Tiempo despu¨¦s coincidimos en un concierto, al que fui con Joan de Sagarra. Y al saludarnos se ech¨® a re¨ªr y me dijo: "Ja veig que avui va m¨¦s arregladet...". Har¨¦ ahora lo que pueda para llevar ese chaqu¨¦ con toda dignidad, y nada m¨¢s.
Ya s¨¦ que me va a recordar lo que dec¨ªa Dedalus. Pero no se puede conversar con Mars¨¦ sin preguntarle por Rouco. Es un se?or que no da una. Est¨¢ en coor que no da una. Est¨¢ en contra de todo lo que significa progreso, contra los condones, en fin... Es la cabeza mandante de la c¨²pula eclesi¨¢stica de este pa¨ªs, y en consecuencia, de esos programas horrorosos de la COPE, y no le da la gana corregirse. Muy poca calidad veo en ese se?or. Se ha convertido en un mamut que est¨¢ ah¨ª, impidiendo que se legislen en este pa¨ªs una serie de cuestiones importantes para el progreso. Y no hay por qu¨¦ ponerse as¨ª. Me merece todo el respeto la relaci¨®n con los confesores y con la Iglesia, pero que dejen en paz a los que tienen que legislar en este pa¨ªs... Coges el peri¨®dico y siempre est¨¢ ah¨ª, interrumpiendo. No me gustan nada ni ¨¦l ni su adl¨¢tere, Mart¨ªnez Camino.
Estamos al final de un a?o en el que todo parece simb¨®lico: el ¨²ltimo atentado de ETA, la elecci¨®n de Obama, la crisis... Y prep¨¢rate, porque el a?o pr¨®ximo va a ser m¨¢s acusada todav¨ªa... A ver si al menos se resuelven algunas de las cosas que he dicho. A ver si Zapatero es capaz de poner a la Iglesia y a los obispos en su sitio, y a ver si el sistema judicial de este pa¨ªs se pone al d¨ªa... En cuanto a la memoria hist¨®rica, a ver si dejan que la ley se desarrolle en paz, sin rencores ni revanchas. Y a ver si se mueve el sistema educativo, porque ah¨ª hay un problema gordo tambi¨¦n.
?Y ser¨¢ Zapatero capaz? Tiene una crisis econ¨®mica clara... Sobre la crisis quiero recordar una frase de Brecht que siempre me gust¨® y que ahora se pone en evidencia: "Desde el punto de vista moral, es lo mismo atracar un banco que fundarlo".
Parece de El Roto... ?Y Obama? Usted dijo un d¨ªa que el Pijoaparte ser¨ªa hoy un inmigrante del Magreb. Y un inmigrante del Magreb un d¨ªa podr¨ªa ser presidente del Gobierno... S¨ª. Pero no olvides que de todos modos, y aunque Obama siempre puede ser mejor que Bush, el imperio es el imperio, y todav¨ªa es el imperio, y el emperador tiene que estar en funci¨®n del imperio. Quiero decir que el presidente de los Estados Unidos es eso, el presidente del imperio, y el imperio es el imperio. No s¨¦ si me explico.
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