?Mira, mam¨¢, sin manos!
1. La fase aguda de la crisis se inici¨® el pasado 15 de septiembre, cuando las autoridades norteamericanas dejaron hundirse a Lehman Brothers, el cuarto banco de inversi¨®n del pa¨ªs, y se extendi¨® el p¨¢nico en los mercados. Ni antes ni despu¨¦s durante esta crisis, ni en EE UU ni en otra parte del planeta, se ha abandonado a su suerte a ninguna gran entidad financiera. Al hoyo s¨®lo ha ido Lehman Brothers. Es parad¨®jico que en el ¨²nico momento en que el capitalismo aplica su darwinista regla de oro -que cada palo aguante su vela- y es coherente con lo que predica, es cuando se desploma y parece el principio del fin. El verbo nacionalizar, que parec¨ªa un arcano de la historia, lo conjugan los defensores del sistema, no los izquierdistas.
2. Desde julio de 2007 hasta septiembre de 2008 se vive la prehistoria de la crisis. El desorden se inicia cuando en el verano de 2007, el quinto banco de inversi¨®n de EE UU, Bearn Stearn (que ya no existe), anuncia la quiebra de dos de sus fondos de alto riesgo, atrapados por el impago de muchas de sus hipotecas subprimes, concedidas a clientes sin las garant¨ªas de solvencia. El mecanismo de transmisi¨®n es lo que se conoce como un esquema Ponzi (famoso delincuente de origen italiano especializado en estafas), y m¨¢s com¨²nmente, un esc¨¢ndalo piramidal, el banco de do?a Baldomera: para que alguien cobre, un nuevo cliente que pague al anterior debe entrar en el mercado. Los bajos tipos de inter¨¦s y la continua revalorizaci¨®n del precio de la vivienda en EE UU llevaron a los bancos a conceder hipotecas a ciudadanos poco fiables; para minimizar el riesgo de impago, los bancos sacaron de sus balances estos pr¨¦stamos, los empaquetaron junto a otros empr¨¦stitos y los colocaron en el mercado todas la veces que fue preciso, pagando a los sucesivos compradores unos intereses por el riesgo que asum¨ªan. Cuando cae el precio de las casas y sube el precio del dinero, se dispara el n¨²mero de impagos y los bancos no pueden hacer frente a la liquidaci¨®n de los intereses de la deuda emitida.
3. Las crisis financieras no son nuevas, sino recurrentes, sobre todo desde que se inicia la actual fase de globalizaci¨®n con la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn. El recuerdo de los casos de especulaci¨®n apenas dura una generaci¨®n. La experiencia indica que casi todo ha pasado antes y casi todo puede volver a ocurrir, aunque con formas m¨¢s sofisticadas. Galbraith ha demostrado que nuestra memoria da s¨ªntomas de extrema fragilidad cuando se trata de asuntos financieros: "En consecuencia, el desastre se olvida r¨¢pidamente. Cuando vuelven a darse las mismas circunstancias u otras muy parecidas, a veces con pocos a?os de diferencia, aqu¨¦llas son saludadas por una nueva generaci¨®n, a menudo plena de juventud y siempre con una enorme confianza en s¨ª misma, como un descubrimiento innovador en el mundo financiero y, m¨¢s ampliamente, en el econ¨®mico" (Breve historia de la euforia financiera).
4. Las crisis financieras se repiten cada pocos a?os. No existe el sism¨®grafo financiero plano. En 1987 hubo un crash burs¨¢til que, por momentos, se asemej¨® al de 1929: el 19 de octubre de 1987 se produjo un lunes negro en el que se desplom¨® Wall Street, de la misma manera que casi seis d¨¦cadas antes hubo un martes negro, quiz¨¢ el d¨ªa m¨¢s aterrador de la historia econ¨®mica de EE UU. Entonces (en 1929), 16 millones de acciones se pusieron a la venta a cualquier precio, y pocas horas despu¨¦s, los ciudadanos se encaminaban a los bancos para retirar sus ahorros; las entidades cerraron sus puertas, ante la imposibilidad de devolver el dinero, y la econom¨ªa americana inici¨® un ciclo que culmin¨® en la Gran Depresi¨®n. Cinco a?os despu¨¦s, en 1992, estall¨® el Sistema Monetario Europeo. En 1994, M¨¦xico, ejemplo de pa¨ªs emergente que cumpl¨ªa las recetas del Fondo Monetario Internacional, quebr¨® y se extendi¨® el efecto tequila, que propag¨® los males mexicanos a muchos pa¨ªses alejados geogr¨¢ficamente del norte de Am¨¦rica Latina. Un lustro m¨¢s adelante, en el verano de 1997, devalu¨® la moneda tailandesa y dio lugar a una ronda de depreciaciones en cadena; se contrajo la econom¨ªa de los tigres y los dragones, en lo que se denomin¨® la primera crisis global del planeta. Un a?o despu¨¦s suspendi¨® pagos Rusia, en transici¨®n desde el socialismo real hasta la econom¨ªa de mercado; y ese mismo ejercicio y el siguiente hubo un nuevo desplome latinoamericano, ejemplarizado sobre todo en dos de los pa¨ªses m¨¢s significativos de la zona, Brasil y Argentina. En 2000, la explosi¨®n de la burbuja tecnol¨®gica en EE UU, que acab¨® con el 90% de las empresas puntocom. En 2001, poco despu¨¦s de los atentados terroristas contra las Torres Gemelas y el Pent¨¢gono, el esc¨¢ndalo Enron y de numerosas empresas de la Am¨¦rica corporativa, que acab¨® con la reputaci¨®n de varias compa?¨ªas auditoras (entre ellas, con el patr¨®n oro de las mismas, Arthur Andersen, que desapareci¨® por no haber detectado las enga?ifas y estafas existentes). En 2007 y el 2008, la estampida de las hipotecas locas y la desaparici¨®n de los bancos de inversi¨®n.
5. Hablamos de forma cotidiana de la crisis econ¨®mica como si ella fuese algo coherente, sin fisuras. No es as¨ª. Desde agosto de 2007 se ha transformado tantas veces, ha mutado a tanta velocidad, que tiene confundidos a los expertos. Primero emergi¨® como el estallido de una burbuja inmobiliaria y el impago hipotecario. Entonces la crisis parec¨ªa tener tres caracter¨ªsticas inmutables: que la contaminaci¨®n emerg¨ªa del coraz¨®n del sistema, Wall Street, y no de alguna barriada marginal del planeta; que no parec¨ªa contagiar a los pa¨ªses emergentes (una enso?aci¨®n), sino al primer mundo, y, lo m¨¢s novedoso, que los salvadores de los bancos afectados eran los pa¨ªses emergentes propietarios de materias primas, a trav¨¦s de los fondos soberanos. ?stos son empresas de capital p¨²blico de aquellos pa¨ªses con gigantescas reservas de divisas (China, por ejemplo, tiene unas reservas de 1,8 billones de d¨®lares), que las invierten en compras de bancos y empresas de los pa¨ªses ricos. La paradoja es evidente: la periferia acude en auxilio del centro del sistema.
A continuaci¨®n, la crisis se transforma por el crecimiento vertiginoso de los precios de las materias primas alimentarias y energ¨¦ticas, con lo que desplaza sus dificultades a los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo, que se dividen en aquellos que poseen en su subsuelo esas materias primas y los que no las tienen (que caen a¨²n m¨¢s en la pobreza extrema). Reaparece la estanflaci¨®n, un neologismo que mezcla el bajo crecimiento econ¨®mico con el aumento de precios. M¨¢s adelante, a partir del ¨²ltimo oto?o, la crisis hipotecaria deviene en crisis de liquidez, y los m¨¢s afectados son las entidades financieras, que desconf¨ªan unas de otras y no se prestan dinero, y posteriormente, las empresas y los ciudadanos, que no reciben ni un duro para financiarse. En tal coyuntura se han de garantizar los dep¨®sitos de los clientes, temerosos de que sus ahorros no aparezcan y que pueden acudir en desbandada a sacarlos de sus cuentas (ocurri¨® en Reino Unido con el Northern Rock, banco que fue nacionalizado), generando un p¨¢nico bancario colectivo.
Nueva vuelta de tuerca: lo financiero contamina lo real. La econom¨ªa se detiene y luego retrocede. Acompa?ando a esta fase descendente del ciclo los precios bajan: la deflaci¨®n, que puede ser la antesala de lo que ahora mismo estamos viviendo. Keynes dijo de la deflaci¨®n: "Lo peor".
6. Aunque nadie conoce la duraci¨®n de esta crisis, se puede ir adelantando un balance de sus v¨ªctimas. Primero, la econom¨ªa cotidiana en forma de par¨¢lisis de la actividad, paro masivo y p¨¦rdida del poder adquisitivo de los salarios; la nueva econom¨ªa, esa forma de interpretar la coyuntura que dec¨ªa que con la aplicaci¨®n de las tecnolog¨ªas de la informaci¨®n y la comunicaci¨®n al mundo de la empresa se hab¨ªan acabado los ciclos econ¨®micos, era otra representaci¨®n falsa de la realidad.
Segunda v¨ªctima, la aristocracia financiera. Citigroup, Morgan Stanley, JP Morgan Chase, Goldman Sachs, Merrill Lynch, Lehman Brothers, Bearn Stearn, marcas que estaban por encima de toda sospecha, han desaparecido o tendr¨¢n que funcionar con unas reglas del juego diferentes. Volver¨¢ a activarse la l¨®gica del presidente norteamericano Flanklin Delano Roosevelt, aquel que salv¨® al capitalismo de la Gran Depresi¨®n, embrid¨¢ndolo.
Otros inmolados en el altar de la crisis han sido los organismos reguladores nacionales, polic¨ªas de tr¨¢fico de los veh¨ªculos financieros, que han quedado desacreditados por su ineficacia. Ya no es posible supervisar el comportamiento de los bancos dentro de las fronteras nacionales. Cuarta v¨ªctima, las agencias de calificaci¨®n de riesgos; estas entidades han jugado en la actual crisis el mismo lamentable papel que las auditoras tuvieron en la quiebra de Enron: por conflicto de intereses (sus clientes, que les pagan, son los mismos que luego tienen que calificar) o por negligencia, no se enteraron de la existencia de los activos t¨®xicos en la barriga de los bancos.
Quinta v¨ªctima, el modelo econ¨®mico neoliberal o neocon. La revoluci¨®n conservadora, hegem¨®nica en el ¨²ltimo cuarto de siglo, se ha evaporado en cuanto se han multiplicado las dificultades. La filosof¨ªa de que el Estado es el problema y el mercado la soluci¨®n ha estallado cada vez que el dinero p¨²blico ha acudido en auxilio de entidades hipotecarias como Fanny Mae o Freddie Mac, aseguradoras como AIG...
7. Los mercados de valores viven en la histeria. En muchos casos, la capitalizaci¨®n burs¨¢til que reflejan las empresas que cotizan en ellos ha dejado de ser indicativo de su valor real. Al contrario que en otras coyunturas en las que la voz de los or¨¢culos alteraba al alza o a la baja sus movimientos, esta vez han sido insensibles a la misma. Se reuni¨® el G-20 en Washington para la reforma del sistema financiero internacional, emiti¨® un comunicado esperanzador y, al d¨ªa siguiente, las bolsas bajaron. La acci¨®n de Citigroup ha perdido el 80% de su valor en el conjunto del a?o; de este porcentaje, el 50% baj¨® en s¨®lo dos jornadas. Cuando se hizo p¨²blico el plan de rescate de la Administraci¨®n estadounidense, ascendi¨® el 65% en unas horas.
8. Las soluciones que se van dando a los problemas generan sorprendentes paradojas. Quiz¨¢ lo que hoy es urgente para sacar la econom¨ªa de su atolladero rebote ma?ana en nuestras vidas, o en las de nuestros hijos, en forma de mayores dificultades. La mayor parte de los analistas coincide en que el origen remoto de esta crisis fue la pol¨ªtica de gran liquidez y tipos de inter¨¦s bajos que estableci¨® la Reserva Federal, bajo el mandato de Greenspan, para que EE UU saliese de la recesi¨®n del 2001. Pues bien, la actual pol¨ªtica monetaria es m¨¢s expansiva que la de principios de siglo: los bancos centrales inyectan dinero a paladas y bajan una y otra vez el precio del dinero. Ceban la bomba, sin tener en consideraci¨®n su coste en t¨¦rminos de d¨¦ficit y deuda p¨²blica.
9. Las crisis multiplican el miedo. Ahora no se trata del miedo al terrorismo, que tambi¨¦n, sino a la inseguridad econ¨®mica, al otro, al inmigrante que compite con nuestro puesto de trabajo y con las prestaciones del Estado del bienestar. El historiador brit¨¢nico Tony Judt lo ha descrito gr¨¢ficamente: el miedo resurge como un ingrediente activo de la vida pol¨ªtica de las democracias occidentales; el miedo a la incontrolable velocidad del cambio, a perder el empleo, a quedar atr¨¢s en una distribuci¨®n de recursos cada vez m¨¢s desigual. A perder el control de las circunstancias y rutinas de la vida diaria. Y quiz¨¢, o sobre todo, miedo no s¨®lo a que ya no podamos definir nuestras vidas, sino tambi¨¦n a que quienes tienen la autoridad hayan perdido el control a favor de fuerzas que est¨¢n m¨¢s all¨¢ de su alcance (Sobre el olvidado siglo XX).
10. Este temor a lo desconocido estimula el cambio de paradigma econ¨®mico. El Estado vuelve a tener un lugar en el mundo; se siente la necesidad de nuevas regulaciones contra el abuso del mercado y contra los can¨ªbales que lo han convertido en un casino, lo que significa un retorno de la pol¨ªtica. En EE UU, los ciudadanos han girado en masa su mirada hacia el Gobierno federal para que les ayude. As¨ª se explica en buena parte la elecci¨®n de Barack Obama. Cada vez que se produce un acontecimiento extremo, los ciudadanos exhuman el inter¨¦s de estar gobernados, la importancia de los servicios p¨²blicos y su buen funcionamiento. Una democracia saludable, lejos de estar amenazada por el Estado regulador, depende de ¨¦l. Despu¨¦s de todo, ?cu¨¢l es la alternativa para evitar que una crisis econ¨®mica devenga en una crisis sist¨¦mica o en una crisis violenta, como la que se desarroll¨® en las m¨¢s de tres d¨¦cadas que pasaron desde el inicio de la Primera Guerra Mundial hasta el final de la Segunda?
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