La debilidad europea frente a la crisis
Hace unas semanas, Europa asisti¨® confiada a la ca¨ªda del sistema financiero norteamericano. La solidez del sistema europeo iba a salvar a Europa del hundimiento, permitiendo una pronta recuperaci¨®n econ¨®mica. Barroso lleg¨® incluso a afirmar que est¨¢bamos "m¨¢s cerca del final de la crisis que del principio".
Todo ello cambi¨® cuando empezaron a caer los bancos europeos y, peor a¨²n, cuando Europa se despert¨® impotente sin ning¨²n mecanismo conjunto de reacci¨®n para afrontar unas ca¨ªdas que eran de indudable ¨¢mbito europeo. Los gobiernos nacionales reaccionaron de forma conjunta frente a la impotencia de las instituciones de la Uni¨®n, siendo la colaboraci¨®n del Benelux el primer paso. Ante esta situaci¨®n tuvo que ser Francia, como presidenta de turno, la que conminara a sus socios comunitarios a elaborar un plan conjunto de acci¨®n. (Habr¨ªa que preguntarse aqu¨ª qu¨¦ habr¨ªa ocurrido si la presidencia hubiera estado en manos de un pa¨ªs peque?o con m¨¢s dificultades de movilizar al conjunto de pa¨ªses.) El caso es que fue la carencia de estructuras comunitarias de gobierno econ¨®mico lo que dej¨® a Europa en la estacada frente a la crisis.
Empezaron luego tambi¨¦n los mutuos reproches sobre las normas econ¨®micas que rigen hoy la Uni¨®n, lamentando la falta de capacidad fiscal y de supervisi¨®n. Todo ello sumado a la canci¨®n francesa de moda: el Banco Central Europeo y su pol¨ªtica son un freno para el crecimiento europeo.
Los gobiernos europeos han empezado a reconocer lo que durante mucho tiempo han estado negando por activa y por pasiva: necesitamos un gobierno econ¨®mico europeo fuerte con capacidad fiscal y un cambio en la pol¨ªtica monetaria. Parad¨®jicamente, lo que los l¨ªderes europeos reconocen estos d¨ªas es que la estructura institucional y el marco macroecon¨®mico que pretendieron convertir en Constituci¨®n son un aut¨¦ntico fracaso y no sirven para solucionar los problemas que ahora afrontamos.
Pero, ?por qu¨¦ Europa carece hoy de gobierno econ¨®mico? Pues simplemente porque los gobiernos conservadores y socialdem¨®cratas que han gobernado la Uni¨®n en los ¨²ltimos 20 a?os han sido presos del dogma de que la econom¨ªa no necesita gobernarse. Con establecer un marco macroecon¨®mico estable, manteniendo la inflaci¨®n a raya y limitando la capacidad de endeudamiento de los estados, la moneda ¨²nica y el mercado eran suficientes para gobernar las econom¨ªas europeas.
Y no s¨®lo eso. Volvamos a la pol¨ªtica monetaria. ?Era y es razonable que el BCE mantuviera los tipos de inter¨¦s por encima del 4% con el crecimiento estancado? A muchos no nos lo parec¨ªa, como tampoco nos parece razonable que si los gobiernos quieren unos tipos m¨¢s bajos no puedan intervenir para cambiarlo debido al vergonzoso estatuto del BCE que consagra su absoluta independencia y que fija adem¨¢s como ¨²nico objetivo de su pol¨ªtica el combate de la inflaci¨®n (y no la generaci¨®n de empleo que si persigue, por ejemplo, la Reserva Federal norteamericana).
En resumen, estamos frente a unos gobiernos que claman ahora por una mejor gobernabilidad econ¨®mica, un cambio en la pol¨ªtica monetaria y que incluso llegaron a reconocer en el pasado Consejo Europeo que el "Pacto de estabilidad y crecimiento debe ser aplicado de forma que se tengan en cuenta las circunstancias excepcionales actuales" (sic). Obvio. Y es que ?c¨®mo vamos a mantener el d¨¦ficit de las cuentas p¨²blicas a raya, si nos vemos obligados a nacionalizar parte del sistema financiero? Y si necesitamos aumentar el gasto p¨²blico generando d¨¦ficit para reactivar la econom¨ªa ?qu¨¦ hacemos con dicho pacto? Es decir, aquello que era el pilar intocable de la econom¨ªa europea ahora resulta que frente a la crisis no nos vale. ?Se imaginan ustedes si llega a entrar en vigor la Constituci¨®n europea? En menos de dos a?os ya estar¨ªa incumplida y si encima ahora nos da por querer construir el Gobierno econ¨®mico de la Uni¨®n y cambiar la orientaci¨®n de la pol¨ªtica monetaria, ya estar¨ªa en el fondo de la papelera.
Europa se construy¨® bajo el pacto social de la posguerra. Lo que nadie nunca reconoci¨® es que ese consenso cambi¨® a partir de Maastricht. El consenso europeo desde entonces ha sido el neoliberalismo tanto para las pol¨ªticas como para el entramado institucional de la Uni¨®n, y hoy pagamos las consecuencias. Lo m¨¢s esperp¨¦ntico de todo, sin embargo, es que algunas de estas cosas las verbalice hoy la derecha y que la socialdemocracia europea, sufriendo el mal de la fe del converso, haya enmudecido frente la evidencia de que los postulados neoliberales que abraz¨® tras la ca¨ªda del primer Gobierno de Mitterrand han resultado un aut¨¦ntico fracaso.
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