P¨¦simos augurios
Proliferan los malos augurios, negros nubarrones oscurecen la econom¨ªa durante 2009, pero lo cierto es que, a pesar de las jeremiadas y lamentaciones a favor de la negra corriente, nadie sabe lo que va a pasar. Dicho con m¨¢s precisi¨®n, nadie sabe "lo que falta por pasar". Hasta ahora, ha estallado la crisis de depreciaci¨®n de activos, el deterioro de la banca, la agon¨ªa del cr¨¦dito y una amenaza de una recesi¨®n global que puede transformarse en depresi¨®n. En esta ocasi¨®n, hay que puntualizar que si las econom¨ªas de la OCDE caen de lleno en una depresi¨®n, la pol¨ªtica de Ben Bernanke de inundar de dinero el mercado, incluso hasta el extremo de crear inflaci¨®n artificial, ser¨¢ el mayor fracaso de la historia econ¨®mica. Mucho mayor que las dudas y vacilaciones de la Reserva Federal durante los a?os previos al hundimiento de 1929.
La predicci¨®n que goza de mayor credibilidad hoy dice que en 2009 las econom¨ªas europeas y la de Estados Unidos sufrir¨¢n una recesi¨®n con ca¨ªdas de entre el 0,6% y el 0,8%. En el caso de Espa?a, los pron¨®sticos indican una recesi¨®n anual de entre el 0,9% y el 1%. Nada de lo anterior es disparatado, por supuesto, pero son pron¨®sticos hechos desde el presente. Para el empleo, las proyecciones son peores: en Espa?a, por ejemplo, se llega a temer una tasa de paro de entre el 18% y el 19%, equivalente a unos 4,5 millones de parados. Pero quiz¨¢ los programas de infraestructuras concedidos a los ayuntamientos frenen el aumento del desempleo; o quiz¨¢ se produzca un descenso en los salarios reales, que producir¨ªa el mismo efecto.
Como suced¨ªa como cuando aflor¨® la crisis de las subprime, resulta que ni los gobiernos, ni los economistas, ni mucho menos los tertulianos saben cu¨¢l es la trastienda de este desastre. Se puede suponer, si el analista de turno acepta los signos sutiles de recomposici¨®n bancaria, que en un plazo no mayor de dos meses, las entidades de cr¨¦dito empezar¨¢n a soltar pr¨¦stamos; pero no lo har¨¢n de la noche a la ma?ana. Empezar¨¢n con sus propios clientes, y eso s¨®lo aquellos que hayan recompuesto adecuadamente sus balances. Pero las dudas surgen sin tardanza. ?Est¨¢ purgado el da?o causado en los fondos de inversi¨®n? Y si no lo est¨¢, a pesar de que algunos signos muestran que los bancos se han hecho cargo moment¨¢neamente de la hemorragia de capitales, ?provocar¨¢ una nueva contracci¨®n del cr¨¦dito? Es verdad que los planes de rescate han encauzado -no han ido mucho m¨¢s all¨¢, porque, como bien advirti¨® Keynes, se puede llevar el caballo al abrevadero, pero no obligarlo a beber- la depreciaci¨®n de activos que viajaban por todo el sistema financiero mundial, pero est¨¢ por ver si bancos y cajas han superado el impacto de la crisis inmobiliaria propia, la que se origin¨® en Espa?a por los tipos de inter¨¦s reales negativos, y Aznar y su equipo econ¨®mico confundieron con una base de crecimiento real.
Pero, si se quiere ser optimista, es imprescindible dar razones. El presidente del Gobierno no debe afirmar que en el segundo semestre de 2009 empezar¨¢ a vislumbrarse "la luz al final del t¨²nel". ?Sobre qu¨¦ supuestos? ?Se recuperar¨¢n la inversi¨®n y el consumo? ?Por qu¨¦? Cuando Rodr¨ªguez Zapatero pronostica con ese desparpajo, se comporta como el bar¨®n de M¨¹nchhausen: intenta salir de las arenas movedizas tirando de su propio cabello. -
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