Instituciones y personas
Las personas son m¨¢s grandes que las instituciones. A veces, much¨ªsimo m¨¢s grandes. Comparemos, por ejemplo, una prestigiosa instituci¨®n europea, el Corriere della Sera, que desde 1904 es el diario m¨¢s influyente y m¨¢s le¨ªdo en Italia, con un periodista florentino, flaco y bilioso llamado Indro Montanelli. Comparemos.
El lector tendr¨¢ ya sus propias ideas sobre Montanelli (1909-2001) y su evoluci¨®n ideol¨®gica. Por supuesto, fue fascista hasta las cachas. En 1936 ten¨ªa ya experiencia profesional, porque hab¨ªa trabajado como reportero de sucesos en el vespertino de Par¨ªs France Soir y en la agencia estadounidense United Press; nadie quiso, sin embargo, enviarle como corresponsal a la campa?a b¨¦lica en Abisinia, y Montanelli se alist¨® como soldado. Adoraba a Mussolini y a Kipling, y actu¨® en consecuencia: imperialmente, compr¨® por 500 liras una ni?a de 12 a?os y la utiliz¨® como esposa durante la guerra. Tambi¨¦n escribi¨® frases como esta: "No seremos nunca dominadores si no adquirimos una consciencia exacta de nuestra fatal superioridad. Con los negros no se confraterniza. No se puede, no se debe. Al menos hasta que se les proporcione una civilizaci¨®n".
El mejor epitafio a Montanelli se lo escribi¨®, en vida, su rival Fortebraccio, del diario comunista 'L'Unit¨¤'
Con el tiempo se le enfri¨® el fascismo. Ya en la Guerra Civil espa?ola, en la que fue enviado especial de Il Missaggero, fue expulsado del Colegio de Periodistas y del Partido Fascista por escribir que la conquista de Santander, por parte de tropas italianas, hab¨ªa carecido de hero¨ªsmo. Trot¨® por varios frentes en la II Guerra Mundial, se uni¨® a los partisanos antifascistas en 1943, fue detenido y condenado a muerte por los nazis y fue salvado, casi in extremis, por uno de los propietarios del Corriere della Sera, Aldo Crespi, que soborn¨® con 500.000 liras a un oficial de las SS. ?Un punto a favor del Corriere? No, un punto a favor de Crespi.
Despu¨¦s de la guerra, Montanelli se convirti¨® en el gran enviado del Corriere. Entrevist¨® a estadistas, cubri¨® guerras e invasiones, public¨® decenas de libros (su Historia de Italia ha vendido, hasta hoy, m¨¢s de dos millones de tomos) y mantuvo un anticomunismo feroz.
Vayamos al momento que importa. En 1973, Montanelli, resentido por el giro hacia la izquierda en la l¨ªnea editorial del Corriere y por los aires de depuraci¨®n que circulaban por el peri¨®dico (los sesentayochistas desplazaban a los viejos), se larg¨® y fund¨®, al a?o siguiente, Il Giornale. Su socio capitalista era Silvio Berlusconi, un constructor milan¨¦s con mucho dinero y poca fama.
La sociedad biempensante permaneci¨® alineada con el Corriere, la gran instituci¨®n.
Por entonces, las Brigadas Rojas empezaron a practicar unos atentados terroristas que consideraban de "baja intensidad". Consist¨ªan en disparar a las piernas y lo llamaban gambizzare, de gamba, pierna. En Espa?a, Terra Lliure hizo eso con Federico Jim¨¦nez Losantos, que en la ¨¦poca, 1981, colaboraba en EL PA?S. Las Brigadas Rojas atacaron a Montanelli el 2 de junio de 1977. El periodista sufri¨® dos disparos, uno de ellos, casi mortal, junto a la ingle. Al d¨ªa siguiente, el Corriere, el diario m¨¢s prestigioso de Italia, dio la noticia con el siguiente titular, que no hace falta traducir: Milano, gambizzato un giornalista. El nombre de Montanelli, el periodista m¨¢s brillante del pa¨ªs, s¨®lo aparec¨ªa en el texto.
Resulta curioso recordar que en ese momento hubo aplausos para los terroristas y, por diferentes razones, para el peri¨®dico. Se cre¨ªa que el Corriere era propiedad de la intachable editorial Rizzoli y que su ¨²nico inter¨¦s era el bien p¨²blico. En realidad, a trav¨¦s de una red de sociedades interpuestas y de pactos secretos, los aut¨¦nticos due?os eran Licio Gelli, fundador de la logia golpista P-2, y Roberto Calvi, banquero del Vaticano y de la Mafia, que a?os despu¨¦s apareci¨® colgando, muy probablemente asesinado, de un puente londinense.
Montanelli rompi¨® con Berlusconi cuando ¨¦ste entr¨® en pol¨ªtica, le combati¨® desde un nuevo y ef¨ªmero peri¨®dico, La Voce, y acab¨® volviendo al Corriere, donde mantuvo hasta su muerte un espacio de di¨¢logo con los lectores. El mejor epitafio se lo escribi¨®, a¨²n en vida, su rival Fortebraccio, editorialista del diario comunista L'Unit¨¤. En realidad, el epitafio era para el mismo Fortebraccio: "Aqu¨ª yace Fortebraccio, que secretamente am¨® a Indro Montanelli. Paseante, perd¨®nale, porque nunca ha dejado de avergonzarse por ello". Montanelli le respondi¨®, en una nota, que quer¨ªa ser enterrado junto a su rival, bajo una l¨¢pida con una breve inscripci¨®n: "Ver l¨¢pida contigua".
El epitafio real careci¨® de palabras. El 18 de julio de 2001, en la capilla ardiente de Montanelli, alguien acerc¨® una silla al f¨¦retro y dej¨® sobre ella un ejemplar del Corriere. El diario no pod¨ªa redimirse de otra forma. La instituci¨®n tuvo que inclinarse ante la persona. -
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