"Vuelvo a casa de mis padres, vuelvo a estudiar y vuelvo a estar sin un duro"
Contaba el economista Fabi¨¤ Estap¨¦ que en los a?os sesenta, con tres millones de personas en paro o fuera del aparato productivo, hab¨ªa una f¨¢brica de galletas en Hannover en la que trabajaban 300 mujeres, todas ellas de Monz¨®n (Huesca), que no pod¨ªan emplearse en la factor¨ªa Monsanto porque no ten¨ªan el permiso del cura del pueblo con su testimonio de que el puesto de trabajo no pon¨ªa en peligro su virginidad. La econom¨ªa y la sociedad espa?ola han dado un giro radical en cuatro d¨¦cadas y ya no se dan esos desprop¨®sitos, pero ah¨ª est¨¢ de nuevo la cifra m¨¢gica, los tres millones de parados; tres millones de historias, muchas de ellas duras de pelar. A sus 31 a?os, ?scar protagoniza una de esas historias. Acaba de quedarse en paro. "Llevaba 11 a?os trabajando como soldador. Es como volver atr¨¢s: vuelvo a estudiar, he regresado a casa de mis pares y volver¨¦ a estar pr¨¢cticamente sin un duro".
?scar lleva toda la ma?ana haciendo cola en una oficina del INEM de las afueras de Madrid acompa?ado por uno de esos libros de Ken Follet que dan para muchas horas de espera. En unas pocas frases despacha la cr¨®nica del periplo que le ha llevado desde su antigua empresa de la construcci¨®n toledana a la cola del paro. "La construcci¨®n ha entrado en barrena. Hace unos meses empez¨® a bajar la carga de trabajo. Era cuesti¨®n de tiempo que muchos de los que trabaj¨¢bamos en ese ramo pas¨¢ramos a engrosar las listas del paro. Mi empresa produc¨ªa prefabricados de hormig¨®n para obra p¨²blica. Hasta eso se ha parado, a pesar de lo que venda el Gobierno". ?Y ahora? "Tal vez sea el momento de darle un vuelco a mi vida", dice.
?sa es otra manera de invocar el mantra m¨¢s manido de la situaci¨®n actual: toda crisis es una oportunidad. Al menos eso dicen los chinos. "Pero esto es Madrid. Y la cosa pinta negra", sostiene.
La trayectoria de ?scar define bien algunas de las caracter¨ªsticas del mercado laboral espa?ol. Dej¨® los estudios en tercero de BUP y se puso a trabajar aqu¨ª y all¨¢, hasta encontrar algo estable como soldador. Ahora se plantea la posibilidad de ir a la Universidad. Le queda un a?o con un subsidio de casi 1.000 euros al mes, y un segundo a?o con unos 700 euros, m¨¢s el finiquito de la empresa. "No es mucho, pero lo suficiente para ir tirando si sigo viviendo con mis padres o comparto piso. Otros tienen hipotecas e hijos y lo van a pasar peor". M¨¢s adelante, tal vez prepare oposiciones. Pero ahora tampoco peca de pesimista obsesivo. "Con el paro pierdo econ¨®micamente, pero gano calidad de vida y puedo plantearme nuevas opciones. No volver¨ªa a mi antigua empresa. Aspiro a algo mejor".
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