En el laberinto bancario
Por qu¨¦ los bancos y cajas de ahorros no conceden cr¨¦ditos a pesar de los sofisticados sistemas de avales y adquisici¨®n de activos trabajosamente organizados por los Estados? ?sa es la cuesti¨®n que compromete el futuro de la econom¨ªa europea, con especial menci¨®n, una vez m¨¢s, a la espa?ola por su delicada situaci¨®n. En el Reino Unido, gran parte del sistema bancario est¨¢ intervenido, pero el premier Gordon Brown y su equipo econ¨®mico, largamente alabados por la presteza con que entraron en el capital de algunas de las instituciones m¨¢s importantes del pa¨ªs, han comprobado que el flujo de los pr¨¦stamos se ha parado en seco. En Madrid, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, con la escasa convicci¨®n que maneja en los discursos econ¨®micos, aseguraba: "Voy a hablar con los banqueros para pedirles que restituyan el cr¨¦dito a las empresas y a las familias". Como si las invocaciones fueran a reconstruir los balances de la banca.
Bancos y cajas tienen sus razones para escatimar el cr¨¦dito, aunque el com¨²n de sus clientes y la mayor¨ªa de los ciudadanos no las entiendan. Operan como empresas, aunque con una diferencia decisiva: su funci¨®n social es alimentar de liquidez el sistema econ¨®mico. Si no lo hacen, gran parte de su utilidad desaparece. A grandes rasgos, si bancos y cajas no prestan dinero es porque tienen miedo a quebrar. Hasta el a?o 2000, las entidades financieras en Espa?a cubr¨ªan casi la totalidad de sus cr¨¦ditos con los pasivos que recib¨ªan de los depositantes. Pero en los ¨²ltimos siete a?os la cobertura del cr¨¦dito con dep¨®sitos se ha reducido hasta el 80% aproximadamente; el 20% restante debe financiarse con otro tipo de recursos, como emisiones de bonos. Pero la crisis financiera, ese eufemismo para ocultar el desquiciamiento hist¨¦rico del mercado universal del dinero, produce dos efectos t¨®xicos para el cr¨¦dito. Impide que el mercado acepte nuevas emisiones y urge el pago al vencimiento de las obligaciones contra¨ªdas con anterioridad.
El laberinto financiero se complica con la obligaci¨®n bancaria de cumplir coeficientes de solvencia, esas especificaciones que relacionan puntillosamente los pasivos con los recursos propios. Es un secreto a voces que m¨¢s de una entidad financiera espa?ola incumple esos coeficientes; y que ¨¦sa es una de las razones por las que se recomiendan las fusiones entre las cajas de ahorros. Todo lo expuesto, m¨¢s la evidencia de que el mercado interbancario est¨¢ cerrado por defunci¨®n de la confianza entre instituciones, explica por qu¨¦ los bancos depositan o redepositan en la ventanilla del BCE el dinero que reba?an en lugar de convertirlo en cr¨¦dito. Temen que en un plazo breve necesitar¨¢n ese dinero para resta?ar los boquetes -presentes o futuros- abiertos en sus balances por la depreciaci¨®n de activos, los vencimientos urgentes y la desaparici¨®n del mercado interbancario.
El Gobierno y el Banco de Espa?a conocen estas y otras distorsiones que obturan el flujo de los pr¨¦stamos. Pero las dificultades objetivas no exoneran a bancos y cajas, corresponsables en el pasado de que se haya destruido la confianza financiera y, ya en el presente, de olvidar su compromiso con la econom¨ªa real; ni tampoco salvan al Gobierno, siempre dispuesto a quedarse estupefacto ante la "ins¨®lita" profundidad de la crisis y a reaccionar m¨¢s tarde de lo debido.
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