Los obispos, los grandes derrotados
Los obispos espa?oles y, sobre todo, el Vaticano, son los grandes derrotados en el agitado combate de los conservadores contra la asignatura de Educaci¨®n para la Ciudadan¨ªa. Una y cien veces, los prelados llamaron a sus fieles a la objeci¨®n de conciencia y a manifestarse en la calle, con el argumento de que la nueva materia escolar atenta contra "derechos humanos fundamentales". Su tesis es tan antigua como la propia Iglesia romana: poder por poder, el de los representantes de Dios en la tierra (es decir, los obispos) est¨¢ por encima del poder del Estado. Detr¨¢s hay, adem¨¢s, una aceptaci¨®n siempre reticente del mandato conciliar (Vaticano II, a?o 1965) de separaci¨®n Estado-Iglesia, y de la libertad religiosa y de conciencia.
Una y cien veces los prelados llamaron a sus fieles a objetar
El toque de rebato contra esta asignatura fue temprano y muy exigente, como si la moral social corriera el peor de los peligros. El repique agitado de las campanas eclesi¨¢sticas anunciaba un suceso tan alarmante que se exig¨ªa el esfuerzo de todos los fieles para atajarlo. "La nueva asignatura es inaceptable, impone el relativismo moral, perjudica el desarrollo de la persona, vulnera la libertad de ense?anza y la religiosa", proclamaron los obispos tras una reuni¨®n de dos d¨ªas en la Conferencia Episcopal. Todo el documento era una declaraci¨®n de guerra. Llamaba a combatir a los padres, pero tambi¨¦n a los colegios. Fue ah¨ª donde la jerarqu¨ªa recibi¨® el primer desenga?o. La poderosa Federaci¨®n Espa?ola de Religiosos de la Ense?anza (FERE-CECA), muy mayoritaria en el sector confesional y de la ense?anza concertada, lleg¨® a un acuerdo con el Gobierno para ajustar la asignatura a sus idearios, apart¨¢ndose de la campa?a y de las manifestaciones.
Ni siquiera esa amenaza a la unidad de la escuela cat¨®lica arredr¨® a los prelados. Acudieron a Roma en busca de auxilio. Lo tuvieron enseguida, y de gran tonelaje: por boca de la Congregaci¨®n para la Doctrina de la Fe (ex Santo Oficio de la Inquisici¨®n), cuyo primer secretario, Angelo Amato, visit¨® Madrid para la ocasi¨®n. Amato fue el segundo del cardenal Joseph Ratzinger cuando el hoy papa Benedicto XVI presid¨ªa con mano de hierro el citado dicasterio. "No debe ser el Estado quien impone las convicciones religiosas y ¨¦ticas, sino la propia conciencia", declar¨® el mandatario de la Santa Sede.
El Ejecutivo socialista se hart¨® de decir que la nueva asignatura no ten¨ªa intenci¨®n de adoctrinamiento, ni se entromet¨ªa en el derecho de los prelados a ense?ar moral y religi¨®n cat¨®licas en las escuelas, ni en el de los alumnos a recibirla. Los libros de texto que fueron apareciendo, algunos firmados por intelectuales de la talla de Fernando Savater o Jos¨¦ Antonio Marina, desment¨ªan esos recelos episcopales. La Conferencia Episcopal no hac¨ªa caso. Seg¨²n el cardenal Ca?izares, hoy miembro del Gobierno vaticano, Educaci¨®n para la Ciudadan¨ªa era una tapadera de los socialistas para ense?ar "totalitarismo", "relativismo", e incluso para "derribar la moral social". Tambi¨¦n el cardenal Rouco atiz¨® el fuego con dramatismo: la asignatura es "inconstitucional y atenta contra el derecho de los padres a educar a sus hijos".
Tanta sordera contagi¨® a la curia romana, sin excepci¨®n. Pese al dictamen del Tribunal Supremo, su cardenal prefecto de la Congregaci¨®n Pontificia para la Educaci¨®n Cat¨®lica, Zenon Grocholewski, expres¨® ayer mismo su desolaci¨®n: "Rechazar la objeci¨®n atenta contra el derecho esencial de los padres a educar a sus hijos de acuerdo con sus propios convencimientos", dijo antes de reiterarse en la idea de que la pol¨¦mica asignatura es una "imposici¨®n de una determinada educaci¨®n ¨¦tica".
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