Las gafas de Elvis, doce d¨®lares
De Tupelo a Memphis en moto, un viaje a la cuna del rock y al coraz¨®n del mercantilismo
Lo sab¨ªa por Jack Kerouac y las road movies: cruzados por una tupida red viaria y salpicados de moteles accesibles, Estados Unidos est¨¢ hecho para recorrerlo por carretera. Alquilar un coche es f¨¢cil y barato; pero yo prefiero las aventuras solitarias en moto. Se cata mejor la libertad y es m¨¢s ¨ªntima la comuni¨®n con la naturaleza. Un motociclista forastero causa curiosidad en cualquier parte y siempre es f¨¢cil trabar relaci¨®n con la gente.
La mejor estaci¨®n para visitar el sur profundo es el fr¨ªo oto?o. Hay menos turistas y los infinitos bosques de Georgia y Alabama aparecen incendiados de alucinantes verdes, rojizos y tejas. Mi destino, Memphis, la cuna del rock, del blues y del soul.
De sur a norte, cojo la Natchez Trace que atraviesa el Estado de Misisipi. Es un camino de algo m¨¢s 700 kil¨®metros abierto por los indios para seguir la pista de los bisontes. Luego fue usado por los colonizadores europeos y ahora es parque nacional. En el MP3 conectado al casco escucho el heroico concierto en el Madison Square Garden que Elvis Presley grabara en 1972. Acompa?ado por los sones de Suspicius Mind, circulo bajo los mismos ¨¢rboles que ofrecieron su sombra a varias expediciones de pioneros.
Tupelo es una t¨ªpica villa dixie (sure?a, confederada). Pac¨ªfica, amable y desde?osa de todo lo que no sea ella misma. Aqu¨ª naci¨® Elvis pobre e hijo de presidiario. Emigrar¨ªa a Memphis con 12 a?os. Cuando se hizo famoso, vino a dar un concierto ben¨¦fico con el que la ciudad compr¨® el terreno donde estaba su casa natal para convertirlo en parque p¨²blico, y hoy, en centro de peregrinaci¨®n. Dios salve al Rey y a todos sus hijos, quienes, ?aleluya!, se dejan cientos de miles de d¨®lares en merchandising.
La casa es m¨ªnima. Dos habitaciones sin agua corriente ni electricidad. Recibe una anciana que cuenta maravillas de las obras ben¨¦ficas del hijo predilecto y critica la actual pol¨ªtica social. Por su edad y tono, tal vez se est¨¦ refiriendo a ese maldito dem¨®crata de Jimmy Carter. En la iglesia anexa emiten un espect¨¢culo audiovisual que representa un t¨ªpico servicio religioso gospel para blancos de los a?os cuarenta, ¨²nica escuela musical del ni?o Elvis. Cuentan que con 11 a?os fue a la ferreter¨ªa para comprarse un rifle y su madre lo convenci¨® para que optara por una guitarra.
De Tupelo a Memphis son 160 kil¨®metros por la interestatal 78, cuyo aburrimiento de tres carriles alivio con I can't help loving you. Al llegar, atravieso la villa miseria negra que circunda toda urbe; es el Estados Unidos de las casas desechables, los coches destartalados y los j¨®venes ociosos en las esquinas. Oscuridad de un capitalismo que incita al esfuerzo y premia con la presidencia al hijo de un inmigrante keniata, pero que tambi¨¦n ata al carrito de supermercado a todos aquellos que no dan la talla.
Memphis hoy es una gran ciudad moderna y din¨¢mica, con constantes obras y remodelaciones que han desterrado los problemas de abandono de los a?os ochenta. En la orilla este del r¨ªo est¨¢ el sector m¨¢s atractivo: el Downtown, con su historia sure?a a cuestas; Beale Street (www.bealestreet.com), llena de caf¨¦s con m¨²sica en directo -recomendable cenar costillas a la barbacoa y gambas estilo caj¨²n-, o el Museo Stax del Soul, en los estudios donde grab¨® Wilson Pickett.
Visita obligada son los estudios Sun Records. All¨ª grabaron leyendas como BB King, Muddy Waters, Carl Perkins, Jerry Lee Lewis, Johnny Cash o, m¨¢s recientemente, los Stray Cats o U2. En Sun Records qued¨® registrada en 1951 la primera grabaci¨®n rock de la historia: Rocket 88, por Jackie Brenston. Su propietario original, el ingeniero Sam Philips, fund¨® en los a?os cincuenta Memphis Records Service para grabar servicios religiosos. Inicialmente, los discos eran a costa de los artistas: la primera grabaci¨®n de Elvis en 1953 fue un regalo de cumplea?os para su madre. Aseguran que Marion, la empleada que recogi¨® la canci¨®n, jam¨¢s se desprendi¨® del demo original.
El grupo de turistas de la visita guiada escucha atentamente. El Rey lo era por algo: con 18 a?os y medios deficientes, suena distinto a todo lo dem¨¢s. Mejor y m¨¢s profundo. Ya era f¨¢cil adivinar que aquel tipo llevaba una corona en su mochila. Elvis ya sonaba a Elvis. En 1956 ya era una estrella del rock. Sam Philips vender¨ªa los derechos a RCA Victory por 35.000 d¨®lares. Quiz¨¢ no hizo un buen negocio, pero a cambio tiene dedicada una calle y su estudio ha sido declarado bien cultural protegido. Sus sucesores aprendieron, Sun Records es hoy un supermercado de parafernalia rockera. Buy or die, compra o muere, est¨¢s en Am¨¦rica.
Picasso en Graceland
Por la calle 51 hacia el sur atravieso de nuevo los barrios deprimidos del gueto al que cantara el Rey en aquella bella y triste canci¨®n de Mac Davis. M¨¢s all¨¢ est¨¢ Graceland, donde los fieles acuden por millones para conmoverse ante las l¨¢pidas de la familia. Graceland es el lugar real donde viv¨ªa el hombre real. Desde que la compr¨® en 1957, Elvis habit¨® una casa m¨¢s bien modesta para alguien que ten¨ªa dos aviones y el mundo a sus pies. En Espa?a nos hemos empe?ado en convertirlo en una caricatura de desmesura. Sin embargo, cuidado con los retratos banales. Encajado en un molde de ¨ªdolo juvenil y canciones ligeras, Elvis se retir¨® durante dos a?os. En 1968 regresar¨ªa enorme, maduro y mejor que nunca. Lo hizo cuando ya no ten¨ªa nada que demostrar y hab¨ªa ganado m¨¢s dinero del que pod¨ªa gastar. Como confiesa ¨¦l mismo en el disco Live in Las Vegas, lo hizo porque echaba de menos actuar en directo despu¨¦s de tanta pel¨ªcula, tanto estudio y tanta promoci¨®n. Se ve que le faltaba vida y le sobraban oropeles.
Elvis forj¨® un estilo propio, y eso se respira en su hogar a pesar del envoltorio de celof¨¢n mercantil que han creado los gestores de su legado. Al visitante esc¨¦ptico quiz¨¢ le sorprenda encontrar en la casa un grabado de Picasso o tres televisiones congeladas con los programas que ve¨ªa en los setenta. En una de ellas se reproduce una y otra vez Doctor Strangelove (?Tel¨¦fono rojo?, volamos hacia Mosc¨²), una atroz s¨¢tira del belicismo y de la paranoia anticomunista. ?Casualidad este aparente gusto por el tan europeo e intelectual Stanley Kubrick? Pudiera ser, pero el tema con el que abre el directo grabado en el Madison Square Garden es la evocadora m¨²sica de As¨ª habl¨® Zaratustra, de Richard Strauss, que suena en 2001. Una odisea en el espacio en el momento crucial del proceso evolutivo: los primeros hom¨ªnidos descubriendo la utilidad del garrotazo.
Pero Graceland es sobre todo The Big Bussiness. El Gran Negocio. La compra de productos oficiales es toda una religi¨®n, desde las gafas de pl¨¢stico a 12 d¨®lares hasta los trajes de lentejuelas a 2.000. Lisa Marie Presley, la ¨²nica heredera, parece una eficiente m¨¢quina de convertir el apellido en d¨®lares: en cualquier canal de televisi¨®n se puede presenciar un delirante anuncio con la m¨²sica de una de las m¨¢s representativas canciones de su padre. Viva Las Vegas! es por arte de la publicidad desalmada Viva Viagra! Estamos en Am¨¦rica, forastero. Buy or die.
? Miquel Silvestre es autor de la novela Spanya SA (Barataria).
Voces profundas del Misisipi
Gu¨ªa
Visitas
? Sun Studio Records. 706 Union Avenue (www.sunstudio.com). Entrada, 9 euros.
? Graceland. 3732 Elvis Presley Boulevard, Memphis (www.elvis.com). 20 euros.
? Elvis Birthplace. 306 Elvis Presley Road, Tupelo (www.elvispresleybirthplace.com).
Dormir
? Motel Comfort Inn. 1190 N Gloster St. Tupelo (00 1 662 842 51 00). Desde 65 d¨®lares.
? Motel King Court. 265 Union Avenue, Memphis (00 1 901 527 43 05). De 50 a 65 euros.
Comer
? Blues City Caf¨¦. 138 Bale Street, Memphis (00 1 901 526 36 37). Unos 30 euros.
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