Cuando el agresor es el que cae muerto a pu?aladas
Un chico est¨¢ en la c¨¢rcel por matar a su padrastro
La relaci¨®n tormentosa entre Carlota y su compa?ero sentimental acab¨® en diciembre con la tr¨¢gica muerte de ¨¦l, apu?alado por el hijo mayor de la mujer, un chico de 18 a?os que ahora est¨¢ en la c¨¢rcel esperando juicio. La fiscal dice que es asesinato, la familia de Carlota asegura que el muchacho s¨®lo defendi¨® a la madre de un maltratador que lleg¨® a casa aquel d¨ªa, borracho como otras veces, llamando putas a la mujer y a su hija, agarr¨¢ndola por el cuello y enzarz¨¢ndose en una pelea con el hijastro que acab¨® con un final sangriento.
Recientemente, Carlota cont¨® su historia en el Senado a un grupo de mujeres rurales congregadas all¨ª por la asociaci¨®n Femur bajo la batuta de la senadora del PP Juana Borrego. La conmoci¨®n fue generalizada.
Abdessamad Bibah nunca le peg¨®, pero la fue anulando poco a poco, a base de broncas, hasta que la mujer redujo su vida al trabajo y la casa. La pareja, que viv¨ªa en El Espinar (Segovia), se hab¨ªa hecho con la concesi¨®n del bar y la taquilla de la estaci¨®n de autobuses de un pueblo de al lado. Con el pretexto de impedir robos, Abdessamad instal¨® c¨¢maras en ambos sitios y vigilaba a Carlota desde el sof¨¢ de casa. "A media ma?ana ya me estaba llamando. Que por qu¨¦ sonre¨ªa a los clientes, que c¨®mo era tan boba de servir un Rioja si me hab¨ªan pedido Ribera de Duero". Abdessamad, "un hombre guapo, culto, viajado", como le describe Carlota, sal¨ªa por las noches y a veces volv¨ªa borracho. Entonces, cualquier peque?o detalle era bueno para que se desatara la tormenta. "Se convert¨ªa en un monstruo. Al d¨ªa siguiente yo le dec¨ªa: pero Abdessamad, ?t¨² sabes las cosas que me dijiste anoche? Es que ya no s¨¦ qui¨¦n soy, si la m¨¢s puta del pueblo o una mujer maravillosa". Entonces ¨¦l ped¨ªa perd¨®n y la vida, claustrof¨®bica, segu¨ªa su curso.
Carlota se lamenta de no haber denunciado, pero no cree que le hubiera dado tiempo. "Si yo voy a la Guardia Civil y no consigo un alejamiento, en tres d¨ªas me mata tres veces".
Su caso se ajusta como un guante al relato de cientos de maltratadas. Un noviazgo apasionado donde pronto empiezan los desaires, tacita a tacita, lo justo para que el perd¨®n se conceda cada vez. A los seis meses de salir juntos, embarazada ya, viaj¨® con su hija a Marruecos, para conocer a la familia pol¨ªtica. ?l ir¨ªa a recogerlas a Ceuta, pero no lleg¨®, ni tampoco contestaba al tel¨¦fono. Las dos mujeres se alojaron en un hostal hasta que Abdessamad dio se?ales de vida y algunas excusas poco corteses.
Las recogi¨® al d¨ªa siguiente en la frontera. "Hasta all¨ª nos acompa?¨® amablemente el due?o del hostal, porque no sab¨ªamos llegar. Cuando aparecimos me mont¨® un pollo porque hab¨ªamos ido con aquel hombre".
?Por qu¨¦ no dej¨® la relaci¨®n entonces? Carlota a¨²n ten¨ªa la ilusi¨®n intacta y disculpaba sus propias sospechas. Y tampoco quer¨ªa que su hijo naciera sin padre. El mayor, Cr¨ªstofer, que ahora est¨¢ en la c¨¢rcel, es el fruto de una relaci¨®n corta con un americano, y la mediana, hija de un italiano que tampoco ejerci¨® de padre, dice Carlota. "?Tan mal lo hago que el peque?o tampoco va a tener padre?", se preguntaba entonces.
El tiempo fue disipando las dudas y los ¨²ltimos dos a?os, harta de disputas y amenazas, la mujer le hab¨ªa pedido el divorcio por las buenas muchas veces. "Nada de lo que le propon¨ªa le era conveniente. Ten¨ªa celos de todo, hasta de mis hijos. Abr¨ªa las ventanas y dec¨ªa que se tirar¨ªa al vac¨ªo con el peque?o", llora Carlota. Con Cr¨ªstofer la relaci¨®n fue a cara de perro cuando el chaval ten¨ªa 13 o 14 a?os. "Pero ahora, justo ahora, es cuando empezaban a llevarse bien, incluso ten¨ªan previsto montar un negocio juntos", asegura.
No hubo tiempo. La ¨²ltima pelea surgi¨® por un mensaje de unos amigos que la hija de Carlota ten¨ªa en el m¨®vil. "La ni?a s¨®lo tiene 12 a?os, pero ¨¦l ya pensaba que se casar¨ªa con un sobrino suyo de Marruecos. Los dos se llevaban bien, s¨ª, pero s¨®lo tiene 12 a?os. No soport¨® que se mandara mensajitos con otros amigos. La llam¨® puta, le quit¨® el m¨®vil y se fue a beber".
Cuando lleg¨® se desencaden¨® la tragedia. Cerr¨® la puerta con llave y comenz¨® la discusi¨®n, pero esta vez, el mayor estaba en casa. "Yo no s¨¦ qui¨¦n cogi¨® el cuchillo de la cocina. Mi hijo dice que fue Abdessamad, que el cuchillo se cay¨® al suelo y que Cr¨ªstofer lo recogi¨® y lo dej¨® encima de la lavadora del pasillo. Cuando vio que ¨¦l me agarraba por el cuello y me levantaba, le apu?al¨®. Yo estaba saliendo hacia la calle, pero no me dejaba. Me sigui¨® moribundo y ensangrentado escaleras abajo hasta que muri¨®, en el descansillo del segundo piso". Carlota pidi¨® auxilio en la calle y la Guardia Civil acudi¨® al domicilio.
No hay estad¨ªsticas precisas, pero los expertos saben que hay homicidios que tienen de fondo un tel¨®n de malos tratos.
La semana pasada se levant¨® el precinto de una casa marcada por el crimen. Carlota ha cambiado de sitio los muebles, no quiere recuerdos. Ahora visita al mayor en la c¨¢rcel y se ha colocado vendiendo Thermomix, un electrodom¨¦stico para cocinar. Ense?a a usarlo por las casas. Abdessamad nunca lo hubiera tolerado.
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