Pero hay que votar
El poder es una energ¨ªa posesiva, tiende a separar de los dem¨¢s a quien lo ejerce: "Es que no comprenden". Pero, en democracia, si la ciudadan¨ªa no comprende a quien gobierna, es el camino de la derrota electoral. A estas alturas hay un porcentaje muy alto de electores indecisos, que ocultan el voto o que est¨¢n simplemente cabreados; muchos son votantes que apostaron por un cambio y que "no comprenden".
?Tiene raz¨®n ese sector de desencantados para sentirse as¨ª? Depende. Esperaban que los nuevos gobernantes cambiasen la vida en el pa¨ªs, y mucho cambio no se vio. Hubo serias omisiones en el cumplimiento de los programas y algunas actuaciones impresentables que son para cabrear a quien puso tanta ilusi¨®n en un cambio. Es natural sentirse decepcionado, desencantado. La TVG es un espejo de la insuficiencia del cambio, sus gestores pusieron sensatez y m¨¢s claridad en aquel caos, pero la pantalla sigui¨® ofreciendo la misma imagen del pa¨ªs; no fue torpeza de gesti¨®n, fue por la voluntad pol¨ªtica de continuismo de los gobernantes.
Los votantes de esta Xunta tienen derecho a dejarla caer, pero eso es optar de nuevo por el PP
Pero el cambio esencial fue la alternancia misma. La sociedad descubri¨® que la Xunta era nuestra y no patrimonio eterno de un partido pol¨ªtico concreto. Aunque si lo que se esperaba era que mejorase la gesti¨®n de las cosas, ah¨ª entramos en un campo m¨¢s discutible: la Xunta bipartita no fue capaz de informarnos cabalmente de mejoras en la gesti¨®n y de las pol¨ªticas meritorias que llevaron a cabo, pero si hacemos un esfuerzo por nuestra parte, podremos recapitular mejoras en pol¨ªtica econ¨®mica, agraria, de pesca, industrial, cultural, en di¨¢logo social, m¨¢s transparencia..., cosas diversas pero reales. Y tambi¨¦n es cierto que, aunque l¨®gicamente fue una administraci¨®n repartida entre dos, consiguieron mantener la unidad ley tras ley y votaci¨®n tras votaci¨®n: hubo estabilidad. No se les puede negar. Los gallegos hemos sentido muchas veces en estas d¨¦cadas verg¨¹enza, unos, y otros incomodidad al hablar del presidente de la Xunta; en estos tres a?os y medio eso no ha ocurrido. Ni aquellas personas que no est¨¦n de acuerdo con las ideas, el programa o el modo de gobernar de P¨¦rez Touri?o pueden negarle que ha sido un presidente muy digno, capaz de representar al pa¨ªs, a todos.
Y no olvidemos que esta Xunta afront¨® y afronta una campa?a de desprestigio sistem¨¢tica, como nunca se hab¨ªa visto aqu¨ª antes; sus errores y debilidades son mirados con lupa de gran aumento por los mismos que en la anterior etapa cog¨ªan el dinero y callaban. Obviar esto conduce a quedar presos en sus redes. Campa?as as¨ª pretenden justamente desanimarnos, que concluyamos: "son todos iguales". Pretenden conseguir nuestra abstenci¨®n: para que ganen otros. Debemos tenerlo en cuenta al decidir.
Podemos decidir abstenernos o votar a cualquiera, pero quien haya votado a favor de esta Xunta bipartita tambi¨¦n tiene responsabilidades con esta experiencia colectiva. Sin duda tiene derecho a dejarla caer, pero eso significa optar por una Xunta del PP nuevamente. Si se piensa que eso es lo mejor, es l¨®gico y leg¨ªtimo, pero si no, no lo es. El PP es el que tenemos delante, no otro distinto; sus candidatos fueron los vicepresidentes de los gobiernos anteriores y, si damos importancia al debate p¨²blico, a la democracia, debi¨¦ramos tomar nota de que la negativa de N¨²?ez Feij¨®o a tener un debate p¨²blico en TVG que no est¨¦ sometido a sus condiciones, no es una novedad: lo hicieron mientras gobernaron. A ese nivel de democracia volver¨¢ Galicia. Por otro lado, ?es responsable entregarle nuestra Xunta a un partido en el estado en que se halla el Partido Popular? ?Qu¨¦ va a pasar ah¨ª dentro de quince d¨ªas, un mes...?
Legislatura tras legislatura, la derecha ostent¨® tal dominio sobre el pa¨ªs que se sent¨ªa su due?a, parec¨ªa in¨²til votar y eso explicaba el abstencionismo de quienes deseaban un cambio, pero en estas elecciones es evidente que abstenerse o votar tiene consecuencias directas. No podemos escapar a nuestra responsabilidad, quiz¨¢ no votemos con la ilusi¨®n de hace tres a?os y medio, pero creo que, aunque sea en fr¨ªo, debemos votar. En esta ocasi¨®n la abstenci¨®n no es pasividad, es un acto; con ella se decide que ocupe el PP la Xunta de nuevo. La tuvieron d¨¦cadas, para Galicia a¨²n es pronto. No hay por qu¨¦ tenerle miedo a ning¨²n lobo, pero la esperanza que pusimos a andar hace tan pocos a?os necesita m¨¢s cuerda. Otra oportunidad.
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