La confusi¨®n corona Cibeles
Desconcierto y lucidez se citan en el ¨²ltimo d¨ªa de desfiles
Con un olor a mantequilla industrial que revolv¨ªa el est¨®mago y un martilleante hilo musical capaz de provocar la peor jaqueca, cerraba ayer sus puertas Cibeles Madrid Fashion Week. Entre palomitas y Pisando fuerte, ese hit de Alejandro Sanz de 1991, las fauces del gigante Ifema -que mima el amplio Cibelespacio habilitado para patrocinadores y anunciantes que regalan revistas, tabletas de chocolate, caramelos, botellas de agua y caf¨¦, maquillaje, masajes y otras variantes de lo expr¨¦s- engullen con sus atracciones color rosa al supuesto protagonista: la moda.
Luis Eduardo Cort¨¦s, presidente de Ifema, celebraba ayer el bullicio de esa zona de recreo y publicidad: "Hemos conseguido ambiente y ¨¦sta es la manera de atraer m¨¢s inversi¨®n privada en estos tiempos dif¨ªciles". Total: 700.000 euros de anunciantes.
La ¨²ltima jornada, la de los desfiles dobles, la del batiburrillo, arranc¨® ayer con El Delgado Buil y Krizia Robustela. Directos al techo de Europa con las primeras y al extrarradio nacional, con la segunda. Robustela, que se define como "sport de luxe", juega al glamour del universo choni: "Yo domingueo", se lee en lentejuelas en una camiseta mientras las modelos pasean barras de pan y bolsas de patatas fritas, cadenas doradas y calzas de baloncesto. La gracia rapera frente a la enso?aci¨®n de las pieles y las lanas de los atardeceres polares. Un primer desfile que a pesar del inevitable cansancio de las modelos ("estoy agotada", confesaba una de ellas a primera hora) levant¨® el ¨¢nimo deca¨ªdo de una edici¨®n que ha ofrecido m¨¢s de lo mismo y en la que destacaron pocos nombres (Carmen March, Jos¨¦ Castro o Lydia Delgado).
Bandoleras de premio
Nicol¨¢s Vaudelet para El Caballo lograba ayer uno de esos escasos momentos y se llevaba el Premio L'Or¨¦al a la mejor colecci¨®n. Aires camperos, militares y rockeros. Mujeres bandoleras con amenazantes tacones navaja, chaquetas de cuero que sustituyen las tachuelas por exvotos. "Me encontr¨¦ con la fotograf¨ªa de un bandolero, al parecer, robaban los uniformes a las tropas de Napole¨®n y luego los reutilizaban a su modo", explica el dise?ador franc¨¦s.
El resto fue un men¨² de degustaci¨®n imposible de digerir por excesivo, empachoso e inconexo. Trece desfiles que, en algunos casos, se hicieron eternos. Entre los nuevos invitados, Toni Francese y Mar¨ªa Barros. Con arpas y flautillas, Francese ofreci¨® una empanada buc¨®lica adornada con ramas en las cabezas de las modelos y ¨¦stas palabras suyas: "Huir a un estado metaf¨ªsico de nuestras visiones personales y adentrarnos en las profundidades del alma". Luna llena y aspirantes a Lady Halc¨®n. Mar¨ªa Barro se adentr¨® en un barroquismo de arlequines y tramoyistas donde del rosa al amarillo hay un paso. Y Juana Mart¨ªn remat¨® la confusi¨®n con un desfile que mareaba con tanto volumen, tanto vuelo y seda.
Jan iu Mes y Josep Abril (para hombre) y Sita Mur recordaron la versatilidad del punto y Carlos D¨ªez, que la tela de camuflaje tambi¨¦n funciona plisada y que las lentejuelas amortiguan el efecto de las estridentes pieles sint¨¦ticas. Cibeles cerr¨® sus puertas. M¨¢s desfiles, m¨¢s visitantes (50.000) y el desconcierto de siempre.
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