Clima de cambio
Las elecciones tienen sus consecuencias. El nuevo presupuesto del presidente Obama constituye una enorme ruptura, no s¨®lo con las pol¨ªticas de los ¨²ltimos ocho a?os, sino tambi¨¦n con las tendencias pol¨ªticas de los ¨²ltimos 30 a?os. Si es capaz de conseguir que el Congreso apruebe algo similar al plan que anunci¨® el jueves, har¨¢ que Estados Unidos tome un rumbo completamente nuevo.
Entre otras cosas, el presupuesto supondr¨¢ un enorme alivio para los dem¨®cratas, que empezaban a sentir una cierta depresi¨®n pospartidista. Puede que el est¨ªmulo econ¨®mico que el Congreso ha aprobado haya sido demasiado d¨¦bil y se haya centrado demasiado en los recortes de impuestos. La negativa del Gobierno a ponerse serio con los bancos puede resultar tremendamente decepcionante. Pero los temores de que Obama sacrificase las prioridades progresistas en sus planes presupuestarios y se contentase con matar el tiempo haciendo arreglos en el sistema de impuestos han quedado ahora desterrados.
Los temores de que Obama sacrificase las prioridades progresistas han quedado desterrados
Veo dif¨ªcil que el Gobierno cumpla sus obligaciones a largo plazo sin subidas de impuestos a la clase media
Porque este presupuesto destina 634.000 millones de d¨®lares a reformar la sanidad durante la pr¨®xima d¨¦cada. Eso no es suficiente para pagar la asistencia sanitaria universal, pero es un comienzo impresionante. Y Obama prev¨¦ pagar la reforma sanitaria no s¨®lo subi¨¦ndoles los impuestos a los m¨¢s ricos, sino tambi¨¦n deteniendo la progresiva privatizaci¨®n de la atenci¨®n sanitaria a los jubilados, eliminando los pagos excesivos a las compa?¨ªas de seguros.
En otro frente, tambi¨¦n resulta alentador ver que el presupuesto prev¨¦ 645.000 millones de d¨®lares en ingresos procedentes de la venta de derechos de emisiones. Tras a?os de negativas y retrasos por parte de sus predecesores, la Administraci¨®n de Obama est¨¢ dando muestras de que est¨¢ dispuesta a enfrentarse al cambio clim¨¢tico.
Y estas nuevas prioridades quedan reflejadas en un documento cuya claridad y plausibilidad resultan casi incre¨ªbles para quienes nos hemos acostumbrado a leer los presupuestos de la era de Bush, que insultaban nuestra inteligencia en cada una de sus p¨¢ginas. ?ste es un plan presupuestario en el que podemos creer.
Muchos se preguntar¨¢n si Obama puede realmente conseguir la reducci¨®n del d¨¦ficit que promete. ?Realmente puede reducir los n¨²meros rojos desde los 1,75 billones de d¨®lares de este a?o hasta menos de un tercio de esa cantidad en 2013? S¨ª, s¨ª que puede.
Ahora mismo, el d¨¦ficit es enorme debido a factores pasajeros (al menos, esperemos que lo sean): una severa recesi¨®n est¨¢ haciendo que disminuyan los ingresos y hay que destinar grandes cantidades tanto al est¨ªmulo fiscal como a los rescates financieros.
Pero una vez que la crisis pase, si es que pasa, el panorama presupuestario deber¨ªa mejorar much¨ªsimo. Tengan en cuenta que desde 2005 hasta 2007, es decir, durante los tres a?os anteriores a la crisis, el d¨¦ficit federal anual registr¨® una media de tan s¨®lo 243.000 millones de d¨®lares. Ahora bien, durante esos a?os, los ingresos estaban inflados, hasta cierto punto, por la burbuja inmobiliaria. Pero tambi¨¦n es cierto que est¨¢bamos gastando m¨¢s de 100.000 millones de d¨®lares al a?o en Irak.
As¨ª que si Obama nos saca de Irak (sin hundirnos en un lodazal afgano igual de caro) y se las arregla para idear una recuperaci¨®n econ¨®mica s¨®lida -dos condiciones complicadas, sin duda- y consigue que el d¨¦ficit descienda hasta 500.000 millones de euros para 2013, no deber¨ªa ser dif¨ªcil en absoluto.
Pero ?no se inflar¨¢ el d¨¦ficit por culpa de los intereses originados por el gran aumento de la deuda durante los pr¨®ximos a?os? No tanto como se podr¨ªa pensar. Los tipos de inter¨¦s de la deuda p¨²blica a largo plazo no llegan al 4%, por lo que incluso un bill¨®n de d¨®lares de deuda adicional suponen un incremento de menos de 40.000 millones al a?o a los d¨¦ficits futuros. Y el coste de esos intereses queda ¨ªntegramente reflejado en los documentos del presupuesto.
De modo que tenemos buenas prioridades y proyectos plausibles. ?Qu¨¦ es lo que no va a gustar de este presupuesto? Fundamentalmente, que las perspectivas a largo plazo siguen siendo preocupantes.
Seg¨²n las previsiones presupuestarias de la Administraci¨®n de Obama, la relaci¨®n entre deuda federal y PIB, un ¨ªndice muy usado para medir la situaci¨®n financiera del Gobierno, subir¨¢ vertiginosamente durante los pr¨®ximos a?os y luego se estabilizar¨¢ m¨¢s o menos. Pero esta estabilidad se lograr¨¢ con una relaci¨®n entre deuda y PIB de alrededor del 60%. Eso no ser¨ªa una deuda excesivamente alta seg¨²n baremos internacionales, pero ser¨ªa la deuda m¨¢s alta que ha tenido Estados Unidos desde los a?os inmediatamente posteriores a la II Guerra Mundial. Y nos dejar¨ªa con una capacidad de maniobra considerablemente reducida si se presentase otra crisis.
Adem¨¢s, el presupuesto de Obama s¨®lo nos habla de los pr¨®ximos 10 a?os. Eso es un avance respecto a los presupuestos de la era Bush, que s¨®lo hac¨ªan previsiones para cinco a?os. Pero los problemas fiscales realmente graves de Estados Unidos acechan m¨¢s all¨¢ de ese horizonte: antes o despu¨¦s, vamos a tener que luchar a brazo partido con las fuerzas que hacen que suba el gasto a largo plazo (sobre todo, el coste de la atenci¨®n sanitaria, que no cesa de subir).
E incluso si la fundamental reforma de la asistencia sanitaria mantiene los gastos bajo control, yo al menos veo dif¨ªcil que el Gobierno federal pueda cumplir sus obligaciones a largo plazo sin algunas subidas de impuestos a la clase media. Digan lo que digan los pol¨ªticos ahora, en nuestro futuro probablemente haya un impuesto sobre el valor a?adido.
Pero no culpo a Obama por dejar algunas preguntas importantes sin responder en este presupuesto. En mitad de una crisis tan grave, la cantidad de previsiones a largo plazo que puede manejar el sistema pol¨ªtico es limitada; probablemente ¨¦l ha contado con todas las que puede, por ahora. Y este presupuesto tiene muy, pero que muy buena pinta. .
Paul Krugman es profesor de Econom¨ªa de Princeton y premio Nobel en 2008. Traducci¨®n de News Clips. ? 2009 New York Times Service
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