La responsabilidad de Asia
Aterrados por el efecto domin¨® de bancos y empresas colapsados, los ciudadanos de todo el mundo dirigen su mirada a Asia, y en particular a China, como posible salvaci¨®n. Tal reacci¨®n habr¨ªa parecido absurda hace muy poco puesto que s¨®lo exist¨ªa un posible motor de la econom¨ªa mundial: EE UU.
La pregunta es si la esperanza que hemos depositado en Asia tiene alg¨²n fundamento. Para ello es necesario analizar de qu¨¦ manera puede ayudar Asia a que la econom¨ªa mundial salga del atolladero. La primera opci¨®n -y la m¨¢s conocida- es el tir¨®n de su demanda interna. Para que Asia pudiera salvarnos deber¨ªa haber alcanzado ya el tama?o suficiente para que el consumo de sus ciudadanos y la inversi¨®n de Estados y empresas generaran importaciones suficientes para que el resto del mundo amortig¨¹e su ca¨ªda. Por el lado del consumo, basta recordar que Asia emergente tiene una renta per c¨¢pita de poco m¨¢s de 3.000 euros para que nuestras esperanzas se desvanezcan de inmediato. La situaci¨®n es mejor en la inversi¨®n, puesto que el peso de Asia en la inversi¨®n mundial es mucho mayor que en el consumo. El problema es que esa inversi¨®n est¨¢ muy ligada al sector exportador, por lo que parece dif¨ªcil que se pueda mantener a no ser que la inversi¨®n estatal sea masiva.
El enorme paquete fiscal chino (16% del PIB entre 2009 y 2010) pretende justamente eso, ya que se ejecutar¨¢ a trav¨¦s de un aumento de la inversi¨®n p¨²blica y no tanto con una reducci¨®n de la carga impositiva. Aun as¨ª, los paquetes fiscales anunciados en el resto de Asia distan mucho del chino y, lo peor, no hay mucha esperanza de que puedan emularlo, puesto que la holgura fiscal es escasa y, en algunos casos como India, inexistente.
Que la demanda interna asi¨¢tica no nos vaya a salvar de ¨¦sta no quiere decir que Asia no pueda ser la soluci¨®n por otro camino, la transferencia de ahorro. Dado que el origen de la crisis est¨¢ en el creciente desequilibrio entre un endeudamiento excesivo de determinados sectores en algunas econom¨ªas (especialmente, las familias estadounidenses) y el exceso de ahorro en otros (sobre todo, Asia y Oriente Pr¨®ximo), parece evidente que la soluci¨®n es el traspaso de ese exceso de ahorro a las zonas del mundo m¨¢s endeudadas de la manera m¨¢s eficaz posible. Por eficaz enti¨¦ndase mejor inversi¨®n del ahorro, aumentado as¨ª la productividad global. A pesar de que el crecimiento de Asia en los ¨²ltimos a?os podr¨ªa hacer pensar que la inversi¨®n de su ahorro fuera de la regi¨®n resultar¨ªa menos rentable, la evidencia es otra. El motivo de la baja rentabilidad del ahorro en Asia, en especial en China, es la ineficaz intermediaci¨®n del mismo en los sectores menos productivos.
Las elevad¨ªsimas tasas de crecimiento de la econom¨ªa china en realidad se han producido a pesar del funcionamiento del sistema financiero y no gracias a ¨¦l. De hecho, con el enorme tama?o de su sistema financiero -alimentado por la elevad¨ªsima tasa de ahorro-, China deber¨ªa haber crecido mucho m¨¢s r¨¢pido de lo que lo ha hecho en los ¨²ltimos a?os. Parece, por tanto, razonable para China, y sin duda necesario para el resto del mundo, que Asia ofrezca su ahorro al resto del mundo en los sectores con mayor potencial de crecimiento. En ese sentido, un movimiento coordinado de inversi¨®n en Occidente por parte de los fondos soberanos y los bancos centrales detentores de las mayores reservas internacionales del mundo tendr¨ªa una probabilidad mayor de parar este terrible efecto domin¨® que la mayor¨ªa de los pa¨ªses occidentales.
Alicia Garc¨ªa-Herrero es economista jefe de mercados emergentes de BBVA en Hong Kong
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