?Cazadores? Un mill¨®n, y subiendo
El tiempo no pasa para los aficionados a la escopeta, aunque la caza ha perdido su ra¨ªz rural para convertirse en un negocio de masas
Posar rodeado de ciervos de espectaculares cornamentas se ha revelado fatal para la carrera pol¨ªtica de Mariano Bermejo, ex ministro de Justicia. Y, sin embargo, esa imagen que trae a la memoria la pel¨ªcula de Luis G. Berlanga, La escopeta nacional, est¨¢ mucho m¨¢s presente en la Espa?a del siglo XXI de lo que podr¨ªa suponerse. Como Bermejo y su compa?ero de monter¨ªa, el juez Baltasar Garz¨®n, hay en nuestro pa¨ªs un mill¨®n de cazadores. Hombres, la inmensa mayor¨ªa, que gastan entre 3.000 y 40.000 euros por temporada en lances cineg¨¦ticos. En un pa¨ªs eminentemente rural hasta hace menos de cuatro d¨¦cadas, la pasi¨®n por el campo y la caza podr¨ªan interpretarse como la supervivencia de un instinto at¨¢vico.
Cuantas m¨¢s posibilidades de abatir a una presa hay, m¨¢s se paga
Las granjas que cr¨ªan animales para la caza est¨¢n en expansi¨®n
En Espa?a se celebran centenares de miles de cacer¨ªas en sus 32.000 cotos
La caza es una pasi¨®n com¨²n a reyes, pol¨ªticos, futbolistas o toreros
Castilla-La Mancha tiene el r¨¦cord en caza menor: tres millones de piezas
"Matan animales por gusto. Es dif¨ªcil que tenga buena imagen"
Una pasi¨®n antigua que une a reyes y arist¨®cratas con pol¨ªticos, magistrados, periodistas, artistas, toreros, empleados de correos y funcionarios de todo tipo. De Alfonso X El Sabio, a Juan Carlos I, de Aza?a y Largo Caballero, a ?lvarez Cascos, Felipe Gonz¨¢lez, Garaikoetxea o el propio Bermejo. De Cayo Lara a los Albertos, Juan Abell¨®, y Samuel Fl¨®rez; del ex torero Espartaco, al futbolista Ra¨²l, del cantante Patxi Andino, al periodista Carles Francino.
Porque, conviene recordarlo, Espa?a es hoy, m¨¢s que nunca, un inmenso coto de caza. Un lugar donde se celebran al a?o cientos de miles de cacer¨ªas, en los casi 32.000 cotos que aloja este para¨ªso de bosques mediterr¨¢neos, humedales, llanuras cultivadas donde se cr¨ªan las perdices de pata roja, conejos y liebres. Un lugar que atrae a cazadores de todo el mundo. Legiones de italianos, a Baleares, americanos o franceses, a las dehesas extreme?as. Gente que viene con paquetes tur¨ªsticos completos, y quiere volverse a casa con trofeos.
"Somos un emporio de la caza, y el segundo pa¨ªs exportador de turistas cineg¨¦ticos, despu¨¦s de Am¨¦rica" dice Andr¨¦s Guti¨¦rrez Lara, presidente de la Real Federaci¨®n Espa?ola de Caza (RFEC), que agrupa al 70% de los cazadores. Una cifra de socios s¨®lo superada por los federados al f¨²tbol. Rodr¨ªguez Lara recibe en el sal¨®n de reuniones de la sede madrile?a de la entidad, decorado con trofeos. Cabezas de ciervos de varias puntas o de muflones. Muchos, cazados por ¨¦l mismo.
Como la mayor¨ªa de los cazadores entrevistados para este reportaje, Guti¨¦rrez Lara, pese a los alardes de amabilidad, parece un poco en guardia. Empieza defendiendo la importancia econ¨®mica de un sector "que genera unos 5.000 millones de euros al a?o", y por lo menos 15.000 puestos de trabajo en el campo. Y eso no es nada para lo que podr¨ªa dar, si se hicieran las cosas bien. Si la caza no estuviera mal vista y los cazadores no tuvieran que soportar el sambenito de ser los malos de la pel¨ªcula. No hay cuento infantil en el que el cazador, escondido siempre con la escopeta cargada, no sea el villano por antonomasia. Eso hace mucho da?o, cree Israel Hern¨¢ndez, director de Jara y Sedal, una de las revistas m¨¢s importantes del sector. "Si pudiera devolver la vida a los animales que cazo, lo har¨ªa; a m¨ª lo que me gusta es la caza, el contacto con la naturaleza", dice.
Y esa mala fama, ?por qu¨¦? "No hemos sabido cuidar nuestra imagen", dice Luis Fernando Villanueva, presidente de la patronal que aglutina a los propietarios y gestores de cotos de caza (Aproca), en Castilla-La Mancha. "Pervive la imagen de Los santos inocentes y La escopeta nacional. Y es una pena, porque la actividad agraria va a menos y el futuro de nuestros pueblos est¨¢ en la caza". Villanueva y la asociaci¨®n que representa, tienen montones de ideas para sacarle m¨¢s partido a la caza. Empezando por darle un aire menos agresivo.
Para empezar, Aproca se denomina ahora Asociaci¨®n de Propietarios Rurales para la Gesti¨®n Cineg¨¦tica y la Conservaci¨®n del Medio Ambiente. Gestionar aqu¨ª, seg¨²n el propio Villanueva, es cuidar adecuadamente un coto de caza, procurar forraje y comida a los animales que viven en ¨¦l, ocuparse de desbrozar el monte, de limpiarlo, de cuidarlo. "Todo eso es muy caro". Y la ¨²nica manera de que el coto se gestione bien, es que sea rentable. ?C¨®mo? Consiguiendo cazadores a espuertas. De eso se ocupan las empresas llamadas org¨¢nicas, porque organizan cacer¨ªas de caza menor y de caza mayor. Se ocupan de vender los puestos en el ojeo de perdices, o precintos para la caza del corzo al rececho, o puestos para monter¨ªas.
Cuantas m¨¢s posibilidades de abatir una presa, m¨¢s dinero cuesta el evento cineg¨¦tico. Pero, ?y toda esa historia del cazador implicado en la naturaleza, amante de la flora y la fauna, garante de la biodiversidad? "La caza es un negocio artificial hoy. Con un impacto ambiental negativo mucho mayor que el de hace un par de d¨¦cadas", opina Theo Oberhuber, de Ecologistas en Acci¨®n. Una afici¨®n y un negocio condenadas a vivir con mala imagen. "?ticamente es inaceptable matar animales por gusto".
Matar es una palabra que se utiliza poco entre cazadores. Se habla de "lances", de abatir una presa, de cazarla, pero se huye de la crudeza verbal, tanto como de la crudeza de las im¨¢genes. Lo sabe bien Juan Delibes, director del canal de Digital + Caza y Pesca. "Cada vez hay que editar m¨¢s los v¨ªdeos de caza, para que no hieran la sensibilidad de la gente". Delibes es un apasionado de la caza a la manera que describ¨ªa Jos¨¦ Ortega y Gasset. "Dec¨ªa 'la caza debe ser escasa e impredecible". Pero reconoce que hay otra doctrina de la caza, "la que funciona a golpe de talonario".
La doctrina de los que quieren resultados r¨¢pidos, y pagan cantidades astron¨®micas por participar en monter¨ªas con trofeos asegurados. Un esp¨ªritu que choca de plano con la definici¨®n que hace de la caza el Consejo de Europa, recomend¨¢ndola como medio de conservar la biodiversidad.
"Lo que ha ocurrido", a?ade Delibes, "es que ha habido tal demanda de caza que al final, en muchas comunidades se est¨¢ artificializando". Y con todas las bendiciones de las autoridades auton¨®micas, que son las que tienen las competencias. "Pero ya querr¨ªamos tener los apoyos oficiales que tienen los cazadores en Francia, por ejemplo", dice Juan Antonio Sarasketa, director de la Oficina Espa?ola de la Caza, una asociaci¨®n de empresas que explotan diversos sectores ligados a la caza. Claro que en Francia no hay tantos cotos, ni un desarrollo comparable de la industria cineg¨¦tica. Aqu¨ª, las granjas que cr¨ªan animales de caza est¨¢n en expansi¨®n. La excusa es la repoblaci¨®n de especies. La realidad es que, en muchos casos, esas cr¨ªas no tienen otro destino que acabar de inmediato bajo los perdigones, o las balas de los cazadores.
Por otra parte, las modalidades de caza espa?olas parecen m¨¢s masivas y mort¨ªferas. Las monter¨ªas por ejemplo, una de nuestras especialidades, se ajusta al siguiente gui¨®n. Se llega temprano a la finca. Se desayuna unas migas, se sortean los puestos. Se hacen l¨ªneas o armadas de cazadores que esperan a las presas en torno a una mancha. Se sueltan las rehalas de perros, que mueven a los animales. Cuando el cazador oye los ladridos, prepara la escopeta. Y dispara.
"No es tan sencillo. Uno puede estar horas y volverse a casa sin nada", explica Luis Fernando Villanueva, en su impoluto despacho de Aproca, en Ciudad Real. La ciudad manchega, en su discreta peque?ez, es todo un emporio cineg¨¦tico. Aqu¨ª funciona la ¨²nica lonja que existe en Espa?a de carne de caza. Un negocio sobre todo de exportaci¨®n, que se resiente de la crisis. Los alemanes, nuestro principal mercado, no la compran.
Villanueva espera que el problema se resuelva pronto. Al menos, los turistas cineg¨¦ticos siguen viniendo. Cazar en las fincas del valle de Alcudia, los Montes de Toledo, o el campo de Montiel, no es cualquier cosa. El ¨²ltimo fin de semana antes de la veda, el del 15 de febrero, 10 de los 12 aviones que aterrizaron en el nuevo aeropuerto de Ciudad Real ven¨ªan cargados de cazadores extranjeros. Los datos de Aproca no dejan lugar a dudas sobre la importancia del negocio en tierras castellano-manchegas. Anualmente se cazan en la regi¨®n 40.000 piezas de caza mayor y tres millones de piezas de caza menor.
Pero, ?de d¨®nde salen tantas piezas? "Muchas se cr¨ªan en granjas especializadas. Y luego se sueltan en los campos, o en los cercones, cuando se trata de caza mayor", explica Theo Oberhuber, de Ecologistas en Acci¨®n. La caza tradicional ha cambiado mucho. Para este ecologista, tiene ya un car¨¢cter industrial. De mero negocio. "Con la implantaci¨®n de los vallados, se gestiona la caza como si fuera una ganader¨ªa. Tambi¨¦n en la caza menor se da un fen¨®meno similar. Se cr¨ªan perdices que despu¨¦s se sueltan para satisfacci¨®n de los cazadores".
No son los ecologistas, enemigos ac¨¦rrimos de la caza, los ¨²nicos que critican este mercantilismo cineg¨¦tico. Hay cazadores que tampoco est¨¢n de acuerdo. La Uni¨®n Nacional de Asociaciones de Caza (UNAC), opuesta a la l¨ªnea de la federaci¨®n, critica que se potencie exclusivamente el desarrollo econ¨®mico y comercial de esta actividad. Entre otras razones, porque entra?a enormes riesgos. "La venta de animales para hacer repoblaciones y sueltas est¨¢ contaminando gen¨¦ticamente e introduciendo nuevas enfermedades en nuestro patrimonio natural cineg¨¦tico", se?ala su secretario general, Antonio Mota, en un correo electr¨®nico.
"Ni siquiera est¨¢ claro que los beneficios de este negocio sean tan grandes", alega Oberhuber, que desconf¨ªa tambi¨¦n de su capacidad de generar puestos de trabajo. "El dinero se va sobre todo a las manos de los grandes propietarios de cotos de caza", dice.
Estando en las ant¨ªpodas, hay un aspecto de la argumentaci¨®n de Oberhuber que coincide con Rodr¨ªguez Lara. La federaci¨®n intent¨® hacer un informe exhaustivo sobre la caza como sector econ¨®mico y se encontr¨® con muchas resistencias por parte de los propietarios y gestores de cotos. Muchos prefer¨ªan mantener en secreto sus ingresos. La federaci¨®n ha vuelto ahora a la carga, con el apoyo, asegura Rodr¨ªguez Lara, de algunos de los mayores propietarios de cotos de caza. Lo que quieren es explotar el negocio cineg¨¦tico bien, sin matar la gallina de los huevos de oro.
Para ello cuentan con la ayuda de todo un instituto (IREC), con 100 investigadores, dedicado al estudio de los recursos cineg¨¦ticos. No hay que olvidar, dice Javier Vi?uela, su director,
"que los cotos bien gestionados, los buenos cotos, son mejores para la conservaci¨®n de las especies que los Parques Nacionales". Aunque todo sea para mayor placer del cazador.
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