Pedraz, sin pruebas para condenar a Portu y Sarasola por volar la T-4
La declaraci¨®n policial de uno de los etarras ser¨¢ nula si se obtuvo con torturas
La investigaci¨®n est¨¢ a punto de concluir y no hay pruebas suficientes para condenar a los presuntos etarras Igor Portu, Pantano, y Mattin Sarasola, Luzia, por su participaci¨®n en el atentado contra la T-4 de Barajas, que supuso el fin del alto el fuego de ETA el 30 de diciembre de 2006.
El juez de la Audiencia Nacional Santiago Pedraz les proces¨® en noviembre de 2008 junto al jefe de ETA, Garikoitz Aspiazu, Txeroki, y los otros dos miembros del comando Joseba Aranibar, Basurde; Mikel San Sebasti¨¢n, Pottoko, y Joseba Iturbide, tomando como base la declaraci¨®n de Sarasola ante la Guardia Civil, en la que narr¨® con pelos y se?ales c¨®mo se produjeron los preparativos del atentado y c¨®mo se materializ¨® la colocaci¨®n de la furgoneta bomba en el aparcamiento de la T-4 de Barajas, que destruy¨® el edificio y mat¨® a los ecuatorianos Carlos Alonso Palate y Diego Armando Estacio.
La amplia confesi¨®n de Sarasola nunca fue ratificada ante el juez instructor
La orden fue de Txeroki que, en una reuni¨®n en el monte Auza, en el valle del Bazt¨¢n (Navarra), con Aranibar, el responsable del comando, a la que tambi¨¦n asistieron Portu, Sarasola y San Sebasti¨¢n, les imparti¨® las indicaciones precisas de c¨®mo y d¨®nde colocar la bomba. Los tres ¨²ltimos realizaron por dos veces el recorrido desde Navarra hasta el aeropuerto de Barajas. Una de las veces, entre el 21 y 26 de octubre de 2006, Portu alquil¨® un Volkswagen Polo en Ir¨²n para tal fin y tambi¨¦n compr¨® un tel¨¦fono m¨®vil para reivindicar la acci¨®n.
La furgoneta utilizada, una Renault de color granate, fue robada en Luz Ardiden (Francia) tras secuestrar a su propietario. Aranibar mont¨® el explosivo y entreg¨® el veh¨ªculo a Sarasola y San Sebasti¨¢n. ?ste hizo de lanzadera, delante de la furgoneta bomba, en la que iban Sarasola y Portu. Sarasola se disfraz¨® con peluca y m¨¢scara de pintor, y tras activar la bomba, estacion¨® la furgoneta y huy¨® portando una maleta de ruedas y una muleta. En un taxi se dirigi¨® hasta una zona pr¨®xima a Antena 3, en San Sebasti¨¢n de los Reyes, donde, en una obra, se deshizo de la muleta y la maleta.
Portu llam¨® a la asociaci¨®n DYA de San Sebasti¨¢n y a un parque de bomberos de Madrid desde el m¨®vil que hab¨ªa adquirido para avisar de la colocaci¨®n de la bomba, pero a pesar del desalojo, la explosi¨®n mat¨® a Palate y Estacio.
Los datos aportados por Sarasola fueron suficientes para procesar a los presuntos autores, pero esa declaraci¨®n no fue ratificada ante el juez. Sarasola tampoco la neg¨®, porque simplemente se acogi¨® a su derecho a no declarar. Lo que ocurre es que en el Juzgado de Instrucci¨®n n¨²mero 1 de San Sebasti¨¢n se sigue un procedimiento contra 15 guardias civiles por delito de torturas y una declaraci¨®n obtenida por ese procedimiento es claramente nula.
Adem¨¢s, la jurisprudencia del Tribunal Supremo y del Constitucional establece que para que una declaraci¨®n ante la polic¨ªa -obtenida sin torturas- pueda servir para condenar a un acusado debe estar apoyada por un elemento externo independiente. En este caso existen algunos elementos que avalar¨ªan la versi¨®n, como el hecho de que el v¨ªdeo del aeropuerto muestra a un individuo de la misma altura y complexi¨®n que Sarasola, que porta maleta y muleta como ¨¦ste relat¨®, aunque no pueda ser identificado.
Los otros datos que casan son que a Portu se le ocup¨® una nota con el n¨²mero de tel¨¦fono de los bomberos de Madrid al que se llam¨® para avisar del atentado y que un individuo de sus caracter¨ªsticas adquiri¨® el m¨®vil con el que se hicieron las llamadas, seg¨²n la declaraci¨®n de la empleada de la tienda de telefon¨ªa. Tambi¨¦n figura que Portu alquil¨® el Volkswagen Polo y que recorri¨® 923 kil¨®metros con ¨¦l, kilometraje que coincide con un viaje de Navarra a Barajas. Pero nada de esto es decisivo si no vale la declaraci¨®n de Sarasola. Y ello a pesar de que en la causa figura un escrito remitido por la juez Levert en el que Txeroki se felicitaba por los buenos resultados obtenidos por denunciar torturas falsas.
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