Las purgas de Fidel
El l¨ªder cubano depur¨® a quien pretend¨ªa hacerle sombra
El general Arnaldo Ochoa rechaz¨® que le ataran las manos. Extendi¨® sus brazos y se ofreci¨® a las balas del pelot¨®n. El 13 de julio de 1989, el militar m¨¢s laureado de Cuba ca¨ªa fusilado cerca de La Habana. En apenas un mes, Ochoa, de 59 a?os, pas¨® de h¨¦roe de la rep¨²blica a ser detenido, juzgado y ejecutado por narcotr¨¢fico y alta traici¨®n. La misma suerte corrieron el coronel Antonio Tony de la Guardia y los oficiales Amado Padr¨®n y Jorge Trujillo.
El caso Ochoa es uno de los episodios m¨¢s terribles del historial de purgas del r¨¦gimen de Fidel Castro, que acaba de defenestrar a dos de sus pesos pesados: el ministro de Exteriores Felipe P¨¦rez Roque y el vicepresidente Carlos Lage. La lista de depurados es amplia: bien porque hac¨ªan sombra al L¨ªder M¨¢ximo, o por desviacionismo ideol¨®gico, o por corrupci¨®n, o bien, como en el caso Ochoa, porque Fidel necesitaba sacrificar unas fichas para protegerse.
El desviacionismo ideol¨®gico y la corrupci¨®n tambi¨¦n cierran las puertas
El proceso sumar¨ªsimo conocido como Causa n¨²mero 1 de 1989 concluy¨® que el general y 13 colaboradores hab¨ªan transportado seis toneladas de coca¨ªna del cartel de Medell¨ªn a Estados Unidos y recibido 3,4 millones de d¨®lares (2,68 millones de euros al cambio actual). El juicio fue transmitido por televisi¨®n. Ochoa, el combatiente altanero, h¨¦roe de Sierra Maestra y jefe de la misi¨®n militar en Angola, aparec¨ªa hundido.
La historia oficial no tardar¨ªa en resquebrajarse. En una carta filtrada desde la c¨¢rcel, tres a?os despu¨¦s, el general Patricio de la Guardia, gemelo de Tony y condenado en el mismo proceso, explic¨® que el Gobierno auspiciaba el tr¨¢fico de drogas para hacerse con d¨®lares. Tony y sus colaboradores formaban parte de un departamento del Ministerio del Interior llamado MC (Moneda Convertible), dedicado a conseguir divisas mediante el contrabando de diamantes, marfil de Angola? y coca¨ªna de Pablo Escobar. "Sobre la droga, Fidel lo sab¨ªa todo", relata De la Guardia. ?l mismo le informaba.
El l¨ªder cubano "sacrific¨®" a su gente, prosigue Patricio, cuando supo que "la actividad del departamento MC era conocida por los norteamericanos". Washington, en efecto, hab¨ªa lanzado serias advertencias a Cuba. Cuenta el escritor Norberto Fuentes, amigo de Tony de la Guardia, que Fidel visit¨® al coronel en la c¨¢rcel y le prometi¨® que salvar¨ªan su vida si se inculpaban.
Con la desaparici¨®n de Arnaldo Ochoa, Fidel no s¨®lo se libr¨® de ser procesado en EE UU. El general era un personaje muy popular, gozaba de prestigio en las Fuerzas Armadas y no ocultaba su simpat¨ªa por la perestroika rusa. Al d¨ªa siguiente de su ejecuci¨®n, algunas calles habaneras amanecieron con una pintada: 8A. Para extirparle de la historia, el general fue enterrado en una tumba an¨®nima en el cementerio Col¨®n.
La oportuna desaparici¨®n de figuras carism¨¢ticas alrededor de Fidel ha ido tejiendo una leyenda de sospechas. As¨ª ocurri¨® con Camilo Cienfuegos, llamado el comandante del pueblo por el cari?o que despertaba entre los cubanos. Su muerte en un supuesto accidente de avi¨®n en 1959, poco despu¨¦s del triunfo de la revoluci¨®n, sigue envuelta en el misterio: ni su cuerpo ni los restos del aparato fueron encontrados. Las conjeturas tambi¨¦n han rodeado el viaje sin retorno del Che Guevara a Bolivia. Algunos de sus ex compa?eros creen que fue abandonado a su suerte por Fidel.
Otras cribas van m¨¢s all¨¢ de las suposiciones. Como la del comandante Huber Matos, amigo de Cienfuegos, que decidi¨® apartarse de la revoluci¨®n por su deriva comunista. Fidel no fusil¨® a Matos, como ped¨ªan Ra¨²l Castro y el Che, para "no convertirle en m¨¢rtir". A cambio, lo encerr¨® 20 a?os en prisi¨®n.
Claro que la lealtad inquebrantable tampoco ha sido salvaguarda de las purgas, como lo demuestran las decenas de altos funcionarios que languidecen en el plan pijama: es decir, condenados al ostracismo, humillados y despojados de los privilegios de la nomenclatura. De poco le sirvieron sus desvelos a Carlos Aldana, responsable del departamento ideol¨®gico y las relaciones internacionales del Partido Comunista y considerado como n¨²mero tres del r¨¦gimen. En 1992, fue apartado del poder por serios "errores" en el desempe?o de sus funciones. Aldana se hab¨ªa mostrado sensible al proceso de cambio en la URSS, tras reunirse en privado con Mija¨ªl Gorbachov.
Peor destino tuvo, siete a?os despu¨¦s, Roberto Robaina, ministro de Exteriores entre 1993 y 1999. Desde que deslumbrara a Fidel como dirigente de la juventud comunista, Robertico se hab¨ªa convertido en el ni?o mimado del l¨ªder cubano. Pero su estado de gracia termin¨® cuando empez¨® a tomar vuelo propio y a mostrar atisbos de contaminaci¨®n reformista. En 2001, Robaina fue expulsado del partido y despojado de su cargo de diputado. Hoy trabaja en el Parque Almendares de La Habana y se consagra a la pintura. Sus lienzos m¨¢s recientes tienen como motivo principal el desnudo femenino.
Su sucesor, P¨¦rez Roque, a pesar de ser considerado un "talib¨¢n fidelista", ha tenido id¨¦ntica trayectoria: de la juventud comunista a la cumbre, y de ah¨ª al destierro. Quiz¨¢s porque ¨¦l, como Carlos Lage, o como antes Robaina o Aldana, hab¨ªan logrado proyecci¨®n y buenos contactos exteriores por su condici¨®n de interlocutores con la comunidad internacional. Todos han sido v¨ªctimas de un rasgo que Fidel comparte, a decir de muchos analistas, con Stalin: su obsesi¨®n por decapitar a cualquier figura que haga pensar, siquiera remotamente, en su sucesi¨®n.
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