EE UU busca un nuevo equilibrio en su diplomacia
Obama promueve el pragmatismo y la armon¨ªa en las relaciones exteriores
En su primer viaje como jefa de la diplomacia de EE UU, Hillary Clinton acudi¨® en Tokio a un templo sinto¨ªsta en homenaje al emperador Meiji, padre del moderno Jap¨®n, cuyo mensaje de "balance y armon¨ªa" escogi¨® la secretaria de Estado como ejemplo de lo que va a ser la pol¨ªtica exterior del Gobierno de Barack Obama.
Desde China a Cuba, en Europa y Oriente Pr¨®ximo, Clinton ha tratado en menos de un mes de rehabilitar y robustecer la posici¨®n internacional de EE UU, de imprimirle un nuevo sello multilateral para resolver algunos de los problemas que George W. Bush gener¨® y otros que no pudo resolver.
Es pronto, por supuesto, para juzgar resultados. En algunos casos, como los de Ir¨¢n, Cuba o el conflicto palestino-israel¨ª, se trata de crisis que se extienden ya durante d¨¦cadas y en las que ha fracasado todo lo que se ha intentado. Pero estas primeras gestiones de Clinton han marcado, en todo caso, un nuevo tono que, al menos por ahora, permite alumbrar nuevas esperanzas en casi todos esos escenarios.
En sus primeras gestiones, Clinton ha alentado el multilateralismo
Asistimos al desarrollo de ese "poder inteligente" que Clinton prometi¨® en el Senado durante su confirmaci¨®n, una diplomacia que recoge ciertas tradiciones del poder suave de algunos periodos de la pol¨ªtica exterior estadounidense y rompe con el neoconservadurismo de la era del segundo Bush. Cada uno de los pasos dados hasta ahora por Clinton parece bajo el com¨²n denominador de la b¨²squeda de un nuevo equilibrio o de la recuperaci¨®n del equilibrio perdido.
El comienzo de su itinerario en Jap¨®n y en Asia era, en s¨ª mismo, una restituci¨®n del papel relevante que ese pa¨ªs hab¨ªa perdido en los ¨²ltimos a?os en Washington y una confirmaci¨®n de la prioridad que ese continente tendr¨¢ en la pol¨ªtica exterior. El balance en esa regi¨®n exige un trato similar hacia China, donde los riesgos de conflictos y rivalidades con EE UU van parejos al peso de ese pa¨ªs en el nuevo orden mundial. Clinton hizo en Pek¨ªn una apuesta por el pragmatismo, al asegurar que la presi¨®n necesaria para mejorar el respeto a los derechos humanos en ese pa¨ªs "no puede interferir con la crisis econ¨®mica global, la crisis por el cambio clim¨¢tico y la crisis de seguridad".
Las relaciones con China fueron tambi¨¦n un territorio para el realismo durante los a?os de Bush. Pero esta nueva Administraci¨®n ha querido acompasar las concesiones al r¨¦gimen comunista con el deshielo del di¨¢logo con uno de sus competidores, Rusia.
En una reuni¨®n en Ginebra con su colega ruso, Sergu¨¦i L¨¢vrov, Clinton pidi¨® "reprogramar" el estado actual del trato entre ambos pa¨ªses, que atravesaba por una fase de guerra fr¨ªa desde la invasi¨®n de Georgia, el pasado verano. "Creo que podemos conseguir una visi¨®n com¨²n, tanto en el contexto de las armas estrat¨¦gicas ofensivas como defensivas", dijo el ministro ruso.
El tratado para la reducci¨®n de armas nucleares START vence el pr¨®ximo diciembre, y Obama quisiera aprovechar para hacer un recorte de proporciones hist¨®ricas de los arsenales at¨®micos. Al mismo tiempo, Washington y Mosc¨² tienen que resolver sus diferencias sobre la creaci¨®n de un escudo antimisiles en Polonia y Rep¨²blica Checa. Obama ha recordado que ese escudo est¨¢ pensado contra Ir¨¢n y ha sugerido que, en la medida en que Rusia colabore para evitar que Teher¨¢n tenga armas nucleares, el escudo podr¨ªa llegar a ser innecesario.
El nuevo Gobierno estadounidense no ha renunciado a advertir a Ir¨¢n sobre las serias consecuencias que la construcci¨®n de cohetes nucleares podr¨ªa tener. Pero, de nuevo en la b¨²squeda del equilibrio, le ha a?adido a esa advertencia el est¨ªmulo de un posible di¨¢logo directo y sin condiciones entre Washington y Teher¨¢n. Como prueba de la buena disposici¨®n del Gobierno de Estados Unidos, Clinton ha manifestado que "es deseable que Ir¨¢n sea invitado como vecino de Afganist¨¢n" a una conferencia internacional sobre el conflicto afgano.
La nueva visi¨®n de esa guerra es, probablemente, el mejor ejemplo de esta nueva pol¨ªtica de armon¨ªa. EE UU no s¨®lo quiere involucrar a Ir¨¢n, sino a Rusia, a India y Pakist¨¢n. Obama quiere reconstruir para la guerra de Afganist¨¢n una gran coalici¨®n internacional como la que acompa?¨® a George Bush padre en la primera guerra del Golfo.
Una coalici¨®n as¨ª exige la contenci¨®n de Israel en un momento en que ese pa¨ªs parece a punto de tener un Gobierno de l¨ªnea dura. Clinton combin¨® en su visita a Israel el apoyo de EE UU a la seguridad del Estado jud¨ªo con la advertencia de que la continuaci¨®n de los asentamientos perjudicar¨ªa la posibilidad de paz.
Eso no va a ser suficiente, por supuesto, para revertir los recelos que la anterior Administraci¨®n dej¨® en el mundo ¨¢rabe y musulm¨¢n. Este mismo fin de semana, dos emisarios norteamericanos de alto nivel visitaron Damasco para explorar las opciones de una reconciliaci¨®n tanto de EE UU como de Israel con Siria. Adem¨¢s, Obama ha anunciado una visita a Turqu¨ªa, un pa¨ªs musulm¨¢n, a mediados de abril, y tiene previsto pronunciar un discurso a todos los pa¨ªses de esa creencia este mismo a?o, probablemente en Indonesia.
Aunque de otras proporciones, tambi¨¦n existe una necesidad de reequilibrio con Am¨¦rica Latina. Para ello, Obama intentar¨¢ llegar a la cumbre regional de abril con una pol¨ªtica que roce el final del embargo a Cuba.
Los interlocutores no son sencillos. Ham¨¢s ya ha rechazado la actuaci¨®n de Clinton. Ra¨²l Castro, Mahmud Ahmadineyad, Kim Jong-il... todos representan un enorme desaf¨ªo para las cualidades diplom¨¢ticas de Obama. Pero la oportunidad es ¨²nica.
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