Otra agenda, otro tiempo
Refer¨ªa Jorge Sempr¨²n, en un coloquio sobre la figura del escritor y la democracia, que estamos confrontados a la necesidad de transformar nuestras sociedades sin ning¨²n modelo de recambio. Esto es lo que hay en el trasfondo de la crisis. La democracia, aunque es el horizonte insuperable de nuestro tiempo, no est¨¢ a salvo de amenazas. Necesita para su desarrollo y profundizaci¨®n de leyes y valores que garanticen la soberan¨ªa del demos y los derechos humanos universales.
La superioridad de la sociedad democr¨¢tica reside, frente a otros modelos, en la posibilidad de preguntarnos si las leyes y el r¨¦gimen que definen son justos o si debemos cambiarlos mediante los propios procedimientos democr¨¢ticos. En el imperativo de dar cuenta y raz¨®n se recrea, mediante el di¨¢logo y el conflicto, ese germen humanista de la autoinstituci¨®n permanente. Y ¨¦ste es, precisamente, uno de los privilegios pertenecientes a la cultura europea, en cuya historia y legados diversos podemos reconocernos.
La cultura necesita menos 'marketing' para enmascarar lo viejo y m¨¢s creaci¨®n aut¨¦ntica
Conviene no olvidar que la creaci¨®n del proyecto democr¨¢tico surgi¨® en la antig¨¹edad griega, mediante una genuina interacci¨®n de fen¨®menos diferentes: la creaci¨®n-autoinstituci¨®n de la polis, la emergencia de un saber reflexivo que ganaba autonom¨ªa respecto a sus primeras determinaciones m¨ªticas, divinas o de otra naturaleza, y la mediaci¨®n pedag¨®gica y po¨¦tica que institu¨ªan las grandes tragedias. Tambi¨¦n en nuestra ¨¦poca la creaci¨®n cultural puede ser un magma renovador de valores democr¨¢ticos y del ideal humanista, definido por T. Todorov como "un fr¨¢gil bote que no podr¨ªa conducirnos m¨¢s que a una fr¨¢gil felicidad".
?Qu¨¦ tiene que ver todo esto con la cuesti¨®n de la candidatura de Donostia para ser Capital Europea de la Cultural en el 2016? Tiene mucho que ver, dado que puede ser el prop¨®sito que anime la acci¨®n institucional y ciudadana a favor de tal objetivo. Josep Ramoneda ha postulado que la condici¨®n humana y su actualidad en el contexto local y global sea el tema de la capitalidad cultural. Se tratar¨ªa de hacer de nuestra ciudad un nodo promotor de una red internacional de reflexi¨®n permanente sobre esas cuestiones que se anudan siempre al horizonte de los valores democr¨¢ticos. Este hermoso y formidable desaf¨ªo glocal, m¨¢s all¨¢ de que nuestra ciudad, y en cooperaci¨®n con el conjunto de la Euskal Hiria imaginada por Atxaga, logre ser nominada, vale por s¨ª mismo. Desde ahora hasta 2016 podr¨ªa desplegarse un kair¨®s nuevo, un tiempo propicio y fraterno, para la creaci¨®n cultural y para la transformaci¨®n de nuestras ciudades.
Ese reto intempestivo nos obligar¨ªa a imaginar nuevas po¨¦ticas y pol¨ªticas, nuevas acciones creadoras en todos los dominios de la vida y de lo social. Se necesitar¨ªa, tomar impulso cr¨ªtico desde la trama cultural e investigadora (p¨²blica o privada) existente, que es diversa y extensa. Pero, en mi opini¨®n, deber¨ªa evitarse el caer en la tentaci¨®n de prolongar con m¨¢s medios lo ya dado. O, tambi¨¦n y por otro lado, hacer de nuestra candidatura una mera palanca de proyecci¨®n de lo nuestro. ?No ser¨ªa mejor activar una renovaci¨®n de la cultura vasca, plural y abierta, en una nueva tensi¨®n cr¨ªtica con los desaf¨ªos y aportaciones que fluct¨²an en la cultura espa?ola, europea y global? Cuando todav¨ªa hoy una parte de la ciudadan¨ªa padece la amenaza terrorista, y tantas otras gentes soportan la exclusi¨®n social o la merma de sus derechos ciudadanos, merece la pena que la iniciativa por la capitalidad cultural sea un escenario propicio para que al final de ese trayecto ganemos m¨¢s democracia y m¨¢s libertad.
Pero tambi¨¦n ser¨ªa conveniente pensar la pol¨ªtica cultural y art¨ªstica desde el principio del desarrollo sostenible. Crear una red de reflexi¨®n con la participaci¨®n de agencias y agentes culturales, investigadores, artistas y cr¨ªticos que indaguen y propongan iniciativas en torno a una nueva ecolog¨ªa cultural y pol¨ªtica. Menos cultura espect¨¢culo y m¨¢s democracia cultural; menos marketing para enmascarar lo viejo y m¨¢s ethos de creaci¨®n de lo nuevo; menos sublimaci¨®n de lo cient¨ªfico-t¨¦cnico y m¨¢s recreaci¨®n del pensamiento cr¨ªtico: tales ser¨ªan algunos retos de acci¨®n cultural y reflexiva permanente que nos pondr¨ªa de otra manera en el mapa europeo del proyecto democr¨¢tico. En el laberinto de la complejidad actual, esa acci¨®n creadora nos proporcionar¨¢ otra agenda: nuevas figuras de lo pensable y de lo realizable.
Fernando Golvano es profesor de Est¨¦tica y Teoria del Arte en la UPV.
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