Las copias de Rodin
No s¨¦ qu¨¦ man¨ªa tienen los pol¨ªticos, los rectores, los acad¨¦micos, los millonarios poco sofisticados, el establishment en suma, de encargar sus retratos al mismo pintor o a un pintor que siempre parece el mismo. El caso es que posan al lado del retrato con media sonrisita, como hemos visto hace poco a Esperanza Aguirre -esta vez de verdad podr¨ªa haber sido cualquier otro- y no se sabe qu¨¦ es m¨¢s falso: si el personaje o el ¨®leo. Ser¨¢ cosa de la realidad que juega malas pasadas, pero ante tan escalofriante m¨ªmesis viene a la cabeza Dorian Grey y el rostro decr¨¦pito de la pintura que manten¨ªa al propietario impoluto, fueran los que fueran los desmanes cometidos.
Igual por eso se busca desde el establishment la m¨ªmesis aburrida: algo tendr¨¢n que esconder. Lo malo es que al final, de tanto como se parecen los estilos, los retratados acaban por tener cierto aire de familia y es peligroso: el pincel remilgado tiene sabor a esa muerte que nos iguala a todos -o casi.
De una cosa no me cabe duda: los parecidos tranquilizan, ?a que s¨ª? Por eso es m¨¢s popular Rodin que Giacometti, pese a ser m¨¢s banal y m¨¢s vulgar. Y por eso se re¨²ne la gente curiosa en pleno paseo del Prado a mirar al tipo manoseado y pesad¨ªsimo que recuerda a los retratos del establishment, pues arrastra algo forzado.
?Qu¨¦ hace la escultura al aire libre? Me dir¨¢n que lo mismo pasa con el David de Miguel ?ngel en Florencia y hasta con el monumental David de Montevideo -loqu¨ªsimo all¨ª, lo adoro. Pero ¨¦sas son copias. Entonces es que ese hombre superreproducido, El pensador, ep¨ªtome del gusto biempensante, riesgo cero, es una copia. M¨¢s bien es una "copia original" -lo le¨ªa en el peri¨®dico el d¨ªa de su presentaci¨®n. A ver si me aclaro: o es una copia o es un original. Ya est¨¢: es, t¨¦cnicamente, un m¨²ltiple. O, dicho de otro modo, una obra reproducida en serie, varias piezas iguales a partir de un mismo molde.
El relato es conocido: al fallecer Rodin expres¨® en su legado el permiso para hacer un n¨²mero de reproducciones a partir de los moldes, varias "copias originales", ya que como tales las certificaba la voluntad del autor, si bien se realizaron tras su muerte. Qu¨¦ alarde de modernidad... O de trampa para un "genio" tan tradicionalista. Un aut¨¦ntico genio debe primar la originalidad..., y la unicidad -eso me han ense?ado. Y la productividad, claro. El genio no para de producir, org¨ªa de figuras que se debaten en la mente del creador.
Lo comentaba incluso Rilke al hablar de la abundancia de Rodin: "Uno va andando entre esas mil formas, sobrepasado por la imaginaci¨®n y la pericia que representan y se vuelven los ojos hacia las manos de las cuales se ha levantado este mundo...".
No obstante, si se detiene la mirada en Las tres sombras, composici¨®n que corona las puertas del infierno, queda claro que est¨¢ compuesta por figuras id¨¦nticas. Rodin, que en vida trabajaba con moldes, basaba su espontaneidad en la repetici¨®n. Aunque no hubiera existido Claudel y los problemas que genera alrededor de la autor¨ªa de las piezas del "maestro", la presencia inc¨®moda de las ninfas hubiera recordado a cada paso que la originalidad del "genio" se fundamenta en algo tan fr¨¢gil y tan falso como la espontaneidad construida sobre la repetici¨®n.
Rodin observado de cerca, con sus miles de formas reducidas al menos a cientos, termina por ser otra de nuestras construcciones culturales asentadas sobre nociones escurridizas y discutibles. Que luego no critiquen a Warhol los defensores de Rodin, que su "genio" tampoco le andaba a la zaga en cuanto a repeticiones se refiere. -
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