Los negacionistas del est¨ªmulo
De todas las cosas que han ocurrido este invierno, quiz¨¢s la m¨¢s extra?a haya sido el surgimiento de una oposici¨®n a gran escala en el Partido Republicano a la iniciativa de la Administraci¨®n Obama para evitar que el desempleo en EE UU supere el 10%. No hay duda de que si John McCain hubiera ganado las elecciones presidenciales en noviembre, un paquete de est¨ªmulo de gasto deficitario muy similar al plan de Obama -quiz¨¢s con m¨¢s recortes impositivos y menos aumento del gasto- habr¨ªa avanzado por el Congreso con apoyo un¨¢nime de este partido.
Como dijera N. Gregory Mankiw de un paquete de est¨ªmulo en 2003, cuando era el asesor econ¨®mico en jefe del presidente George W. Bush, no hay que ser un genio para comprenderlo: el gasto deficitario en una recesi¨®n, dijo, "ayuda a mantener la demanda agregada de bienes y servicios. No hay nada nuevo en esto. Se trata de una pol¨ªtica de corto plazo muy convencional que se puede encontrar en los principales manuales de econom¨ªa..."
No entiendo la oposici¨®n basada en la afirmaci¨®n de que el paquete de est¨ªmulo no funcionar¨¢
Puedo entender (aunque no estoy de acuerdo con ellos) a quienes se oponen al plan de est¨ªmulo por creer que la situaci¨®n no es tan grave, que el gasto del Gobierno ser¨¢ lento y derrochador (mientras que los recortes impositivos, cuando se dise?an adecuadamente, pueden ser un est¨ªmulo m¨¢s eficaz) y que, por tanto, habr¨ªa sido mejor rechazar el plan de Obama e intentarlo nuevamente en un par de meses.
Puedo entender (aunque no estoy de acuerdo con ellos) a quienes se oponen creyendo que el efecto de est¨ªmulo de corto plazo del plan ser¨¢ peque?o, mientras que la d¨¦bil posici¨®n fiscal de EE UU implica una gran carga en el largo plazo, por los costos de pagar la deuda resultante.
Lo que no entiendo es la oposici¨®n basada en la afirmaci¨®n de que el paquete de est¨ªmulo simplemente no funcionar¨¢: el Gobierno se gastar¨¢ el dinero, los hogares recibir¨¢n sus devoluciones de impuestos y no pasar¨¢ nada despu¨¦s de eso para estimular el empleo y la producci¨®n. De hecho, existe una corriente de pensamiento sorprendentemente grande que sostiene que el paquete de est¨ªmulo sencillamente nunca va a funcionar.
Esta oposici¨®n no proviene s¨®lo de pol¨ªticos que calculan que oponerse a lo que sea que se proponga puede dar beneficios electorales; de hecho, ni siquiera refleja una posici¨®n pol¨ªtica coherente de derechas o izquierdas. Entre los opositores de ra¨ªz al est¨ªmulo cuyos trabajos han pasado por mi escritorio ¨²ltimamente se encuentran fundamentalistas de la eficiencia de los mercados, como Eugene Fama, de la Universidad de Chicago, marxistas como David Harvey, de CUNY, economistas cl¨¢sicos como Robert Barro, de la Universidad de Harvard, partidarios del patr¨®n oro como Benn Steil, del Consejo de Relaciones Exteriores, y varios otros.
Simplemente, no comprendo sus argumentos de que el gasto del Gobierno no puede estimular la econom¨ªa. A mi entender, sencillamente esconden la cabeza en la arena.
A comienzos de 1996, el desempleo en EE UU era del 5,6%. Luego las empresas e inversores estadounidenses descubrieron Internet. A lo largo de los cuatro a?os siguientes, el gasto anual de EE UU en equipos y software de tecnolog¨ªas de la informaci¨®n aument¨® notablemente, de 281.000 a 446.000 millones de d¨®lares, el ¨ªndice de desempleo baj¨® del 5,6% al 4% y la econom¨ªa creci¨® a un ritmo anual de 4,3%, a medida que el auge del gasto en altas tecnolog¨ªas hac¨ªa que m¨¢s trabajadores salieran del desempleo.
A comienzos de 2004 los bancos estadounidenses descubrieron que pod¨ªan pedir prestado dinero de Asia a un bajo costo y prestarlo en la forma de cr¨¦ditos hipotecarios de mayor rendimiento, mientras usaban complejos m¨¦todos de ingenier¨ªa financiera para blindar y controlar rigurosamente sus riesgos... o eso pensaban ellos. A lo largo de los dos a?os siguientes, el gasto anual de EE UU en construcci¨®n residencial no hizo m¨¢s que aumentar, pasando de 624.000 a 798.0000 millones de d¨®lares, el ¨ªndice de desempleo baj¨® del 5,7% al 4,6% y la econom¨ªa creci¨® a un ¨ªndice anual real del 3,1%.
En ambos casos, grandes grupos de personas en EE UU decidieron aumentar su gasto. Se puede rebatir que ning¨²n grupo deber¨ªa haber elevado su gasto en tal grado -que ambos sufr¨ªan de una "exuberancia irracional"- y que alguien deber¨ªa haberles hecho caer en cuenta de eso antes. Pero no se puede argumentar que esos grupos no aumentaron su gasto, y que este aumento no hizo que grandes masas de estadounidenses -cerca de dos millones en cada caso- accedieran a un empleo productivo y valorado.
El dinero del Gobierno es tan bueno como el de cualquiera. Si el entusiasmo de las empresas por gastar en aparatos de alta tecnolog¨ªa y el entusiasmo de los nuevos propietarios por gastar en casas de tres habitaciones pueden impulsar el empleo y la producci¨®n, ?qu¨¦ argumento pueden dar Harvey, Fama, Barro, Steil y compa?¨ªa para justificar que el gasto del Gobierno no lo har¨¢? Simplemente, no lo veo.
J. Bradford DeLong, ex subsecretario adjunto del Tesoro de EE UU en el Gobierno de Bill Clinton, es profesor de econom¨ªa de la Universidad de California en Berkeley. (c)
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