La trampa de los d¨®lares de China
En los comienzos de la crisis financiera, los bromistas dec¨ªan que nuestras relaciones comerciales con China hab¨ªan resultado ser justas y equilibradas despu¨¦s de todo: ellos nos vend¨ªan juguetes envenenados y pescado contaminado, y nosotros les vend¨ªamos valores fraudulentos.
Pero ¨²ltimamente ambas partes de ese acuerdo est¨¢n fallando. Por un lado, el inter¨¦s del mundo por los productos chinos ha ca¨ªdo en picado. Las exportaciones de aquel pa¨ªs se han hundido en los ¨²ltimos meses y son ahora un 26% m¨¢s bajas que hace un a?o. Por otra parte, es evidente que los chinos est¨¢n poni¨¦ndose nerviosos por culpa de esos valores.
Pero parece que China sigue teniendo expectativas poco realistas. Y eso es un problema para todos nosotros. La gran noticia de la semana pasada fue un discurso de Zhou Xiaochuan, el gobernador del Banco Central de China, en el que ped¨ªa una nueva "moneda de reserva supersoberana".
Tiene tantos d¨®lares, que venderlos provocar¨ªa su ca¨ªda y fuertes p¨¦rdidas de capital para China
La propuesta china de pasar a una nueva moneda de reserva es casi una s¨²plica. No una amenaza
La facci¨®n paranoica del Partido Republicano advirti¨® inmediatamente sobre un vil complot para que Estados Unidos renunciase al d¨®lar. Pero el discurso de Zhou Xiaochuan era en realidad un reconocimiento de la debilidad del pa¨ªs. Lo que estaba diciendo, de hecho, es que China se ha metido a s¨ª misma en una trampa de d¨®lares y que no es capaz de salir de esa trampa, ni de cambiar las pol¨ªticas que la hicieron caer inicialmente en ella.
Algunos antecedentes: en los primeros a?os de esta d¨¦cada, China empez¨® a registrar grandes super¨¢vit comerciales y tambi¨¦n empez¨® a atraer un flujo considerable de capital extranjero. Si China hubiese tenido un tipo de cambio flotante -como, por ejemplo, Canad¨¢-, esto habr¨ªa provocado una revalorizaci¨®n de su moneda que, a su vez, habr¨ªa ralentizado el crecimiento de las exportaciones chinas.
Pero, en vez de eso, China decidi¨® mantener el valor del yuan m¨¢s o menos fijo con respecto al d¨®lar. Para hacerlo ten¨ªa que comprar d¨®lares a medida que llegaban. Con el paso de los a?os, esos super¨¢vit comerciales siguieron creciendo, al igual que lo hizo la reserva de activos extranjeros de la Rep¨²blica Popular China.
Pero la broma sobre los valores fraudulentos era injusta en realidad. Aparte de un tard¨ªo e irreflexivo acopio de acciones (de las m¨¢s altas del mercado), los chinos han acumulado principalmente activos muy seguros, entre los que los bonos del Tesoro de Estados Unidos (bonos T, para abreviar) representan una parte importante del total. Pero aunque los bonos T son seguros como los que m¨¢s, ofrecen una rentabilidad muy baja.
?Hab¨ªa alguna estrategia oculta tras esta vasta acumulaci¨®n de activos de baja rentabilidad? Probablemente, no. China adquiri¨® su alijo de dos billones de d¨®lares (con lo que convirti¨® la Rep¨²blica Popular en la Rep¨²blica de los bonos T) de la misma forma que Gran Breta?a adquiri¨® su imperio: en un ataque de insensatez.
Y, seg¨²n parece, el otro d¨ªa, los dirigentes chinos se despertaron y se dieron cuenta de que ten¨ªan un problema. La baja rentabilidad no parece preocuparles demasiado, ni siquiera ahora. Pero, aparentemente, est¨¢n preocupados por el hecho de que alrededor del 70% de esos activos est¨¦n expresados en d¨®lares, por lo que cualquier ca¨ªda futura del d¨®lar conllevar¨ªa una gran p¨¦rdida de capital para China. De ah¨ª la propuesta de Zhou de pasar a una nueva moneda de reserva del tipo de los Derechos Especiales de Giro (DEG), en los que el Fondo Monetario Internacional mantiene sus cuentas.
Pero esto es a la vez m¨¢s y menos simple de lo que parece. Los Derechos Especiales de Giro no son dinero real. Son unidades contables cuyo valor se fija en funci¨®n de una mezcla de d¨®lares, euros, yenes japoneses y libras brit¨¢nicas. Y no hay nada que pueda evitar que China diversifique sus reservas apart¨¢ndose del d¨®lar ni, por supuesto, que se haga con una reserva que tenga una composici¨®n mixta como la de los DEG; es decir, nada excepto el hecho de que ahora China tiene tantos d¨®lares, que no puede venderlos sin provocar una ca¨ªda del d¨®lar y desencadenar la p¨¦rdida de capital que temen sus dirigentes.
As¨ª que, en realidad, la propuesta de Zhou equivale a una s¨²plica para que alguien rescate a China de las consecuencias de sus propios errores de inversi¨®n. Pero eso no va a ocurrir.
Y la petici¨®n de alguna soluci¨®n m¨¢gica al problema del exceso de d¨®lares de China indica algo m¨¢s: que los dirigentes de aquel pa¨ªs no se han enfrentado al hecho de que las reglas del juego han cambiado de una forma fundamental.
Hace dos a?os viv¨ªamos en un mundo en el que China pod¨ªa ahorrar mucho m¨¢s de lo que invert¨ªa y deshacerse de su exceso de ahorro en Estados Unidos. Ese mundo ha desaparecido.
Aun as¨ª, el d¨ªa despu¨¦s de su discurso sobre la nueva moneda de reserva, Zhou dio otro en el que parec¨ªa afirmar que la alt¨ªsima tasa de ahorro china es inmutable, una consecuencia del confucionismo, que valora la "antiextravagancia". Mientras tanto, "no es el momento apropiado" para que Estados Unidos ahorre m¨¢s. En otras palabras, dejemos las cosas como estaban. Pero eso tampoco va a ocurrir.
La conclusi¨®n es que China todav¨ªa no se ha enfrentado a los doloros¨ªsimos cambios que ser¨¢n necesarios para afrontar esta crisis mundial. Claro est¨¢ que lo mismo podr¨ªa decirse de los japoneses, los europeos y los estadounidenses.
Y ese no aceptar las nuevas realidades es el principal motivo por el que, a pesar de algunos rayos de esperanza (la cumbre del G-20 ha conseguido m¨¢s de lo que yo pensaba), es probable que esta crisis todav¨ªa se prolongue durante a?os.
Paul Krugman es profesor de Econom¨ªa de Princeton y premio Nobel de Econom¨ªa en 2008. ? 2009 New York Times Service Traducci¨®n de News Clips
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