Cara y rev¨¦s en la agroindustria

En los discursos de los pol¨ªticos espa?oles, sean de la ideolog¨ªa que sean, siempre aparece una misma coletilla: "Nos hemos de especializar en industrias de elevado valor a?adido". Piensan en potenciar la biotecnolog¨ªa, la industria aeron¨¢utica o las telecomunicaciones. No obstante, pr¨¢cticamente ninguno de ellos hace significativas referencias a la actividad agroalimentaria. Injustamente, es la gran industria olvidada en nuestro pa¨ªs. Aunque la productividad media por trabajador en ella no alcance las cuotas de las anteriores, el volumen de empleo que genera es notablemente superior. Y, ya se sabe, sin crecimiento de la ocupaci¨®n, el consumo privado no tira, y si ¨¦ste no lo hace, dif¨ªcilmente lo har¨¢ el PIB.

Probablemente, nuestros pol¨ªticos no nombren a la industria agroalimentaria en sus discursos porque no la conocen. Es posible que nadie se la haya presentado. Ahora ya no tienen excusa. Luis de Sebasti¨¢n, con una sencillez apabullante, numerosos datos y gran rigurosidad, les describe sus secretos confesables e inconfesables. En los cap¨ªtulos 3 y 4, entre otros muchos aspectos, nos cuenta los pros y contras de la bioagricultura, el papel clave de las semillas en la industria agroalimentaria actual, el perjuicio que causan las multinacionales a la agricultura de los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo y las principales t¨¦cnicas empleadas por ¨¦stas para conseguir elevados beneficios.

De todos los anteriores aspectos, probablemente el que m¨¢s sorprender¨¢ al lector es la relevancia que pueden tener las semillas en el negocio agroalimentario de los pr¨®ximos a?os. A los pol¨ªticos "buscadores de valor a?adido" les recomienda que lean m¨¢s de una vez la siguiente frase: "Quien posea las semillas del futuro tendr¨¢ en su poder las plantas, todos los frutos que dan esas plantas y los alimentos que se hagan procesando esos productos". Indudablemente, mucho poder y una gran fuente de beneficio que ning¨²n gobernante deber¨ªa menospreciar.

La dicotom¨ªa gordos contra hambrientos la refleja en los restantes cap¨ªtulos del libro. Por un lado, se?ala las causas y las consecuencias del exceso de peso en el mundo, y por el otro, detalla la geograf¨ªa del hambre, as¨ª como las distintas actuaciones que se realizan para combatirla. Indiscutiblemente, la asignaci¨®n de recursos es manifiestamente mejorable si en nuestro planeta conviven 1.100 millones de personas con exceso de peso y obesas y 1.000 millones de hambrientos. La suma de ambos grupos equivale pr¨¢cticamente a la tercera parte de la poblaci¨®n mundial.

Despu¨¦s de leerlo, probablemente m¨¢s de una persona con kilos de m¨¢s se dar¨¢ cuenta de c¨®mo la industria agroalimentaria ha manipulado sus h¨¢bitos alimentarios. En el libro tambi¨¦n encontrar¨¢ cu¨¢nto y qu¨¦ ha de comer diariamente para lograr un peso pr¨®ximo a su ideal. Por otra parte, un gran n¨²mero de lectores se quedar¨¢n perplejos de las verdaderas razones por las que en el siglo XXI contin¨²a habiendo tanta hambre en el mundo. Luis no s¨®lo denuncia y detalla los errores cometidos, sino que ofrece soluciones.

Para acabar con el hambre, entre otras m¨²ltiples soluciones, el autor aboga por la apertura total y asim¨¦trica (sin contraprestaciones equivalentes) de los mercados de los pa¨ªses ricos a los productos agr¨ªcolas de las naciones pobres, tales como az¨²car, caf¨¦, t¨¦, cacao, etc¨¦tera. Sin embargo, la liberalizaci¨®n agr¨ªcola de los mercados desarrollados es un tema tab¨² para los pol¨ªticos. Es un aspecto que tienen muy claro los pol¨ªticos franceses, quienes consideran que la manera m¨¢s r¨¢pida de fracasar en pol¨ªtica es enfrentarse con los agricultores.

En resumen, un libro para todos los p¨²blicos que probablemente no deje a nadie indiferente y que sigue a rajatabla los principios en los que siempre se basa Luis en sus obras. Tal y como ¨¦l dice, "analizar para conocer, denunciar, instruir, educar, movilizar a la opini¨®n p¨²blica y tratar de cambiar lo que est¨¢ mal en el mundo".

Gonzalo Bernardos es profesor de Econom¨ªa de la Universidad de Barcelona.